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Recursos Naturales y Globalización: Petróleo y Venezuela como ejemplos

Crédito Abediciones

Por Ronald Balza Guanipa

ABediciones acaba de publicar el libro Recursos Naturales y Globalización: Petróleo y Venezuela como ejemplos, escrito por Bernard Mommer. Es un documento de gran interés, teniendo en cuenta que quien lo escribe, tal como se presenta a sí mismo, fue profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (Mérida, Venezuela) en 1970. Estaba inmerso en el estudio de El Capital de Marx cuando conoció a Asdrúbal Baptista en 1976, integró la Coordinación de Planificación Estratégica de PDVSA en 1991, con apoyo de Ramón Espinasa, fue asesor de Alí Rodríguez Araque cuando fue Ministro de Energía y Minas de Venezuela en 1999, y luego fue nombrado Viceministro de Hidrocarburos en 2005 y Gobernador de Venezuela en la OPEP en 2008 por Rafael Ramírez, cuando fue Ministro.

Bernard Mommer
Bernard Mommer. Cortesía: de TalCual

El libro consta de ocho capítulos, cada uno con la estructura de un artículo separado de los demás. Desde diferentes perspectivas, el autor aborda en varios de ellos los mismos períodos de la historia, relatando acontecimientos ocurridos en Venezuela y otros países, citando párrafos de protagonistas y examinando detalles sobre leyes, convenios y productos (como Orimulsión y gasolina) relacionados con la industria petrolera venezolana entre 1943 y 2013, llegando hasta 2020 en algunos aspectos relacionados con acuerdos de arbitraje.

En este trabajo, iniciado en 2018, Mommer regresó a temas que ya había desarrollado previamente, solo o en compañía de Asdrúbal Baptista, cuya Teoría del Capitalismo Rentístico prologó en 1997. Agradeció muy especialmente a Rafael Ramírez haber abierto para él desde enero de 2005 “la puerta, en grande, a la práctica, un hecho decisivo que me permitiría finalmente escribir este libro” [Mommer (2021:2-3)]. En este sentido, parece reunir en un volumen sus conclusiones tras casi cinco décadas de reflexiones, que incluyeron su paso por el Gobierno y PDVSA.

Por supuesto, el autor elige el alcance de su trabajo, pero un lector que ya conozca su vida y obra puede echar de menos una mayor atención a ideas y acontecimientos específicos. Mommer (2021:232) se reconoce parte de la historia que comenta en su libro:

Solamente después de superar el Referéndum Revocatorio, luego de más de cinco años en el poder, el gobierno de Chávez logró estabilizarse. Nombró ahora al Ministro de Energía y Minas, Rafael Ramírez, también presidente de PDVSA. Ramírez estaba decidido a solventar la situación de los COs (Convenios Operativos) y CdA (Convenios de Asociación), a lo cual hasta ese momento se había negado PDVSA. En efecto, los COs y CdA seguían rigiéndose por la LOREICH (Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos) de 1975, aunque PDVSA, al ser de propiedad exclusiva del Estado, se sometió de inmediato a la nueva LOH (Ley Orgánica de Hidrocarburos). Nombró con este propósito específico, en enero de 2005, a Bernard Mommer como Viceministro de Hidrocarburos, quien hasta este momento era director de la oficina de PDVSA en Gran Bretaña (PDV UK), y ya venía trabajando con un bufete de abogados estadounidense –Curtis, Mallet-Prevost, Colt & Mosle LLP– en relación a la Orimulsión. Este bufete cumplía con una condición sine qua non para asistir al Ministerio en la materia: nunca había trabajado previamente con PDVSA y sus filiales. Así, no estaría comprometido con los COs y CdA existentes.

Por ello, hay omisiones que son particularmente notorias. Las reuniremos en dos grupos: uno relacionado con el marco analítico y otro con la narración de su propia participación en una historia contada a partir del petróleo.

