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Rafael Garrido: “Tenemos que capacitarnos para producir”

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1481344950432“La Iglesia Católica en Venezuela tiene en este momento la gran misión de reconstruir en primer lugar a la persona cristiana y en segundo lugar a la sociedad venezolana”, sostiene Rafael Garrido, nuevo provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela

María De Lourdes Vásquez

El próximo 22 de diciembre Rafael Garrido sj. asumirá su cargo como nuevo provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela, tras formar parte del equipo de Consulta del provincial saliente, Arturo Peraza Celis. Garrido es licenciado en Teología y tiene una amplia experiencia en el trabajo comunitario con jóvenes a través del Movimiento Juvenil Huellas. Asume la tarea de dirigir a los jesuitas venezolanos en un momento de una profunda crisis institucional en el país y desconcierto de la población en torno al futuro.

-Tenemos una crisis de vocaciones que es general en la Iglesia, pocos muchachos están ingresando a los seminarios, pocos se están graduando. Ustedes tienen un trabajo muy amplio e imagino que se apoyan en el laicado, ¿pero en el caso específico de las vocaciones al sacerdocio cómo están haciendo?

Desde hace tiempo hemos visto el horizonte vocacional ya no solo para ser jesuita. Nosotros ahora vemos este tema como la vocación en la Iglesia, la vocación cristiana. Por eso nos proponemos que en nuestras obras todas las personas se planteen su proceso vocacional, especialmente los jóvenes.

Estamos trabajando en la pastoral juvenil e incentivamos a los jóvenes para que de allí puedan salir vocaciones a la vida religiosa en la Compañía de Jesús.

Pero sin duda que la disminución de Números nos plantea el reto de la configuración de las obras, del modo de llevarlas adelante, también la forma como organizamos nuestras comunidades religiosas.

– ¿Cuántas comunidades religiosas tienen ahorita?

Tenemos 15 comunidades en todo el país. Al inicio del año escolar en curso éramos 133, pero ya han disminuido.

– ¿A ustedes los rotan por los diversos países o están permanentemente en una provincia?

Hoy día debido a los retos de la globalización tenemos etapas de formación en común. En Latinoamérica tenemos noviciados comunes. Las etapas de formación ignaciana son Noviciado, estudio de Filosofía, Magisterio –etapa de trabajo apostólico-, luego viene Teología para los que van a ser sacerdotes, los hermanos no siguen este mismo ritmo de formación. En Venezuela tenemos Noviciado, Filosofado y Magisterio. Para estudiar la etapa de Teología hay tres lugares en Latinoamérica: Brasil, Chile y Colombia. También pueden ir a España o Roma dependiendo de la vocación de la persona, si el aspirante, por ejemplo, ha definido claramente que se quiere especializar en biblia es mejor que vaya a Roma porque tiene que aprender cinco idiomas.

– ¿Cuáles son los retos de la provincia?

Primero poder dar estructura a las necesidades, especialmente a los más pobres en Venezuela, y hacerlos sujetos de su historia y sobre todo sujetos eclesiales. Que ellos puedan escribir su historia, no como beneficiarios de una labor social, sino como sujetos constructores de vida, solidaridad, paz y de todos los retos que el país tiene.

– ¿Se trata de que la gente se empodere de sus propias soluciones?

Sí, y de sus propuestas. Que sean capaces de apropiarse de sus problemas para solucionarlos de una manera comunitaria, solidaria.

Luego algo que estamos tratando de impulsar con mucha fuerza es la construcción de tejido social, es muy importante para la sociedad venezolana el poder hilar toda esa cantidad de esfuerzos que se hacen a través de organizaciones y de personas para tejer la sociedad, porque yo creo que estamos muy desvinculados. Hay experiencias de redes y especialmente de redes de organizaciones de desarrollo social, pero todavía no hemos constituido un sujeto social cohesionado, que nos permita como sociedad responder bien sea las necesidades que tenemos o a aquello con lo que no estamos de acuerdo. Apuntalar las experiencias que pueden llevar a la construcción del tejido social también es un reto para los jesuitas.

