Antonio Márquez Sánchez
Venezuela hoy esta sitiada por el Estatismo hegemónico que marca la gestión del gobierno. A decir verdad, lo que comenzó como reacción del gobierno de Chávez al Carmonazo en 2002, se ha densificado hasta convertirse en una seria obstrucción constitucional. Específicamente, en lo socioeconómico y político, el problema ha adquirido un perfil crítico el cual amenaza hasta la propia sobrevivencia democrática de la sociedad civil y la misma sostenibilidad del país como patria libre y soberana. El pesado fardo del Neo-estalinismo ahoga la vida nacional y aleja cada vez más el desarrollo, a la par que el gobierno se asume eterno y omnipresente ante todo evento.
La juventud y el talento están emigrando hacia diversidades ignotas que, aunque inciertas hoy como resultados de vida, prometen esperanza y horizontes de mayor alcance y realización que las que impone un límite torcido por una ideología forzada, de escaso basamento en los aspectos prácticos de la vida.
Las fuerzas productivas- únicas capaces de generar acumulación y riqueza- están encadenadas a un orden que traba el desarrollo y la prosperidad. Ese orden, de manera perversa, facilita un trasegamiento entubado del excedente económico hacia grupos políticos organizados desde el Estado en un sistema que los enriquece con desparpajo y los sostiene por vía del control casi integral de los poderes de ese mismo Estado.
La condición socioeconómica de los ciudadanos se ha deprimido considerablemente hasta niveles de pobreza que auspician la desnutrición progresiva , la deshidratación corporal ,las enfermedades endémicas ,el crimen como forma de supervivencia y en general la mala calidad de vida. Con estas consecuencias y junto al avieso modo político de gobernar sigue allí, después de 18 años, un país expectante que resiste ante la manera caprichosa como se administran los recursos naturales, materiales y financieros del país y que no se resigna a perder su futuro sin protestar, denunciar y luchar hasta reconquistar su espacio dentro de la democracia que establece la Constitución y las leyes. Allí hay un camino, un antecedente, un programa, un instrumental y unos valores que plasman también una viabilidad concreta para el desarrollo nacional.
La actual coyuntura socioeconómica , peligrosa y difícil para los ciudadanos y para el país ,se deriva principalmente de las practicas Estatistas que ensaya una gestión de gobierno que por definición no acepta el inmenso valor agregado que puede aportar a la economía el sector productivo empresarial con su conocimiento de mercados (externo y nacional) ,su experticia en procesos tecnológicos y de alguna forma su trayectoria histórica en la conformación del PIB durante la era democrática del país. Esa suerte de Apartheid que practica el gobierno ha excluido los apoyos tan necesarios siempre a la hora de conformar una oferta de bienes y servicios robusta, continua, creciente y diversa, capaz de satisfacer una demanda amplia que se sustente en una estructura sólida de generación de puestos de trabajo. Y eso fue lo que precisamente no ocurrió; por el contrario hubo toda una centralización de las decisiones y el poder, así como una procaz confusión acerca de lo que son los objetivos nacionales del desarrollo. Se copió al calco, desde que Chávez asumió el poder en 1998, un modo socioeconómico – el de la URSS- que ya estaba formalmente moribundo desde 1989 cuando actuó Gorbachov y su Glasnost con Perestroika. Ese copiado hizo caso omiso de las señales –léase estertores- que en forma agónica también enviaba Cuba con su “periodo especial”. Ni siquiera esa especial “circunstancia” histórica detuvo el propósito Estatista en Venezuela ni el empeño en dirigir de forma cada vez más expansiva la economía a través de los controles que se enmarcaron dentro del llamado “Proceso”; palabra con que se identificó a una progresiva desestructuración de actividades , sistemas operativos , logística, sectores organizados, gremios, situaciones, mercados etc.
Hoy, el cuadro socioeconómico y político luce devastador con una inflación de 25 % cada mes, desempleo juvenil del 35 %, una contracción del PIB del -12 % , escasez situada en 85 %, ingresos petroleros anuales de 30 millardos de dólares y una deuda externa de USD 70.000 millones. Hay un déficit fiscal del 17 %, se siguen vendiendo a dedo dólares a Bs 10 y persiste un dólar paralelo a Bs 1.000, no opera un mercado de capitales desde su destrucción en 2009 y no captamos inversión extranjera distinta a las de convenios petroleros.