  1. Ciencias Económicas

En su introducción, Mommer (2021:13) presenta como tema central de su libro “el rol de los recursos naturales en el proceso de globalización del capitalismo”, postulando que, “en sus inicios, el desarrollo capitalista nacional giró en torno a ellos, puesto que surgió en el seno de estructuras políticas europeas dominadas por una clase terrateniente”. La posterior “subordinación” de “la clase terrateniente existente… a la naciente clase capitalista” se reflejaría, “en lo ideológico (…) en la evolución del pensamiento económico moderno” que se compondría de “tres escuelas que se desarrollaron sucesivamente, en un período que se extendió durante siglo y medio”. Las primeras dos serían la Fisiocracia francesa y la Economía Política británica, que tendrían como “fundamentos de la economía” factores de producción: en el primer caso, tierra y trabajo, en el segundo, tierra, trabajo y capital.

Según Mommer (2021:14 y 32), en “las Ciencias Económicas del presente, los factores de producción se redujeron nuevamente a dos –ahora trabajo y capital–, desapareciendo el factor de producción tierra, el cual fue absorbido por el factor de producción capital”. Como consecuencia de “la compra-venta de los derechos sobre la tierra, se fue borrando la línea histórica de demarcación entre las clases terrateniente y capitalista y, como consecuencia, también la diferencia entre los conceptos de renta de la tierra y ganancia. La tierra se presentó, entonces, como capital “natural”, y la renta de la tierra fue considerada como la “ganancia correspondiente”.

Dice más:

Ya desligadas de toda teoría del valor, éstas sólo se concentraron en los precios, los cuales –en condiciones de lo que ahora se llamaría “competencia perfecta”–, se limitarían a los costos marginales de producción, reduciéndose la ganancia marginal a cero… Definitivamente, las Ciencias Económicas consideraban que no había razón para mantener a la tierra como un tercer factor de producción, ya que su costo de producción marginal era cero, los factores de producción se redujeron ahora a dos: trabajo y capital.

Para referirse a lo que denomina Ciencias Económicas, Mommer (2021:32,80-81 y 254) solo cita un libro de Marshall, de 1890, tres de Morris Adelman, el “más célebre entre estos expertos (…) profesor de Economía del Massachusetts Institute of Technology”, publicados entre 1964 y 1974 y “cualquier libro de texto de Ciencias Económicas” que, según él, “insistiría en que la renta máxima de la tierra sería el resultado de la libre competencia entre las empresas productoras correspondientes.”. De este modo, redujo todos los trabajos escritos por economistas nacidos en distintas partes del mundo desde fines del siglo XIX a un par de autores y un presuntamente omnipresente discurso de libro de texto. Esto tendría consecuencias en su interpretación de la historia:

…nunca se reconoció a nivel político y a nivel económico, que Venezuela y la OPEP impusieron una renta propietal en contra de la baja de los precios (…) Las grandes concesionarias extranjeras, en cambio, siempre fueron acusadas ante la opinión pública nacional de arreglarse, por medio de las más diversas maquinaciones, para no contribuir al fisco nacional con lo que les correspondía. Cómo dudarlo, ¡este nunca podría ser el caso de PDVSA! No se comprendió que la política petrolera de los países exportadores se enfrentaba a los consumidores extranjeros por intermedio de las concesionarias, aunque al ser extranjeras las concesionarias, ello era suficiente para justificar las acciones del caso. [Mommer (2021:254)].

Mommer omite discusiones sostenidas por más de un siglo, al reiterar que lo que denomina “Ciencias Económicas del presente”, no consideraría nada más que la competencia perfecta. No es el caso. Hace casi 40 años, por ejemplo, Fischer y Dornbusch (1985:261), escribieron un libro de texto introductorio titulado Economía, donde se lee:

¿Qué tipos de acuerdos se observan entre las empresas de las industrias oligopolísticas y cómo se aseguran las empresas firmantes de que ninguna lo viola? En este apartado también analizaremos los cárteles, el modelo de la empresa dominante (que describe muy bien el cártel de la OPEP) y el liderazgo de precios, que son modelos de la forma en que las industrias logran unos niveles de producción inferiores y de precios superiores a los competitivos.