También está el tema del laicado formado en la Iglesia que participa y que asume su vocación. Y por supuesto que lo hacemos desde nuestro carisma que es la espiritualidad ignaciana.

Otro reto es la apuesta por formación de los jóvenes. Yo particularmente vengo de trabajar en el Movimiento Juvenil Huellas. Tenemos colegios, casas hogares, pero además tenemos una pastoral juvenil bien estructurada. La intención primero es la evangelización juvenil y, desde ese modelo de personas, plantearse el proyecto de vida. Tenemos un programa de formación por etapas, por grupos.

-Menciona conceptos que ya he oído en otras instancias: la formación de redes sociales, el empoderamiento juvenil y el trabajo por la construcción de un proyecto de vida. ¿Están trabajando con otras organizaciones en ese sentido o lo hacen solo en el conjunto de los diferentes movimientos católicos?

Las vinculaciones en redes las hacemos a través de las obras que tenemos en la Provincia. Por ejemplo, el Hogar Virgen de los Dolores se vincula con las organizaciones que atienden a niños y adolescentes con necesidad de abrigo. Fe y Alegría es una gran red ella misma, pero también se vincula a través de AVEC (Asociación Venezolana de Educación Católica) y otras organizaciones. Con el Movimiento Juvenil Huellas y Oscasi, del Colegio San Ignacio, estamos vinculados a Redsoc, además con Avesoc nos vinculamos a las organizaciones dedicadas a temas de salud.

Con respecto al proyecto de vida, hablo desde las experiencias de cinco años de trabajo en el Movimiento Juvenil Huellas, hace muchísima falta la inclusión del joven no como futuro solamente, sino también como presente. El joven de hoy necesita espacios de protagonismo en los proyectos en los que participa, no puede ser tomado como un depósito al cual los adultos vamos a llenar de contenidos, por eso las propuestas tienen que ser participativas, la construcción del proyecto de vida tiene que ver con la posibilidad de hacer que ellos lo construyan. Las necesidades de los jóvenes son inclusión, participación y acompañamiento.

Los jóvenes quieren hacer muchísimas cosas y están en la edad de hacer muchísimas cosas, pero en Venezuela hoy día hay muy pocas oportunidades. Hay que abrirles espacios de participación real.

– ¿No estamos dándoles responsabilidades a los muchachos?

No les estamos dando suficientes responsabilidades, ni planteándoles los problemas a ellos. Cuando uno tiene una dificultad y se la plantea a los jóvenes encuentra muchísimas respuestas creativas. Es verdad que el acompañamiento también es importante, porque son jóvenes y no podemos pedirles que pasen a otra etapa de más adultez, ellos tienen también que equivocarse y aprender a corregir, tener la experiencia, pero hay que apostar por ellos.

Está el tema de la formación laboral de estos jóvenes. ¿Hacia dónde se dirige Venezuela en términos de la formación del sujeto que pueda hacer productivo el país?

Fe y Alegría ha apostado por la educación técnica y prácticamente todos los colegios de la red son de educación técnica en alguna rama. Todo eso, convencidos de que tenemos que capacitarnos para producir y tiene que planificarse esa producción. Pensar en cómo vamos a hacer para recuperar la capacidad productiva de las personas, para que el país produzca lo que necesita y tenga la capacidad de exportar.

– Todo este trabajo no lo hacen solo 130 personas. Imagino que tienen un fuerte movimiento laicos, asociados y hermanos.

Hay muy pocos hermanos, si la vocación a la vida religiosa ha mermado mucho, la vocación de hermanos mucho más. En esta provincia entre los jóvenes tenemos solo un hermano y de los más abuelitos quedan unos cinco. ‘

Para mí la clave en esta provincia ha estado en que cada día nos hemos ido convenciendo más de que la misión es la misión de Jesús, y la llevamos adelante jesuitas y laicos en conjunto.

Antes en un colegio los rectores siempre fueron jesuitas, hoy tenemos laicos en algunas rectorías de colegios, es caso del Loyola Gumilla de Puerto Ordaz y en el Jesús Obrero de Los Flores de Catia. Los otros dos colegios propios, San Ignacio de Loyola en Caracas, y San Luis Gonzaga en Maracaibo, los llevan jesuitas.

