Luisa Pernalete
¡Te ganaste el premio nobel! Te lo ganaste, no te lo dieron por amiguismo, tú y todos los niños, niñas y adolescentes de este planeta se merecían que te lo ganaras. Créeme, estoy muy feliz por ti y por ese montón de gente menuda que se va a beneficiar con ese nobel. Habrá que felicitar a tu padre, que te “dejó volar”, y mención especial para el “ángel de la guarda” que te salvó de aquel atentado en el 2012. ¡Debe trabajar horas extras! Pero lo ha hecho muy bien.
Déjame hacerte unas preguntas, ¿Guardas esos cuadernos en donde escribías a los 11 años tus preocupaciones por las niñas de Pakistán que no iban a la escuela? Supiste hacer visible esa injusticia sin aparecer. Desde esa edad andas en lo mismo. Eso lo tenemos que contar todos los educadores a nuestros estudiantes. Tu libro: “Yo soy Malala”, prohibido en tu país de origen, hay que reeditarlo una y mil veces, dime dónde puedo conseguirlo en América Latina, porque seguro que ahí cuentas esas aventuras infantiles. ¿Sale ahí cuando escondías tus libros para ir a la escuela?
Tu padre, que siempre te ha apoyado, fue valiente también en llevarte a estudiar a pesar de que no era usual que las niñas lo hicieran, porque los talibanes se habían instalado en el valle del Swat, donde vivías, y cerraban escuelas y atacaban a las niñas que se atrevieran a ir a las aulas. Tú veías ese miedo en tus compañeras y supiste de las que se iban a otras regiones… ¿Cómo se te ocurrió eso de sacar tus registros en el blog de la BBC? Claro, lo hacías con un seudónimo, pero las historias salían.
El ejército logró sacar a los talibanes del valle y se conoció tu identidad. Tu familia recibía amenazas, hasta que en octubre del 2012 te atacaron unos fanáticos. ¡Fue terrible! ¡Imagino a tus padres angustiados! Esos tiros en la cabeza eran para matar a cualquiera, pero así sería la fuerza de tus neuronas, sobreviviste, te operaron y saliste airosa. Ese atentado no te redujo al silencio, hablaste más y más duro, insististe: los niños y las niñas tienen derecho a estudiar y a ser felices. Tú sabes que ese es el derecho “puerta” para otros derechos: una educación de calidad, he leído que sueles añadir la “calidad”.
¿Puedes explicarme porqué tú ves tan claro que los niños tienen derecho a estudiar, y ser felices y muchos altos funcionarios ven otras prioridades a la hora de asignar recursos? Al tener esta conversación contigo recuerdo que al celebrarse el Día Internacional de las niñas, el secretario general de la ONU ha dicho que hay que pasar de la sensibilización a la inversión, porque se necesitan resultados. Coinciden. Hacen buen coro ustedes. Y haces buen dúo también con Kailash Satyarthi, el ingeniero que cambió su oficina para luchar por la erradicación de la explotación de los niños, su organización Global Marcha, ha liberado cerca de 80.000 niños de la esclavitud moderna; lleva 28 años en esa tarea. ¡Menudo par ¡ Unos verdaderos superamigos de los niños y niñas del planeta. Déjame decirte Malala, muy lindo ese gesto tuyo de invitar a los presidentes de Pakistán y la India a recibir el premio con ustedes. Esos dos pueblos no pueden seguirse enfrentando, hay muchos lazos entre su gente, la sensatez y el amor deben prevalecer.
Ya sé que en los últimos años, después que sobreviviste al atentado, has recibidos otros premios y te han entrevistado muchas veces, hasta en la ONU te han escuchado. Esa mención a la no – violencia, que dices haber heredado de tus padres, y de Mahoma, de Gandhi, Luther King y Mandela, habla muy bien de ti. ¡Fue extraordinario cuando dijiste que no estabas en contra de nadie!, ni siquiera de los talibanes de tu país, que quisieron matarte, “no dispararía nunca contra nadie, incluso teniendo una pistola”. Deberíamos poner ese discurso tuyo en cadena nacional en mi país, a ver si no perdemos tantas vidas cada semana. Pensar que hay gente que cree que la no violencia es cosa de cobardes.
Te dejo porque debes tener mucha gente a quien atender, solo préstame tus palabras, dichas también en una reunión en diciembre de 2012 en las Naciones Unidas: “Un maestro y un libro pueden cambiar el mundo”. Un gran abrazo, Luisa Pernalete.