Ambos autores presentan la competencia perfecta como una entre varias estructuras de mercado. Otras son monopolio y oligopolio, imperfectamente competitivas porque “los compradores o los vendedores tienen en cuenta los efectos que producen sus propias acciones en los precios de mercado” [Fischer y Dornbusch (1985:198)]. Libros de texto más avanzados, como Mas Colell et al (1995), presentan problemas de optimización y equilibrio en modelos parciales y generales, estáticos y dinámicos, con y sin incertidumbre, incorporando teoría de juegos en casos que admiten comportamientos estratégicos. En este, y otros libros de Microeconomía, se utilizan dos factores de producción para ofrecer gráficos bidimensionales con fines expositivos. Una vez hecho esto, se amplía el alcance de los modelos a cualquier número de factores, de modo que sea posible examinar decisiones individuales bajo distintos supuestos de preferencias, tecnologías, distribución de la propiedad y poder de mercado, a partir de las cuales puedan definirse y caracterizarse agregados y equilibrios.

Keynes (1936/2016) pretendió incorporar, como caso particular de su Teoría General, a la que denominó teoría clásica (o neoclásica), compuesta por ideas deudoras de Ricardo, Marshall y Walras. Durante el siglo XX, múltiples aproximaciones complementarias y contradictorias fueron desarrolladas contemporáneamente (y no sucesivamente) a partir de problemas clasificados (por convención) como micro o macroeconómicos [Balza y Paublini (2020)].

La lista de premios Nobel otorgados desde 1969 constituye un registro de interés en las discusiones y aproximaciones sobre racionalidad, agregación, instituciones, desarrollo, contraste de hipótesis, contabilidad, políticas económicas, ambiente, espacio, tecnología y mucho más. Teniendo en cuenta su interés en la globalización, Mommer pudo apoyar o rebatir ideas de Stiglitz (2003), por ejemplo, uno de los premiados que expuso su malestar hace casi veinte años. Sin embargo, de todos estos autores, Mommer (2021:154-155) sólo menciona a “Richard Stone, uno de los creadores del Sistema de Cuentas Nacionales”, antes de resaltar que “Baptista y Mommer (…) corrigieron el esquema de la ONU, refiriéndose al resultado [PIB nacional] como el PIB no-rentístico (PIB(NR)), porque se excluía al petróleo como fuente rentística internacional.” Según Mommer (2021:82 y 15), las Ciencias Económicas no hicieron más, durante más de un siglo, que adoptar “la teoría ricardiana de la renta [como parte de] un programa político: “no puede admitirse que la tenencia de la tierra tenga incidencia en los precios” para, además, “justificar la propiedad privada mineral –compromiso que necesitaba de alguna justificación– [refugiándose] en la concepción de los yacimientos como capitales ‘naturales’”.

Una presentación tan incomprensiblemente incompleta de lo que Mommer llama Ciencias Económicas deja fuera de su análisis elementos de mucho interés. Descarta de plano abundante bibliografía publicada y leída por economistas sobre la OPEP, disponible antes de su nombramiento como Gobernador en 2008 [Balza (2004)]. No menciona trabajos de economistas interesados en la relación del petróleo con la economía venezolana, como los compilados por Pineda y Saéz (2006) para el BCV con el nombre de Crecimiento económico en Venezuela. Bajo el signo del petróleo. No hace ninguna mención a las vinculaciones políticas y económicas de lo que ha sido llamado “maldición de los recursos naturales” [Humphreys et al (2007)]. No consulta a ninguno de los economistas que se dedicaron al estudio de los incentivos en sus teorías sobre contratos [The Committee for the Prize in Economic Sciences in Memory of Alfred Nobel (2016)], aunque informe que el Ministro Alirio Parra negara al Congreso Nacional en 1992 la aprobación de la Primera Ronda de Licitación de Convenios Operativos (COs) porque “no eran CdA, ya que no se compartían ni ganancias ni pérdidas de las filiales, sólo se les pagaría un monto fijo por barril como ‘incentivo’, el cual se determinaría por licitación”.