– ¿Cómo está el noviciado?

Ahora mismo tenemos 6 novicios, el noviciado está ubicado en Barquisimeto, es una etapa para ir descubriendo la vocación.

Pero yo estoy convencido de que el trabajo vocacional es de todo cristiano. Nosotros podemos poner todos los medios para que las vocaciones que surjan puedan encontrar su cauce, pero a fin de cuentas creemos que quien llama es Dios Padre de Jesús y él nos recomendó que pidiéramos obreros para la mies. Un reto nuestro es que todo cristiano se pregunte por su vocación y se capaz de vivirla ya sea como esposo, esposa, religioso, religiosa o sacerdote y para eso hay que plantearse la pregunta.

– ¿Cómo se vincula la compañía de Jesús con el sacerdocio diocesano y las otras órdenes religiosas? Porque el trabajo de descubrir las vocaciones ha de ser una tarea de todos.

Primero creo que hay que reconocer que pudiéramos vincularnos muchísimo más.

Lo segundo es que hay experiencias de vinculación regionales, a nivel nacional quizás hay menos, pero es un trabajo enriquecedor para la Iglesia el poder generar este tema -la búsqueda de vocaciones- como una instancia en la que nos vinculemos todos. No tener miedo o recelo con el resto de los carismas. Lo que más nos interesa a todos y en lo que debemos estar unidos es en que todo cristiano descubra el llamado de Dios y lo siga. Porque sin duda siempre serán menos los llamados a la vida religiosa sacerdotal.

– ¿En el corto plazo que tareas tendrá que asumir usted?

Lo primero es la gestión de cada una de las obras, el modelo que asumamos va a determinar la continuidad y la renovación de las mismas. Pero también las necesidades del país nos ponen ante el reto de revisar la pertinencia de las obras que tenemos o de las que debiéramos tener. Preguntarnos en qué ámbitos debemos poner nuestro empeño.

Acabamos de celebrar 100 años del regreso de los jesuitas a Venezuela, fue el último país de la región en abrir la puerta los jesuitas. Antes habían venidos unos de avanzada, pero llegaron a escondidas. El nuevo padre general, Arturo Sosa, dice que una de nuestras características es ‘luchar por aquello que parece imposible’.

-Los católicos tienen en este momento una serie de solicitudes para la Iglesia: revisar el celibato, la participación de la mujer en la vida de la Iglesia, el aborto y la contracepción. ¿Cómo se plantean ustedes todos estos temas que son de discusión general?

Lo que te puedo decir es que los jesuitas somos muy diversos como para resumir todo ese pensamiento en una sola palabra, o en una sola postura ante esas realidades. Pero una característica de la Compañía de Jesús desde su fundación es el apostolado intelectual, el jesuita se involucra en su trabajo, lo reflexiona para proponer y volver a reflexionar sobre él. Esa reflexión debe ser de calidad, espiritual e intelectual, por eso la Compañía apuesta muchísimo por la formación de cada uno de sus miembros, para que pueda responder allí donde está de manera discernida a cada planteamiento.

– ¿Considera usted que hay resentimiento en Venezuela y, si es así, cómo hacer para superarlo?

La Iglesia Católica en Venezuela tiene en este momento la gran misión de reconstruir en primer lugar a la persona cristiana y en segundo lugar a la sociedad venezolana. Si hay víctima y victimario ambos tienen tiene que reconstituirse. Yo no puedo como víctima solamente desear eliminar al victimario y la sociedad tampoco puede pensar que la solución es eliminar al victimario. Desde mi perspectiva, la solución es que la víctima se reconstituya y el victimario también. En las situaciones de injusticia esto es clave.

Hay que recuperar el poder fundarnos en nuestras fortalezas y, más que el criticar nuestras debilidades, hay que construirnos, volver a salir a la calle para que nos veamos sin miedo, para que nuestra sociedad camine democráticamente hacia la construcción de instituciones que permitan esa reconstitución del país.

Fuente:

http://www.eluniversal.com/noticias/caracas/rafael-garrido-tenemos-que-capacitarnos-para-producir_630776

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