Alfredo Infante sj*
Hay quienes reiteradamente se confiesan creyentes y viven aferrados al poder de manera ilegítima sometiendo a todo un pueblo al hambre y la miseria. El profeta Isaías nos señala cuál es la voluntad de Dios, no basta proclamar de la boca para fuera, es una cuestión de decisión y acción, dice el profeta: «Cuándo renuncies a oprimir a los demás y destierres de ti el gesto amenazador y la palabra ofensiva; cuando compartas tu pan con el hambriento y sacies la necesidad de los humillados, brillará tu luz como las tinieblas y tu oscuridad será como el medio día».
Servir a la vida y no al poder es el verdadero signo de la fe en Dios. Es justo lo que sucede en la escena del encuentro de Jesús y Leví (Lc 5, 27-32). Leví, también llamado Mateo, era de oficio publicano. Los publicanos eran recaudadores de impuestos, algo así como el Seniat hoy. Este oficio era muy mal visto por el pueblo judío, muy en especial por los fariseos. ¿Por qué? Por dos razones: La primera porque siendo judíos eran servidores del imperio romano. Recordemos que Israel estaba bajo el dominio del imperio romano y sus habitantes debían pagar el impuesto al Cesar. La segunda era que los publicanos no sólo cobraban la cantidad exigida por el Cesar sino que los recargaban para enriquecerse con los oficios. Eran, pues, en dos palabras hombres corruptos y servidores del imperio.
Los fariseos que se consideraban a sí mismos puros y nacionalistas despreciaban y excluían a los recaudadores de impuestos. En este contexto es chocante para las autoridades judías el encuentro de Jesús con Levi. Jesús ve a un recaudador de impuesto, se aproxima a él y le dice «sígueme». En realidad Jesús no vio solo al recaudador de impuesto, vio, si, el corazón de un hombre confundido, vacío, anhelante de salvación. Mateo estaba ganando el mundo pero estaba perdiendo la vida. Jesús sintonizo con su anhelo de cambio. Ese sígueme de parte de Jesús supuso para Mateo, que a pesar de su condición corrupta y apátrida, el Señor le ofrecía una oportunidad de liberación de sus pecados y de rehabilitación de su vida. Nos dice el evangelio que Mateo, «dejándolo todo siguió a Jesús». Ese «dejándolo todo», no implica cambio fácil; recordemos el caso de Zaqueo, otro cobrador de impuesto que repara entregando todo a los pobres; igual condición puso Jesús al joven rico «solo una cosa te falta, entrega todo a los pobres y sígueme». En estos casos, pues, no hay seguimiento sin reparación porque no se puede estar a bien con Dios y con el diablo. Por eso, una vez, dejado todo, Mateo (Levi) da un banquete en su casa para celebrar su nuevo nacimiento, su decisión de hacerse prójimo, de seguir a Jesús, ese pasar de vivir de los demás, a vivir con y para los demás.
Nos cuenta el evangelio que Jesús y sus discípulos van al banquete ofrecido por Mateo, y entre los comensales hay muchos publicanos y pecadores. Los fariseos y escribas se escandalizan ¡Cómo alguien en nombre de Dios puede sentarse a la mesa con semejantes pecadores! En la cultura judía la mesa es el lugar más íntimo de encuentro, sentarse a la mesa, banquetear, es el mayor gesto de proximidad. Jesús es contundente en su respuesta «no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores para que se conviertan» Volviendo al profeta Isaias, en esta vida nueva que Mateo inaugura, al renunciar a la corrupción que oprime a su pueblo, lo hará ser «como un huerto bien regado, como un manantial cuyas aguas no se agotan…; te llamaran reparador de brechas y restaurador de hogares destruidos».
Una de las causas más indignantes de esta tragedia que hoy vivimos los venezolanos es la corrupción. El economista Felipe Pérez Marti ha insistido que el sistema económico venezolano está diseñado para hacer de la corrupción una estrategia de complicidad para mantener el poder: habla de los caza renta. El ingeniero Benedetti ha venido insistiendo y mostrando con claridad meridiana los desastres causados por la corrupción en el sistema de aguas potables y eléctrico. El país al borde de un colapso eléctrico y de distribución de agua potable con todo lo que eso está suponiendo en costos de vidas humanas.
Transparencia Venezuela también ha hecho seguimiento a casos emblemáticos de corrupción como los de Odebrecht en el área de infraestructura. Armando Info organización dedicada al periodismo de investigación ha puesto al descubierto los jugosos guisos que se esconden detrás de las bolsas y cajas de comidas de los CLAPs. Hoy los tiempos son más complejos que en los tiempos de Jesús. La conversión personal de un corrupto es necesaria y emblemática pero no basta. Como Jesús hacemos un llamado a la conciencia a las elites corruptas para que reparen el daño que han infligido a sus hermanos. Todavía es tiempo, aprendan de Mateo, que reparó y fue salvo. Pero no basta, sabemos que los dineros fáciles y mal habidos son fetiches que ciegan la conciencia y oscurecen el espíritu, como Jesús, hoy, debemos exigir un plan económico blindado a la corrupción, un plan de repatriación de capitales y un sistema de justicia al servicio del bien común que posibilite la reparación y Justicia, de modo que todos los Venezolanos volvamos a sentarnos a la mesa. «Condenar el pecado, salvar al pecador». Salvar no es impunidad, es necesaria la verdad, justicia y reparación.
Petición: Señor, danos sabiduría para ejemplo tuyo encontremos caminos de conversión, verdad, justicia y reparación.
*Sagrado corazón de Jesús, en vos confió*
Parroquia San Alberto Hurtado. Parte Alta de La Vega.
Caracas-Venezuela.