Frente a las tensiones entre el Ejecutivo y la Asamblea Legislativa, la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), de El Salvador, hace un enérgico y urgente llamado a la sensatez y la cordura, a que se respete la institucionalidad democrática y no se provoque una crisis mayor, por el bien de toda la sociedad salvadoreña.
La tensión entre ambos órganos del Estado puede y debe resolverse a través del diálogo y en el marco del respeto a la Constitución. Las autoridades públicas tienen el mandato de cumplir y hacer cumplir la Constitución, pero desde la plena colaboración entre sí (art. 86 Cn), promoviendo el diálogo y respetando el disenso, con base a los principios de pluralismo y democracia (art. 85 Cn).
Las experiencias latinoamericanas recientes y la historia de nuestro país muestran que actuar con intolerancia, promover el odio e irrespetar las instituciones solo conduce a la polarización y al enfrentamiento entre hermanos. Por ello, ante los alarmantes signos que presagian un choque irracional sin precedentes en la posguerra, hacemos la siguiente reflexión.
- Nayib Bukele debe recordar que la Constitución establece que el presidente de la República está llamado a procurar la armonía social, y conservar la paz y la tranquilidad nacional (art. 168 ord. V Cn). El Ejecutivo tiene la facultad de reclamar apoyo a la Asamblea Legislativa, pero siguiendo el debido proceso. Apelar a la insurrección popular, aunque se contemple en el art. 87 de la Constitución, es peligroso, pues puede generar una dinámica dañina para el país y su gente.
- Los y las diputadas deben analizar con racionalidad y objetividad toda propuesta que llegue a sus manos, rigiéndose por el respeto a la ley y el bien común. Dada la falta de credibilidad de nuestras instituciones, es indispensable actuar desde la serenidad y la legalidad, confiando en el Estado de derecho y sin caer en provocaciones que pudieran romper el principio del equilibrio de poderes, pilar de la República. Sin ceder a chantajes, la Asamblea debe analizar con celeridad y claridad, y recurriendo al diálogo, las propuestas de ley que reciba.
- Es fundamental que todas las fuerzas sociales mantengan la calma y se rijan por la razón, analizando críticamente la situación y actuando en función del bien mayor del país, sin caer en provocaciones ni violencias, provengan de donde provengan. Debe evitarse el enfrentamiento estéril. Todo salvadoreño tiene el legítimo derecho a manifestar su apoyo a una opción política, pero pacíficamente y en el marco del respeto a la Constitución.
- Los miembros de la Policía Nacional Civil no deben perder de vista que su misión es mantener la paz interna, la tranquilidad, el orden y la seguridad pública, con estricto apego a los derechos humanos. Por su parte, la Fuerza Armada debe cumplir su misión constitucional de servicio a la nación de manera obediente, profesional, apolítica y no deliberante. En este momento de crisis, es esencial tener presente que la mayoría del pueblo salvadoreño clama por la paz y la democracia. Nuestra historia nos enseña con claridad que el enfrentamiento y la violencia no son solución a nada. Atendamos el ejemplo de san Óscar Romero de América, cuya Iglesia “no está de acuerdo con la violencia de ninguna forma” y “llama a entenderse, a dialogar, a la justicia y al amor” (homilía 19-03-1978).