Israel David Velásquez
Los problemas políticos, económicos y sociales del país lejos de superarse, empeoran con el pasar de los días. Solamente basta con salir a la calle y nos encontramos que el rostro alegre y fraterno característico del venezolano, se ha transformado en una mirada cansada, agotada y triste, ante el temor e incertidumbre que genera no observar avances en la solución a la crisis. No obstante, “para los vivos, aún hay esperanza” (Ecl. 9, 4), estar vivos va más allá de que el corazón siga latiendo. En medio de esta cruda realidad, el país nos necesita despiertos, colaborando, motivando, acompañando y concibiendo acciones concretas que busquen cambiar la realidad de la que somos testigos.
Es cierto que parece imposible dejar los miedos y la desesperanza a un lado, sin embargo, por el bienestar del país y las generaciones futuras nos toca invocar una virtud heroica de lucha ante las injusticias, con paciencia y fortaleza, tal como lo hizo Jesús de Nazaret y que Thomas Moro santo y mártir de la Iglesia Católica en su obra “La Agonía de Cristo” resume y ha servido de inspiración para este artículo.
Hoy en día es necesario que cada venezolano reflexione ¿Cuál está siendo su actitud frente a la crisis?, estamos trabajando por cambiar la realidad o como los apóstoles en Getsemaní nos hemos dormido cuando es tiempo de mantenerse despiertos y en vela. A todos los que les tocó vivir en otra Venezuela y que añoran volver a esos tiempos hoy ella les dice; Yo hice tanto por ti y ahora ¿te duermes?, te hice sujeto de honores y ahora ¿te duermes?, hoy que me están arrastrando al olvido ¿ustedes se duermen? Cuando escucho hablar de ¿Cómo era Venezuela? más allá de la historia política que ha tenido un rol de antagonista, escucho que existían oportunidades para los que decidían esforzarse, donde a base del petróleo y teniendo como carta de presentación los paisajes de montañas y mar junto con el gentilicio diverso de nuestro país, aunque siempre fraterno, se abrían muchas puertas a nivel internacional y llenaban de honores a sus habitantes.
Se es venezolano en los tiempos de bonanza y también se necesitan de venezolanos en los tiempos difíciles, el miedo al peligro debe aumentar nuestro amor, esperanza y fervor por el país, que la prosperidad en algún momento pudo enfriar o convertir en puras declaraciones platónicas. Las generaciones mayores están llamadas a no imitar la conducta de Judas, quien abandonó a Jesús luego de participar de sus favores. Hoy no se puede abandonar al país luego de que disfrutamos de sus beneficios, es como aquél capitán que por miedo a la tormenta abandona el timón y busca refugio mientras entrega el barco a la furia de las olas.
A mi generación, los que llegamos al mundo luego del año 1990, nos toca ser protagonistas y vivir con la esperanza de conocer una Venezuela mejor a la actual y distinta a las que nos cuentan nuestros padres. De los 11 apóstoles, Jesús quiso tener a 3 de ellos más cerca; Pedro, Santiago y Juan, cada uno con un carácter y una misión diferente, y así como fueron testigos cercanos de su agonía en la oración en Getsemaní y cuando lo hicieron prisionero, también fueron de los primeros en contemplar el cuerpo glorioso del Señor. Hoy somos testigos de la agonía de nuestro país, Venezuela necesita de hombres fuertes y firmes, que resistan y aguanten las dificultades con libertad, teniendo sólo la esperanza de ser de los primeros testigos de un mejor porvenir.
Desde la oración de Jesús en Getsemaní, en la historia universal se ha venido repitiendo un triste y terrible contraste, mientras los hombres de buena voluntad se duermen y son pasivos en sus luchas, los enemigos del bien siembran vicios y parecen trabajar las 24 horas del día, se mantienen despiertos y ni contemplan dormirse. Es por eso que debemos perseverar en nuestras luchas por un país y un mundo más justo, de lo contrario, si nos quedamos en el dolor y la tristeza luego de contemplar las injusticias solo seremos recordados por la historia como simples seres compasivos.
En esta hora de agonía es necesario luchar por el país desde nuestros espacios, huir de las tribulaciones por miedo, comodidad o temor significa entregar a Venezuela a quienes tanto mal le han hecho y reconocer la derrota. Si, por el contrario, como pueblo decidimos avanzar y luchar, nada debemos temer porque tendremos el convencimiento de que hicimos nuestra parte. Los ciudadanos de buena voluntad, se enfrentan a personas ciegas por la ambición, deseo de poder y codicia que hacen alardes de su fuerza, no obstante, quien camina en oscuridad no sabe a dónde va y por lo tanto esto debe ser motivo de esperanza de que hay un mejor país por venir.
Es el momento de que cada venezolano le pregunte a su conciencia ¿Cómo contribuir a mejorar el país?, y luego de ello hacer lo que crea conveniente para así demostrar que estamos despiertos. Al hablar de huir y abandonar la lucha, no me refiero a los que deciden emigrar, muchos de los que están en el exterior tienen una mayor contribución que algunos que viven en el país. Los que decidimos quedarnos en Venezuela y echar la suerte con ella, cuando nos sintamos cansados y abrumados, recordemos la agonía de Jesús, que a pesar de ser un acontecimiento triste viene cargado de esperanza.