José Guerra
Tras un mes de su detención arbitraria, al diputado Juan Requesens todavía sus familiares o su abogado no lo han podido ver ni menos hablar con él. Es importante recordarles a los funcionarios policiales y militares que la responsabilidad por la violación de los derechos humanos es estrictamente individual y que además todo poder es efímero porque nada dura para siempre y que tarde o temprano, muchas veces más temprano, el largo brazo de la justicia llega. También es conveniente puntualizar que la Constitución de 1999 está vigente y que ésta en los artículos 43 y 44 establecen claramente que incomunicar a un preso es un delito y que ello acarrea una pena. La mayor parte de las veces los funcionarios policiales, especialmente los que trabajan en la seguridad del Estado se les olvidan estas cosas básicas al estar imbuidos en esta difícil labor del espionaje, el seguimiento de políticos y en otras circunstancias, en la tortura, sea esta física o psicológica. Quienes lo ejercen el poder suelen pensar que siempre lo van a disfrutar. Grave error: la dialéctica de los procesos sociales enseña con rigurosidad que el poder es un péndulo, que una vez está de un lado y luego del lado opuesto.
La familia de Requesens ha señalado hechos muy graves que en cualquier país medianamente democrático hubiesen provocado la atención de las instituciones encargadas de la cautela de los derechos humanos como la Fiscalía General y la Defensoría del Pueblo. Han dicho los familiares que no les dejan ingresar las medicinas que Requesens requiere para su tratamiento. Este hecho es de suma gravedad porque expone al detenido a una situación de riesgo que pudiese tener consecuencias sobre su salud actual y futura. Pero además saltan varias preguntas que expresan el peligro que corre Requesens en el Sebin. ¿Por qué razón no lo dejan ver?, ¿Qué pretende el gobierno ocultar sobre la situación de Requesens? Porque si el gobierno no tuviese nada que esconder lo dejaría ver por sus familiares y abogados, sin mayores inconvenientes. Algo muy serio están ocultando.
Esto nos hace recordar los momentos más tétricos de la persecución política en Venezuela cuando los esbirros de la Seguridad Nacional aislaban a los presos para disfrutar con su tortura. También las situaciones vividas en la Digepol con los casos de tortura a connotados prisioneros políticos y más recientemente en la Disip, pero con una diferencia sustantiva y es que en aquellos casos los fiscales del Ministerio Público actuaban cuando se denunciaba una detención arbitraria o caso de tortura y ésta se detenía. En casos emblemáticos era el propio gobierno quien denunciaba a los violadores de los derechos humanos. Otra cosa, antes se podía visitar a los presos políticos, ahora no. Yo recuerdo que a finales de los años setenta y comienzos de los ochenta se podía ingresar en los horarios de visita al Cuartel San Carlos. Actualmente no es posible la visita a los presos políticos. Una revolución no se hace para vengarse, sino para cambiar el estado de las cosas.