En este punto afirma que “todos los expertos consultados habían sido contratados y presentados por PDVSA y sus filiales y, obviamente, PDVSA y sus filiales no iban a presentar opiniones expertas disidentes, las cuales estaban condenadas al silencio” [énfasis añadido]. A pesar de considerar obvio el abuso de poder que pareciera reprochar a PDVSA, al silenciar opiniones disidentes con la anuencia de los Poderes Ejecutivo y Legislativo, niega toda importancia a la corrupción como variable de interés:

La distribución de la renta petrolera internacional [RPI] es un proceso esencialmente político. Los beneficiados por las acciones de los gobiernos de turno, siempre van a ser sospechosos de corrupción antes los demás por lo que, en la discusión pública en Venezuela, el argumento de la corrupción se hizo omnipresente. En el contexto de la distribución de la RPI, el término ‘corrupción’ de ninguna manera es un concepto jurídico, sino que refleja el hecho de que, en el régimen capitalista venezolano ya establecido, seguía existiendo un proceso continuo de acumulación originaria. El concepto de la corrupción se transforma así en una variable fantasma, que sirve para explicar todo, aunque en realidad no explica nada [Mommer (2021:250)]

Rafael Ramírez
Crédito: AFP

Fuera de Venezuela, la corrupción ha sido tema de estudio entre economistas durante décadas [Burguet et al (2016)]. Sin embargo, según Mommer (2021:253), en la Venezuela del siglo XX el “fantasma de la corrupción” (curiosa denominación elegida por un estudioso de Marx) no habría servido más que para hacer desaparecer de “las discusiones públicas cualquier referencia a la limitada capacidad de absorción productiva de la renta petrolera internacional, así como la problemática de la incidencia de la distribución de la RPI en los costos aparentes de la producción”, siendo “indispensable” para reforzar la idea de que “el descalabro de la economía nacional no tendría otra explicación que no fuese la incapacidad de los gobiernos de turno al haber insistido, demagógicamente, en una distribución popular de la renta petrolera internacional”. Quizás por esta razón, omite cualquier comentario sobre las acusaciones de corrupción en contra de Rafael Ramírez [Figueroa y Camacho (2021)], y las que Rafael Ramírez (2021) hace contra el Gobierno de Nicolás Maduro.

Luego de atribuir a la “subordinación” de los terratenientes la eliminación de la tierra como “fundamento” de las Ciencias Económicas, es llamativo que Mommer (2021:259) no cuestione la reducción del espectro político a sólo dos extremos: “la política de distribución de la renta petrolera internacional corresponde a una política de izquierda o de derecha, más favorable al trabajo o al capital”. La renta de la tierra terminaría siendo administrada por políticos que no representan en ningún caso a la tierra, a tal punto que Mommer (2021:296-297) reitera que “en todas partes las políticas nacionales siguen encasilladas –aunque en diferentes medidas– en la confrontación tradicional entre trabajo y capital, entre izquierda y derecha, a pesar de la importancia y la necesidad cada vez mayor de una política de defensa de la naturaleza y del medio ambiente, la cual sobrepasa necesariamente el ámbito nacional”. La frase sugiere que tanto la izquierda como la derecha se habrían encerrado “tradicionalmente” en el “ámbito nacional”. Mommer (2021:296) exhorta: ”las políticas de izquierda y de derecha tienen que incorporar componentes de política internacional y global, cada vez más importantes”, indicando que:

…una política de Izquierda tiene que apuntar a la eliminación total de la estructura internacional de arbitrajes y, con ella, a la revisión de la estructura asociada a los tratados de inversión [porque,] en su esencia, estas estructuras atentan contra los derechos soberanos de los pueblos que habitan el planeta, sobre los recursos naturales y el medio ambiente.

