En Venezuela la crisis de representación es de larga data. Una breve referencia a la situación de finales del siglo pasado, para luego centrarnos en lo que ha ocurrido en el país durante los últimos años es lo que sigue
En la década de los noventa Mainwaring y Scully (1993), calificaron a Venezuela, Costa Rica, Chile y Uruguay como países en los cuales las organizaciones partidistas eran moderadamente fuertes, y por tanto contaban con sistemas de partidos institucionalizados-democráticos. En el caso de nuestro país, afirmaron que este proceso ocurrió a partir de 1958, asegurando que ningún sistema presidencial en el mundo era tan fuerte como el venezolano.
Para complementar esta breve referencia del pasado, encontramos el clásico trabajo de Juan Carlos Rey (1991: 11) denominado La democracia venezolana y la crisis populista del sistema populista de conciliación, en el que describió a nuestro sistema como “populista de conciliación de élites”. Este modelo, centrado en la representación a través de los partidos políticos, consistía en:
El reconocimiento de una pluralidad de intereses heterogéneos tanto de las mayorías como de las minorías, y en la creación de un sistema de negociación y acomodación entre ellos, que se expresa en un conjunto de mecanismos y reglas peculiares para la toma de decisiones obligatorias para el conjunto de la sociedad.
El politólogo señalaba en 1991 que el modelo venezolano en el marco de los gobiernos dictatoriales que dominaban la región no solo era extraordinario, sino que se consideraba como un modelo a seguir en lo que a transiciones políticas y consolidación democrática se refiere.
Con la implosión de este modelo y el colapso del sistema de partidos, Venezuela ha experimentado una crisis de representación política. El chavismo personalizó totalmente la política y gobernó bajo una dinámica polarizadora que la oposición lamentablemente también asumió. Luego del fallecimiento del presidente Chávez, el país entró en otra dinámica: el PSUV controla férreamente el poder, pero no se ha institucionalizado, y los partidos de oposición, agrupados en diversas fórmulas de cooperación como la Mesa de la Unidad Democrática y la Plataforma Unitaria, tampoco han logrado mayores niveles de organización más allá de lo electoral.
En la actualidad pueden verse muy claramente dos tendencias en la sociedad venezolana: la primera, la despolarización, y la segunda, la desconfianza de las instituciones. Para analizar estas tendencias tomaremos datos de encuestas recientes.
Despolarización
A partir de 2015 las encuestas nacionales han venido reflejando un creciente proceso de despolarización que, si bien no se reflejó a nivel del liderazgo político, sí ha sido muy marcado en las comunidades; por lo que persistir en narrativas polarizantes aleja a los ciudadanos de la política.
En el pasado existían dos polos muy definidos: el chavismo y la oposición. En los primeros años del milenio los ciudadanos se definían políticamente en función del chavismo-antichavismo. Esto quedó en el pasado, pues entre los años 2018 y 2019 más de un tercio de los ciudadanos no se identificaba con el gobierno ni con la oposición. Para 2023, según la encuestadora Delphos, el 55,1 % de los encuestados se consideraba fuera de los polos políticos.
La despolarización creciente muestra un proceso que ha roto más de dos décadas de desencuentros y disputas y que apunta hacia valoraciones más asociadas a necesidades particulares y colectivas. La violencia política y los desencuentros que profundizaron las diferencias entre venezolanos han venido abriendo el camino hacia la reconciliación.
El desapego de los ciudadanos por los partidos políticos y polos de poder también se orienta hacia una búsqueda de nuevos liderazgos. En 2019, según la firma Consultores 21, el 73 % de los venezolanos clamaba por la necesidad de nuevos liderazgos. Este vacío se expresa en las valoraciones positivas que mantiene Chávez diez años después de su muerte, que según la encuestadora Datanálisis es del 56 % contra el 22 % de Maduro.
Incluso, cuando se les preguntó a los ciudadanos por el líder principal de la oposición en 2023, según Delphos el 33 % creía que ninguno y el 16,5 % señalaba que no lo sabe.
