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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Proteger a los indígenas protege al planeta

Martes09_Sin crédito_(1)

Por Luisa Pernalete

Esta semana comenzó la reunión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021 (COP26) para enfrentar el cambio climático. Allí se ha decidido dar un aporte importante para prevenir la deforestación y eso incluye proteger a los pueblos indígenas, guardianes de las reservas forestales más grandes del planeta. Venezuela no entró en el acuerdo histórico, pero otros países han entendido que respaldar a los pueblos indígenas es una manera de proteger al planeta.

La primera vez que fui a una comunidad indígena no criollizada –hablo de esas que conservan sus costumbres ancestrales– me quedé gratamente sorprendida de todo lo que podían enseñarnos esos hermanos. No puedo olvidar esa primera visita en el año 2000. La comunidad queda en plena selva, al sur del Estado Bolívar, al pie de la Sierra de Maigualida, y el viaje se debía realizar en avioneta, de esas que son pequeñitas. Iba a conocer una escuela de Fe y alegría, que existía desde hacía varios años, dirigida por las Hermanas Lauritas. Allí atendíamos a indígenas hotis y jivis. Necesitábamos inscribirla en el Ministerio, pues las familias, además de querer aprender a leer y a escribir en su lengua y en español, querían la institucionalidad, el reconocimiento.

Se podían ver a niños y adultos con sus guayucos, hechos por ellos, muy sonrientes y amables. No hay violencia escolar en esas escuelas, los niños se pueden quedar solos en el patio y nadie se pelea. Los indígenas viven con pocas cosas, en total hermandad con la naturaleza. Si deforestan un sector para sembrar, siembran en otro para reponer lo que han cortado; se bañan en el río que les queda cerca, pero no usan jabón porque eso contamina el agua… Han sido guardianes de la naturaleza por siglos… Hay mucho que aprender de ellos.

Pues eso que yo he tenido el privilegio y la bendición de verlo en “vivo y directo”, lo han comprendido 124 países de los que están reunidos en la COP26, la cumbre climática que se está llevando a cabo en Glasgow, en el Reino Unido, durante estos días de noviembre. Los líderes de estos Estados han decidido hacer un aporte sustancial para frenar la deforestación mundial. El acuerdo supone: promover la agricultura sostenible y rentable, políticas para la agricultura, y apoyo a los pueblos indígenas para que sigan protegiendo los bosques. Estamos hablando de esos pueblos que han habitado desde siempre en selvas y bosques de la Amazonía, por ejemplo.

Entre los 124 países que se adhirieron al acuerdo, están 13 de América Latina: Argentina, Colombia, Brasil, Chile, Costa Rica, República Dominicana, Guatemala, Ecuador, Honduras, México, Panamá, Perú y Uruguay. Como verán, no está Venezuela, tampoco Nicaragua ni Bolivia, y como este acuerdo supone fondos globales importantes para las naciones donde hay pueblos indígenas –de esos guardianes de bosques y selvas– Venezuela no podrá beneficiarse de esos fondos. ¿Qué les parece?

Txai Suruí,
Txai Suruí, activista indígena brasileña, proclama un discurso durante la COP26. Crédito: Filippo / Attili Legion Media

A lo anterior hay que añadir que en nuestro país hay políticas que conspiran contra las selvas, los bosques, y contra los mismos pueblos indígenas, como lo es el proyecto del Arco Minero Orinoco, que estimula la minería. La extracción del oro es altamente contaminante, deforesta, genera unos cráteres horribles y utiliza el mercurio que contamina las aguas de los ríos. Yo he visto de cerca esos cráteres y dan ganas de llorar, acaban con la capa vegetal. Pasarán siglos antes de que en esos lugares puedan haber árboles nuevamente, como en el estado Bolívar, el cual es el asiento de unos cuantos pueblos indígenas, a los que algunos se les está obligando a moverse por la minería, antes ilegal, ahora promovida oficialmente.

La humanidad tiene una deuda con los pueblos indígenas por haber cuidado por centenares de años esos pulmones del planeta, y además, como mencioné al principio, tenemos mucho que aprender de ellos. La cultura consumista, esa que no hace sostenible los modelos de desarrollo existentes, se puede vivir con menos. La naturaleza es hermana para quererla, no para dominarla. Si los niños crecen en ambientes pacíficos, serán niños y adultos pacíficos, porque el comportamiento violento no es natural, es aprendido, y adicionalmente, pueden ayudar a frenar el calentamiento global frenando la deforestación… ¿no sería un “buen negocio” protegerlos? Son nuestros hermanos, aunque nuestra cultura los haya marginado y subvalorado.

Afortunadamente existen en el país en el país organizaciones ambientalistas como @todosxfuturo, @ecopracticas @tierraviva, @clima21, @SOSOrinoco y también de esas que defienden a los indígenas como @kapekape, por mencionar algunas, que nos recuerdan deberes, nos alertan y también nos dan recomendaciones. Hay que escucharles. Son altavoces de los gritos del planeta.

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