Mommer (2021;297) termina su libro advirtiendo que “por lo pronto, el proceso de globalización en marcha lo encabeza el capital internacional asumiendo posiciones extremas, intransigentes y, definitivamente, insostenibles”.

Los últimos comentarios de Mommer parecen descontextualizados: habiendo pretendido describir siglo y medio de pensamiento económico, se echa de menos que no hiciera lo mismo con el político. La política internacional ha sido esencial para los partidos autodenominados de izquierda desde el siglo XIX, como ilustra el llamado a la unión hecho a los proletarios del mundo, recogido por Marx y Engels (1848) en el Manifiesto del Partido Comunista. Imperialismo, fase superior del capitalismo, fue escrito por Lenin (1916/1963) en medio de la Primera Guerra Mundial. Caballero (1987), documentó iniciativas de política internacional comunista, promovidas durante la primera mitad del siglo XX. Garrido (2006) atribuyó a Hugo Chávez interés militar en la política internacional, el mismo año que se declaró en campaña presidencial ofreciendo construir el Socialismo del Siglo XXI.

Mommer (2021:14) comienza su libro afirmando que el factor tierra “fue absorbido por el factor de producción capital [y] los recursos naturales pasaron a ser invisibles al quedar, definitivamente, subordinados al capital”. A pesar de la importancia que reiteradamente da al concepto de renta de la tierra, su visión polarizada de la política no pretende reintroducir a los terratenientes como actores independientes de la izquierda o la derecha. Mommer se limita a parcializarse a favor de la defensa de “los pueblos” contra la “intransigencia” del “capital internacional” como si, en sus términos, bastara que los recursos naturales quedaran “definitivamente, subordinados” al trabajo, por tanto, a la izquierda, para ser visibles. Si todo fuese tan simple, no es evidente que sea más relevante para Mommer distinguir entre renta y salario que para las presuntas Ciencias Económicas hacerlo entre renta y ganancia.

  1. La “verdadera” siembra del petróleo

A partir de la página 9 del Informe de Gestión Anual de 2007, publicado por la “Nueva PDVSA con Visión Nacional, Popular y Revolucionaria”, Rafael Ramírez Carreño, entonces Ministro del Poder Popular para la Energía y Petróleo y Presidente de PDVSA, presenta “los grandes e importantes retos que tenemos por delante, con el compromiso de hacer realidad la verdadera siembra del petróleo”. En la página 34 del mismo informe se registra que Mommer “fue nombrado Director de PDVSA y Viceministro de Hidrocarburos” en 2005.

Era de esperar que, al publicar un nuevo libro, 15 años después de aquel Informe, Mommer explicara con detalle en qué consistiría la “verdadera” siembra para la “nueva” PDVSA. En Baptista y Mommer (1992) ya había expuesto las diferencias entre las implicaciones del término para Uslar y Betancourt. Sus precisiones, en parte recogidas en Mommer (2021), hacen insatisfactorios algunos tratamientos posteriores, como el de Crazut (2006), comentado por Balza (2009). Sin embargo, en esta oportunidad dice muy poco:

Para Hugo Chávez, el fracaso de la IV República no se debió a la política petrolera, sino sólo al fracaso en la siembra del petróleo… Así, él retomaría la siembra del petróleo y no tenía dudas que un Gobierno de izquierda, bajo su presidencia, tendría el éxito que no habrían tenido los Gobiernos de derecha, desde Carlos Andrés Pérez en su primer Gobierno, hasta Rafael Caldera en su segundo Gobierno, a su juicio desinteresados del bienestar popular y corruptos [resaltado en por Mommer (2021:242)].