En lo político hay persecuciones y ensañamientos, exilios, presos políticos, retaliaciones, maniqueísmo, represión a las protestas cívicas, mordaza y acoso a universidades, vandalismo y violaciones a las normas democráticas constitucionales que se suponen son el referencial más idóneo para el desenvolvimiento ciudadano hoy.
Ante esto, adquiere total pertinencia la pregunta ¿qué hacer? ¿Es posible adoptar medidas que viabilicen alguna operatividad útil a la economía a pesar del cuadro descrito y de la tranca política y el nudo gordiano en que el gobierno ha colocado a las fuerzas vivas del país? Creemos que sí y apelamos no solo a la voluntad política que pudieran asumir los distintos factores que operan en el escenario nacional sino a la propia sensibilidad humana y verdadero sentido de patria que de alguna forma debe constituir un rasgo o una actitud aunque sea tangencial de los actuales gobernantes.
Hechas las previsiones del caso, proponemos un conjunto de diez medidas que cumplen-a nuestro parecer- los requisitos de ser urgentes, oportunas y sobre todo viables. 1) Enunciar y difundir al mundo, un decreto mediante el cual se prohíban las expropiaciones de activos empresariales y que se reviertan a sus legítimos dueños la posesión sin restricciones de activos expropiados con anterioridad .Esta medida incidirá directamente en rescatar la propensión a invertir del sector privado nacional y la inversión extranjera, bajo un cierto clima de confianza con sujeción a lo legal. 2) Unificación cambiaria y dinamización del mercado de capitales que regula Sunaval. 3) Retomar la gestión autónoma del BCV como lo establece la ley de su creación. 4) Iniciar procesos de negociación y renegociación de deuda externa. 5) Iniciar de inmediato un plan de fomento coordinado de la Pequeña y Mediana Industria, la agricultura gremializada en Cámaras y Federaciones, flexibilización del comercio para que opere por sus canales regulares; y finalmente, apoyo al turismo nacional a través de una logística adecuada que incluya un rescate planificado del transporte y la vialidad así como el resguardo de la seguridad ciudadana. Con ello hay impacto sobre la producción (oferta) con un efecto multiplicador directo sobre el empleo en general (demanda).6) Descentralizar la operatividad y la gestión de las empresas básicas de Guayana, acompañando esta iniciativa con un proceso integral e integrado de auditorías para darle soportes a un nuevo equilibrio en sus resultados. 7) Evaluación y priorización de los proyectos del Fonden y Fondo Chino. Con ello se lograrían importantes economías y se desecharían proyectos demostradamente inviables. 8) Evaluación y redireccionamiento de la gestión de Pdvsa hacia lo que es la naturaleza propia del negocio petrolero, evaluando factibilidad de los planes de comercialización y agilizando las cobranzas a países. Revisión de actividades y prioridades en la Faja Petrolífera del Orinoco, revisando su política de gastos en materiales, nomina etc. 9) Racionalización del Gasto Público, incorporando su ejecución a la normativa legal existente y reducir el déficit fiscal hasta lograr restablecer un sano equilibrio presupuestario. 10) Flexibilizar las importaciones de insumos, materias primas y bienes de capital así como la distribución de bienes finales , facilitando la aplicación de la Ley de Simplificación de Trámites Administrativos hoy en plena vigencia pero sin uso práctico ad-hoc.
Este “Decálogo” de medidas, instrumentadas adecuadamente y con sentido de integralidad y oportunidad, permitirán un desmontaje progresivo de las perversidades, practicas e ineficiencias imbricadas en la propia naturaleza del Estatismo; teniendo como efecto previsible el aumento de la oferta de bienes y servicios, la estimulación de la competitividad, la baja de los precios y la reducción de la escasez con mejoras en el acceso a los bienes y los servicios. Asimismo, una adecuada paridad Bolívar/Dólar en el marco de la unificación cambiaria, facilita el acceso a una divisa libre, aumentando la inversión privada y la creación de puestos de trabajo productivos asociados al fomento de la agricultura, el comercio, la industria y el turismo a la par que el Bolívar gana fortaleza y se execran las practicas del uso de dinero inorgánico en el BCV para enjugar el déficit. Sin embargo la bondad mayor que se logra con este conjunto de medidas ejecutivas, consensuales y articuladas es el rescate de una lógica funcional de la socioeconomía bajo parámetros probados que restablezcan el equilibrio macroeconómico necesario para garantizar un desarrollo productivo sostenible estructurado en base a metas y objetivo viables.