Carlos Torrealba Rangel*
En días recientes se realizó un Taller de Seguridad Ciudadana con vecinos de la urbanización Colinas de Bello Monte, dictado por la Fundación Aulas Abiertas, bajo el auspicio del Concejo Municipal del Municipio Baruta. De las cifras suministradas en materia de seguridad, hay una que es particularmente relevante en el caso de Caracas, porque explica en buena medida la sensación de desprotección que sienten los ciudadanos frente a la delincuencia y la criminalidad, a saber: la situación altamente deficitaria de funcionarios policiales municipales, de acuerdo con los estándares de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que establece que por cada mil habitantes debería existir, en un país como Venezuela, mínimo cuatro policías dedicados, exclusivamente, a las labores preventivas. Como seguidamente se apreciará, son datos escandalosos, que implican de por sí una deuda con la gran familia caraqueña respecto al número de uniformados que deben cuidar mañana, tarde y noche:
Municipio | Habitantes | Nº Policías | Déficit Policial | Déficit |
Libertador | 2.103.404 | 1.600 | 7.544 | 83 % |
Sucre | 656.556 | 860 | 1.994 | 70 % |
Chacao | 71.411 | 830 | (-) | (-) |
Baruta | 318.412 | 540 | 844 | 61 % |
El Hatillo | 70.757 | 147 | 161 | 52 % |
TOTAL | 3.220.540 | 3.977 | 10.023 | 72 % |
Fuente: INE, Fundación Aulas Abiertas y cálculos propios.
Cuando el caraqueño dice que no ve policías en las calles, avenidas, plazas y parques no está exagerando. Toparse con uno de ellos a veces es cuestión de suerte. En términos absolutos, el déficit es bastante alto. De acuerdo a los estándares de la ONU, Caracas debería tener 14.000 policías en condiciones de criminalidad controlada, que no es nuestro caso; por el contrario, lo ideal sería 24.000 policías, según la opinión del abogado y especialista en criminología Fermín Mármol García.
Por lo tanto, el déficit actual es de 10.023 policías, lo que significa que para un 72% de la población total de la urbe capitalina no existe protección policial preventiva. O dicho de otra manera, 3.977 agentes, de los cinco cuerpos municipales de policías, se encargan de velar por la seguridad de 3,2 millones de habitantes, lo que se traduce en un policía por cada mil habitantes. De los cinco municipios capitalinos, sólo el Municipio Chacao supera el estándar internacional en 520 funcionarios. En general, la situación deficitaria se agrava, entre otras razones, por las siguientes: 1) el gobierno nacional dispuso que los agentes tengan jornadas laborales de 8 horas; en consecuencia, para toda la ciudad estarán en la calle 1.326 policías por cada turno, en el mejor de los casos; 2) un porcentaje importante labora en áreas administrativas o están sometidos a procesos disciplinarios o penales, además del grupo dedicado a funciones de guardaespaldas o escoltas; y 3) la deserción policial por migración hacia la empresa privada, básicamente buscando mejores ofertas económicas; aunque también motivado por la cantidad de agentes asesinados para robarles el arma y la motocicleta. Así que el número de policías en la calle dedicados a labores de seguridad ciudadana es significativamente menor.
Para quienes viven en la capital de la República, la inseguridad reinante en las calles se ha convertido desde hace más de una década en un verdadero drama social, la principal causa de preocupación y angustia de los ciudadanos, siendo sin duda, un factor fundamental que afecta la calidad de vida y el desarrollo pleno de la familia caraqueña. Hoy no hay urbanización, barrio, avenida, calle o vereda donde no se esté a merced de la delincuencia. En realidad, ya no hay lugar seguro en Caracas. Por otra parte, el tema de la delincuencia ha penetrado tanto en la vida cotidiana que ahora no existe círculo social alguno donde no sea tema obligado de conversación, llegando a convertirse, en no pocas ocasiones, en una deprimente muestra de competición, para ver quien conoce el caso más accidentado, más extravagante o más dramático, sea de robo, secuestro o asesinato contra algún allegado.
Según un estudio del Instituto Metropolitano de Urbanismo, publicado en julio de 2012, la inseguridad ciudadana en Caracas se manifiesta en diversas expresiones según los municipios:
- En El Hatillo, predominan los robos de viviendas.´
- En Baruta, se registra la mayor cantidad de secuestros express.
- En Chacao, los robos y arrebatones a los transeúntes son lo más común.
- En Sucre, la atención de la policía se centra en los asaltantes de las colas (“cazacolas”), asaltos a transeúntes, hurto de vehículos, homicidios y tráfico de drogas.
- En Libertador, lideran los homicidios, robo de vehículos, robo a mano armada.
La prevalencia del miedo y la percepción de inseguridad en la vida cotidiana, ha hecho que los caraqueños cambien conductas o hábitos para evitar ser víctima de hurtos, robos o de algún otro hecho delictivo, como por ejemplo: dejar de ir a plazas, parques y bulevares, que son los espacios por excelencia de encuentro y esparcimiento propicios para las relaciones sociales entre las personas; privarse de disfrutar de una cena o de concurrir a algún espectáculo musical, teatral o deportivo, por temor a regresar a ciertas horas percibidas como altamente riesgosas; caminar mucho menos por las calles, especialmente, en aquellos lugares donde la luz artificial es bastante ineficiente e insuficiente; y, en casos más críticos, encerrarse en el hogar y abandonar el espacio público, con lo cual éste se convierte en “tierra de nadie”, fértil al florecimiento del delito. Todas consecuencias indeseables, que restringen la libertad para disfrutar la ciudad de manera segura y accesible para todos.
Ante este cuadro, ¿qué pueden hacer los ciudadanos? Posiblemente no haya una única respuesta a esta pregunta. No obstante, algunas experiencias que se vienen desarrollando en urbanizaciones de la ciudad están demostrando que la participación ciudadana es un elemento central en la búsqueda de soluciones efectivas para el problema de inseguridad, sobre todo cuando se establece una relación más estrecha entre la comunidad y los gobiernos locales. Esas experiencias ilustran que la participación en materia de seguridad ayuda a disminuir los índices de criminalidad en la misma medida que se logre motivar a los vecinos de una comunidad a participar más abiertamente en su reducción, porque al dotarse éstos del conocimiento de cómo actúan los ladrones o secuestradores, o cuáles son los crímenes que más se producen en la comunidad, disminuye las posibilidades que el delito ocurra, ya que no se da oportunidad a los delincuentes de actuar. Por eso hay que dejar de ser meramente reactivos y empezar a ser proactivos y ello se logra con participación y organización ciudadana.
Foto: Archivo El Nacional