Incluso, aceptando su muy discutible clasificación de gobiernos como de derecha e izquierda [Balza (2021)], no parece posible que el fracaso de la derecha pudiera subsanarse con un éxito de la izquierda. El mismo Mommer (2021:249) reconoce la polarización de objetivos, al afirmar que “el desarrollo del capitalismo en un país petrolero como Venezuela, inevitablemente originaría una discusión entre la Derecha y la Izquierda, sobre quiénes deberían beneficiarse de la bonanza fiscal”. Sin embargo, sobre el carácter distintivo del Gobierno autodenominado de izquierda del que formó parte, Mommer (2021:243-244) dice muy poco:

Chávez también insistía en que las diferencias salariales entre ingenieros y trabajadores de niveles menores [en PDVSA] debían reducirse, conforme a su discurso político en torno al ‘Socialismo del Siglo XXI’. Con base en este mismo discurso, también se restringió el espacio del sector privado en general, en particular en el campo. En consecuencia, aunque se gastaron sumas importantes en la formación de capital humano a nivel popular, la capacidad gerencial nacional se fue reduciendo significativamente.

Rafael Ramírez fue más explícito en la página 119 del Balance de la Gestión Social y Ambiental de PDVSA en 2009. Entonces relaciona la “verdadera” siembra petrolera, el Socialismo del Siglo XXI y el desarrollo social con el uso de recursos (se les denomine ingreso o renta) aportados directamente por la empresa petrolera:

Los aportes para desarrollo social del país efectuados por PDVSA durante el período 2001-2009 se dividen en: apoyo a misiones, programas sociales y planes de inversión social, muchos de estos aportes se realizan a través de fideicomisos constituidos con instituciones financieras gubernamentales, con el aporte proveniente del fondo de Empresas de Propiedad Social (EPS), el Fondo Especial para el Poder Popular (FOPO) y contribuciones al Fondo de Desarrollo Nacional (FONDEN) y al Fondo para el Desarrollo Económico y Social del País (FONDESPA). Adicionalmente, con la finalidad de profundizar en la verdadera siembra del petróleo, la Junta Directiva de PDVSA en el año 2006 aprobó que 10 % del monto que se invierte en obras y proyectos petroleros de todas sus filiales, sea dedicado a desarrollo social, en las áreas de educación, vialidad, salud, infraestructura de servicios y economía social, entre otros; a fin de profundizar la transformación social, en las áreas de influencia de nuestras operaciones. El Desarrollo Social en PDVSA está orientado hacia la construcción del Socialismo Bolivariano y su significado es la consolidación de una nueva estructura social justa e incluyente, en la cual prevalecen los más altos valores de solidaridad e igualdad social que se traduce en nuevas formas de producción, apropiación y distribución de los recursos económicos.

PDVSA
Crédito: PDVSA

Mommer era parte de la Junta Directiva de PDVSA que aprobó un monto para “profundizar en la verdadera siembra del petróleo” en 2006. Sin embargo, y aunque dedica algunas páginas al Fondo de Inversiones de Venezuela en 1974 y 1982 y hace algunos comentarios sobre el Fondo de Inversiones Internacional de Noruega, no dice nada sobre los Fondos alimentados por PDVSA en 2009. Mommer (2021:242) sólo hace referencia a un Fondo posterior:

…la República Popular de China le ofreció crear un Fondo Pesado, con préstamos destinados a sostener su plan de siembra del petróleo. En definitiva, para 2013 –Hugo Chávez falleció en marzo de 2013–, si bien la deuda pública convencional por habitante era esencialmente la misma que en 1998, en realidad se había duplicado, tomándose en cuenta el endeudamiento de PDVSA y el Fondo Pesado Chino

Que no mencionara el FONDEN es una pena, entre otras cosas porque, para crearlo, Rodrigo Cabezas utilizó la Teoría del Capitalismo Rentístico de Asdrúbal Baptista (1997) en su exposición de motivos, pretendiendo justificar la reforma de la Ley del BCV en 2005 con un libro que no tenía en cuenta aspectos monetarios [Varios (2005), Balza (2005)]. Que Mommer no mencionara el Fondo de Estabilización Macroeconómica, vaciado por Chávez en 2003, también es una pena, teniendo en cuenta sus comentarios sobre la “limitada capacidad de absorción productiva de la renta petrolera internacional” como tema crucial, velado en las discusiones públicas por el “fantasma de la corrupción” [Balza (2013, 2017)].

