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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Realidad de la juventud en la política venezolana

Crédito: EFE David Fernández

Por Gilberto Ruiz

“El deber de la juventud es desafiar la corrupción”.

-Kurt Cobain.

La juventud venezolana manifiesta no tener interés en la política. Y es que, durante las últimas dos décadas, las diferentes generaciones han protagonizado multitudinarias protestas enmarcadas en episodios de represión que se escenificaron a lo largo y ancho del país, especialmente entre los años 2014, 2017 y 2019, lo que se ha convertido en una encrucijada y un especial factor de desinterés para una sociedad que cada vez se aleja más de la política.

Debido a la mala práctica de la política, el total control por parte del Gobierno de turno —el mismo con tendencias autoritarias— y el incumplimiento de las expectativas de la población, se ha contribuido a generar desapego y desconfianza en los jóvenes hacia los partidos políticos.

Hoy en día en el país existe una realidad y es que los jóvenes no se involucran en la política, quizás por las decepciones que nos hemos llevado a lo largo de este periodo de lucha continua sin ver, tal vez, resultados palpables.

En Venezuela, el porcentaje de empleados públicos podría llegar a ser un 70 %, lo cual representa 5 millones de trabajadores que deben lidiar entre expresar sus creencias o conservar el puesto de trabajo.

Muchos de estos puestos son ocupados por jóvenes que, al desenvolverse en un ambiente laboral dominado por el Estado, no se involucran en la política por ver en riesgo su empleo; además, han salido a la luz casos en los que se evita contratar a jóvenes que han hecho política, más aún si ha sido en oposición al Gobierno. Este panorama se evidencia tanto en instituciones del Estado como en empresas privadas.

Jóvenes sumergidos en la realidad de un país en pendiente

La sociedad venezolana refleja una juventud que no ve en la política un mecanismo de crecimiento para generar cambios. La relación del Estado con la sociedad y, especialmente, con la juventud del país, se cierra cada vez más debido a la libre expresión y el pensamiento crítico, si no le eres útil para la consolidación de su sistema y/o ideología en el país, no eres apto o tomado en cuenta. Esto sin duda ha sido uno de los factores que han llevado a la juventud a ser ajena a la política en Venezuela. 

Muchos jóvenes que se encuentran en el país han tenido que ingresar en universidades o institutos donde no querían estar por la necesidad de encontrar una opción de estudio y trabajo en corto plazo. Sin embargo, según la Encuesta Nacional de Juventud (ENJUVE), realizada por investigadores de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), en el 2021 el 37 % de los jóvenes del país no trabajaban ni estudiaban. La investigación reveló un aumento significativo en la cantidad de jóvenes que se han visto en la necesidad de dejar los estudios debido a la situación económica que envuelve al país.

El nivel educativo en Venezuela ha decaído al pasar los años. La creencia revolucionaria y el adoctrinamiento de los jóvenes a través de los programas pro socialistas ha traído como consecuencia no tener una educación libre y de calidad que permita el desarrollo personal y colectivo de la juventud venezolana.

El abandono de las aulas es evidente, ya que la juventud busca mejorar su vida a través de trabajos informales para poder sobrevivir y llevar el pan de cada día a sus hogares. Otro escenario que no es ajeno a la que se vive en Venezuela es la de miles de jóvenes que han emigrado a países hermanos, donde las oportunidades para la mayoría son precarias e incluso son expuestos a trabajos en los que carecen de seguridad, cobran salarios más bajos y poseen una protección social limitada y pocas prestaciones o ninguna, poniendo en riesgo su vida y su libertad.

Otra razón es, sin duda, la represión, la persecución y el amedrentamiento por parte de la coalición de poder hacia los jóvenes y los ciudadanos en general. El Gobierno ha sembrado una sensación de miedo en la población venezolana y, debido a esto, la misma se ha alejado de la política puesta en práctica. Sin embargo, existe una realidad no favorable para la coalición de poder, y es que por más control que posean de manera física, los jóvenes somos irreverentes y siempre vamos a apostar por nuestras convicciones de ser libres y vivir en una Venezuela de calidad, conveniente y llena de oportunidades.

Frente a esa realidad, todavía existen jóvenes decididos a cambiar el destino de nuestro país y reconstruir el tejido social en Venezuela desde diferentes espacios, pero con un objetivo claro y que nos une al final del camino. Existe una juventud que se levanta día tras día trabajando y buscando esas oportunidades de crecimiento colectivo en diferentes lugares del territorio nacional, en comunidades y barrios donde las asociaciones civiles no se rinden y siguen apostando en una población que no distingue entre jóvenes y adultos mayores.

La juventud venezolana tiene un gran reto y es el discernir entre tanta vieja práctica de la política y seguir innovando en el desarrollo de la población, desde nuestras comunidades, barrios, universidades, escuelas, liceos, centros deportivos, culturales y todos los espacios públicos que día a día estamos destinados a transformar a través de cientos de organizaciones dedicadas a la recuperación de la ciudadanía que nos han querido robar estos últimos años.

Los jóvenes debemos tener la convicción de que lograremos tener una mejor Venezuela, diseñada y planificada para el crecimiento de la nación y de cada uno de nosotros.

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