Alfredo Infante sj
Organizaciones de la red social de la iglesia Católica en el Zulia (Caritas, Radio Fe y Alegría y SJR), junto al párroco de la iglesia Santísima Trinidad de Casigua el Cubo, se han abocado a responder a la crisis humanitaria en el sector La Guacamaya, municipio Jesús María Semprún, región fronteriza con Colombia.
En estos momentos, esta zona está siendo receptora de una afluencia masiva de refugiados colombianos de origen campesino. Esta movilización de campesinos colombianos hacia territorio venezolano ha sido provocada por el prolongado conflicto social, que por la defensa de las tierras, mantienen las comunidades campesinas en el Catatumbo, Departamento del Norte de Santander, Colombia. Todos los informes y analistas coinciden en apuntalar que hay muchos intereses corporativos y mineros en lucha por la posesión de estos territorios.
El número de refugiados hasta el momento no está claro. Los medios de comunicación han hecho referencia de aproximadamente 300 personas, Sin embargo, nos informa el Padre Manuel Zapata, vocero de SJR en el Zulia, que “la organización de los propios desplazados es admirable. Llevan un registro detallado de las personas que han llegado al sector la Guacamaya, municipio Jesús María Semprún. El registro de la comunidad refugiada es de 188 personas entre las que se cuentan 55 niños(as) y adolescentes y 30 mujeres de las cuales 6 están embarazadas”. Esta cifra puede ascender porque siguen llegando personas.
La solidaridad por parte de los Consejos Comunales de la zona ha sido clave, de hecho, nos cuenta el padre Zapata que “la noche del 23 de Julio apoyaron con el traslado de un joven a quien operaron de emergencia de una apendicitis”.
Al parecer, la huida hacia Venezuela ha sido organizada por los líderes de la protesta social en Catatumbo, como un modo de proteger a sus familias. Líderes campesinos señalaron a Radio fe y alegría y a Niños Cantores Televisión que “entre las causales están los casos de falsos positivos. También que los grupos antimotines han saqueado casas y luego acusan a los campesinos como responsable de los hechos, también hay lesionados a causa de bombas”. La represión contra la población civil campesina es fuerte y desproporcionada.
Por el momento, pese a que los organismos del Estado Venezolano se han movilizado para responder a la crisis, “la mayoría de la gente duerme en el suelo, sobre un pedazo de plástico negro, a expensas de los mosquitos. El agua para los alimentos, así como el baño y el lavado de la ropa se hace en el río, el cual tiene una coloración amarillenta” indicó Zapata.
Las condiciones son precarias e insalubres. La doctora Ingrid Graterol, medico de Caritas, examinó 95 personas y relató que “entre las principales enfermedades detectadas, se encuentran: escabiosis, bronquitis y diarreas”.
Las organizaciones sociales de la iglesia católica han venido monitoreando la situación y evaluando cada día la calidad de su respuesta convencidos de la necesidad de “seguir apoyando a estas familias con nuestra cercanía y acompañamiento” concluyó Zapata.
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