  1. “Sin pelos en la lengua”

El libro de Mommer es valioso porque su autor fue testigo y protagonista de eventos determinantes en la historia petrolera venezolana. Sólo como testigo, Mommer (2021:190 y 193) podía escribir, por ejemplo, que en 1990:

Sosa Pietri era un hombre de hablar franco lo cual, dentro del ambiente de PDVSA, era una característica absolutamente excepcional… no tenía pelos en la lengua. No obstante, su posición sólo reflejaba el discurso dominante y ampliamente difundido –aunque fuese en voz baja–, dentro de PDVSA y del empresariado nacional en general.

Pudo dedicar más páginas a lo aprendido en la “práctica”, pero prefirió releer documentos escritos por destacados políticos venezolanos durante mediados del siglo XX. Como testigo pudo contar cuál era “el ambiente” en la Nueva PDVSA desde 2005, y qué se decía en ella “en voz baja” con respecto, por ejemplo, al Plan Siembra Petrolera, al endeudamiento y a los aportes a Fondos parafiscales, pero prefirió no hacerlo. Pudo prolongar su investigación, iniciada en 2018, hasta explicar el vínculo entre PDVSA y el BCV como causa de la hiperinflación iniciada en 2017 [Balza (2018)], pero prefirió hacer la crónica del Caracazo, de los golpes de estado de 1992 y 2002, de la política petrolera hasta 2004 y, luego pasar a vuelo de pájaro por los años de su propia peripecia vital, hasta detenerse en 2013 con la muerte de Chávez.

Pudo dedicar algunas páginas, aprovechando haber tenido la posición de Gobernador por Venezuela desde 2008, a explicar las decisiones de la OPEP después de 2013, cuando cayeron los precios del petróleo, pero prefirió contar de nuevo su versión de la historia de los tiempos de Pérez Alfonzo. Dedicó al Gobierno de Hugo Chávez menos de 25 de más de 300 páginas publicadas. Lo menciona 56 veces, mientras a Betancourt, con quien no compartió funciones de gobierno, lo nombra 68 veces. Nicolás Maduro, quien fue Presidente de la Asamblea Nacional entre 2005 y 2006, Canciller de Venezuela entre 2006 y 2013 (luego de Alí Rodríguez Araque), sucesor designado por Chávez para las elecciones por la Presidencia de la República en 2013 y en presidente desde entonces, no es mencionado ni una vez.

Afirmaciones como, por ejemplo, que “Arturo Uslar Pietri se convirtió, desde 1936, en el vocero de la Derecha” y su “lenguaje… se adaptaría al de las Ciencias Económicas” en 1945, permiten conocer mejor a Mommer (2021:249 y 145) que a Uslar, o a las Ciencias Económicas. Puede decirse de su marco analítico lo mismo que él dice de las teorías económicas y métodos de recolección e interpretación de datos empíricos publicados hoy: según Mommer (2021:82 y 161) las Ciencias Económicas son presentadas “como un modelo de la realidad, y cuando choca con ella, el problema es la realidad”. Muy posiblemente, su ignorancia sobre lo ocurrido en economía desde fines del siglo XIX le lleve a afirmar que, por ejemplo, “el PIBP (BCV), a precios constantes, no tenía sentido para nadie, ni siquiera para los economistas”. Sin embargo, a pesar de sus carencias, por lo que cuenta y por lo que calla, leer este libro tiene mucho sentido. Hasta para un economista.


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