Alfredo Infante sj*
El profeta Ezequiel (18,21-28) nos recuerda que Dios condena el pecado y busca salvar al pecador. Si el pecador se convierte vivirá. La vida está llena de oportunidades para recuperar y rehabilitar la Vida, el proyecto existencial. ¿Acaso quiero yo la muerte del pecador, dice el Señor, y no más bien que enmiende su conducta y viva?».
Por eso Jesús, en el pasaje que contemplamos hoy (Mt 5,20-26) nos dice «les aseguro que, si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el reino de los cielos». El punto es que los escribas y fariseos, expertos en la ley de Moisés, no sólo condenaban el pecado sino, también; condenaban al pecador. Pecado y pecador era un combo completo. Era una justicia si se quiere justiciera, y por ello inmisericorde, que daba por perdido al pecador.
En cambio, para Jesús, el centro es la dignidad humana, por ello apuesta por la rehabilitación de la persona, por su salvación. El pecado por muy horrible que sea no anula las posibilidades de rehabilitación, restauración, sanación de la vida. Los fariseos centraban su justicia en la ley, en el juicio; Jesús lo centra en la dignidad humana y en las posibilidades internas que la persona tiene para rehabilitarse, esto es la conversión.
El debate entre Jesús y los fariseos sigue muy actual. ¿Es posible la rehabilitación del pecador? ¿Cómo condenar el pecado y salvar al pecador? ¿Cómo hacerlo sin que haya impunidad? Todas estas son cuestiones a discernir hoy; más aún si afirmamos que todos, es decir todos, somos iguales en dignidad. Los grandes hombres de nuestros tiempos Monseñor Romero, Nelson Mandela, Gandhi, Martin Luther King, así lo creyeron y vivieron.
Oremos: Señor, líbranos de proclamar una justicia vindicativa que pierde la esperanza en la rehabilitación del pecador; ayúdanos a creer que la dignidad humana está por encima del pecado y que toda persona merece la oportunidad de la rehabilitación.
*Sagrado corazón de Jesús en vos confió*
Parroquia San Alberto Hurtado. Parte Alta de La Vega.
Caracas-Venezuela.