Instituciones mejor valoradas
Una de las muestras de desafección política ha sido la desconfianza creciente de los ciudadanos en las instituciones.
Desde 2015 la encuestadora Delphos señalaba entre las instituciones más confiables a la empresa privada, los estudiantes, las universidades y la Iglesia católica. Este ranking no ha sufrido mayores variaciones en la actualidad. Actores políticos como la MUD y el PSUV tienen niveles de confianza que no superan el 25 %.
Es importante destacar que incluso en los momentos más duros de la crisis económica y la escasez de los productos de la canasta básica (años 2015 y 2016), la empresa privada era bien valorada por la población, lo cual indica que la opinión pública no los hizo responsables de la situación.
Actualmente se ha afianzado la tendencia a considerar como más confiables a los estudiantes y a las universidades. Este dato apunta también a la desafección de los ciudadanos hacia la política, y la búsqueda de otro tipo de referentes, que en este caso carecen de concreción; pero que claramente apuntan hacia la esperanza de un futuro mejor.
Por otra parte, la encuestadora Delphos ha reflejado desde el año 2018 el deseo de cambio que tiene más del 80 % de la población. No menos importante es que en 2023 el 60,6 % de los encuestados consideraba que son los ciudadanos los llamados a consolidar el cambio. Esta respuesta constituye un indicativo del cambio de percepción de la ciudadanía con respecto a su poder real.
Por otra parte, los partidos políticos no recuperan la confianza de la población. En 2022 el 64,3 % de los ciudadanos no tenía confianza en el PSUV, y la MUD no mostraba mejores números, obteniendo un 55,2 %. Esto muestra también cómo ha operado el proceso de despolarización y la falta de referentes en ambos lados del espectro político.
Otro dato que debe llamar la atención al liderazgo del país es que, según la encuestadora Datincorp (2023), el 70 % de los ciudadanos se encuentra decepcionado de la política y los políticos.
Estos datos expresan que existe un abismo entre el ciudadano y las opciones de representación, por lo que continúa abierto un espacio para el surgimiento de outsiders y búsqueda de alternativas en el marco de la antipolítica.
Ante la elección presidencial
Desde 2022 los estudios de opinión pública apuntan que el deseo de cambio en la población está vinculado con la participación electoral, y muy especialmente con la elección presidencial del 28 de julio. La intención de votar en esta elección se mantiene bastante elevada; la encuestadora Datanálisis señaló que el 60,9 % de los ciudadanos está absolutamente decidido a votar.
El contexto electoral es un momento propicio para trabajar a favor de la participación y la exigibilidad de los derechos políticos. Reconstruir la confianza en el liderazgo político y en las instituciones es un proceso que requiere tiempo, pero desde la sociedad civil se pueden dar importantes pasos a favor de la organización social.
En tiempos de crisis se hace difícil dirigir la mirada más allá de la coyuntura, pero es indispensable si queremos vivir en democracia.
Referencias
Datincorp. (2023): Si las presidenciales fueran hoy los candidatos con más oportunidad serían María Corina Machado y Benjamín Rausseo.
Infobae. (2024): Una reciente encuesta mostró que el 60% de los venezolanos planea votar el 28 de julio.
MAINWARING, S. y SCULLY, T. (1997): La institucionalización de los sistemas de partidos en América Latina.
Politikaucab. (2023): 85,2% de los venezolanos quiere un cambio de gobierno.
Runrunes. es. (2015): UCAB revela cuáles instituciones son de mayor confianza para los venezolanos.
Politikaucab. (2022): 72,5% de los venezolanos aspira a un cambio político para superar las crecientes desigualdades sociales.
REY, J. (1991): La democracia venezolana y la crisis del sistema populista de conciliación de élites.
SANTAEULALIA, I. y QUESADA, J. (2023): Chávez gana en las encuestas diez años después de su muerte.