Por Félix Arellano
Un ambiente de desesperanza estimula la crítica radical, el fraccionamiento, la descalificación y la parálisis; en ese contexto, crece el permanente cuestionamiento por la debilidad de los esfuerzos internacionales, pero también sobre nuestros líderes y sus esfuerzos. Se destacan los errores, que siempre podemos cometer, se olvidan y menosprecian los avances, que son bastantes y además se deben capitalizar y fortalecer con mayor disciplina, creatividad y, obviamente, unidad. Un problema que aún pareciera latente en algunos, es la expectativa por soluciones rápidas, quirúrgicas, mágicas y, particularmente, realizadas por otros.
Reconstruir la democracia es un trabajo que nos corresponde a todos los que creemos en ella y, todos los aportes pueden ser útiles, convenientes y necesarios; ahora bien, siempre será útil articular, coordinar y sumar esfuerzos. Podría resultar repetitivo, pero es sabio recordar que: “en la unión está la fuerza”. Las agendas personales, los protagonismos, la frustración son premios para el autoritarismo
La solución de los graves problemas que enfrenta el país reclama la participación de la mayoría. No podemos esperar que la comunidad internacional lo resuelva todo, y mantenernos a la expectativa de los acontecimientos; todo lo contrario, debemos ser los promotores de iniciativas que avancen, tanto en la presión, como en los incentivos.
Es nuestra tarea y nuestra obligación propiciar acciones que se desarrollen en múltiples escenarios, pero que formen parten de un plan organizado y articulado para avanzar en la solución pacífica y democrática de la crisis. No olvidemos que la salida pacífica es la bandera fundamental de la comunidad internacional, del Grupo de Lima, la Unión Europea, el Vaticano y las organizaciones internacionales.
Desde la oposición democrática debemos propiciar las acciones, la hoja de ruta, el libreto y evitar que el tema de la lucha por el restablecimiento de la democracia y la defensa de los derechos humanos, se debilite, se transforme en una competencia entre actores, o en un juego geopolítico en el cual seamos simple ficha de las potencias y sus intereses.
Evidentemente otros temas se van presentando en la agenda internacional, eso es obvio e inexorable, pero corresponde a nuestras fuerzas democráticas perfectamente coordinadas, realizar los esfuerzos y acciones necesarios para que el tema se mantenga en la agenda, para que la presión se mantenga y se incremente; para trabajar en el escenario de los incentivos y unir todas las fuerzas posibles en favor de la salida pacífica y democrática.
En materia de presiones contamos con un texto muy importante, la resolución aprobada en la reciente reunión del TIAR, efectuada en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Deberíamos capitalizar la resolución del TIAR en diversos escenarios. El objetivo es enfrentar los actos ilícitos, el comercio ilegal, el lavado de capitales. ¿Qué país miembro de la Organización Mundial del Comercio, podrían cuestionar este esfuerzo?. Las sanciones inteligentes deben estar dirigidas a presionar a favor de la salida pacífica y democrática. Esto no impide, todo lo contrario, requiere que también se avance y se estimule la creatividad en los incentivos, toda negociación supone concesiones de ambas partes.
Noruega no ha muerto, los avances alcanzados constituyen el piso, adicionalmente, el Reino de Noruega tiene la fortaleza para propiciar alternativas y promover apoyos. Deberíamos intensificar el trabajo, desde múltiples frentes, sobre China, Rusia e incluso Cuba, para que no obstaculicen la salida pacífica. Corresponde a la oposición democrática articular los esfuerzos con la gran cantidad de gobiernos democráticos que respaldan el restablecimiento de la democracia en Venezuela, todos deberían sumarse a la labor de presión y a la identificación de los incentivos.
A la izquierda del mundo le debemos preguntar, entre otras cosas, qué dudas tienen sobre el contundente Informe de la Sra. Bachelet, cómo se puede ser solidario mecánico, o cómplice, con la violación sistemática de los derechos humanos, qué dudas les genera una solución pacífica y constitucional a la crisis venezolana, la democracia es la garantía de la convivencia, el respeto a las diferencias, a la otredad; el espacio para el diálogo, la negociación y la cooperación. Qué problema le genera a las inversiones presentes en Venezuela, la seguridad jurídica y la confianza que conlleva la institucionalidad democrática?.
No conviene satanizar los potenciales nuevos gobernantes en los países democráticos que respaldan el restablecimiento de la democracia en Venezuela, todo lo contrario, debemos acercarnos y dialogar con todos aquellos que tengan dudas. No olvidemos que la hegemonía comunicacional y la mentira sistemática, ha creado otra falsa realidad que, por ingenuidad o ignorancia, puede lograr respaldos. El trabajo de desconstrucción de la narrativa del falso y manipulador discurso oficial corresponde a nuestras fuerzas democráticas, estamos conscientes que es arduo, pero necesario.
Por otra parte, en el ejercicio de lograr el mayor número de aliados a la salida pacífica, deberíamos dialogar con todas las fuerzas políticas que juegan en los sistemas democráticos de nuestros países aliados; por ejemplo, con todos los candidatos en los partidos demócrata y republicano en los Estados Unidos; pero, también debemos dialogar con los candidatos del Frente Amplio en Uruguay o del peronismo en Argentina, debemos aclarar sus dudas y, en la medida de lo posible, sumarlos a la salida pacífica y democrática en Venezuela.
Adicionalmente, desde la oposición democrática debemos avanzar en el manejo de una comunicación franca y transparente. Reconocer los errores y trabajar para superarlos, fortalece el respaldo popular. El liderazgo cuenta con un importante apoyo nacional, no conviene debilitarlo con radicalismo o soberbia; prudencia y franqueza, son virtudes indispensables en estos momentos.