William Rodríguez Campos*
Si en el pasado al autor de esta obra “todos los caminos lo condujeron a la Roma de la Familia”, esa Familia hoy sigue entera y latiendo en muchas de nuestras vidas. Un camino y un trabajo que comenzó en soledad Moreno, ya es vía compartida y trajinada por compañeros, amigos, exalumnos, discípulos…
Luego de casi una treintena de años de investigación social – del autor y del centro de investigaciones que fundó – y, sobre todo, implicación, en el mundo y cultura popular venezolanas, ni se ha diluido ni ha perdido impacto una de las obras con más efecto entusiasmante de las nacidas bajo la pluma de Alejandro Moreno: La Familia Popular Venezolana
Ha sido escrita como fruto de la inmersión radical – implicación la llama Moreno – en la realidad social del pueblo venezolano y el efecto confirmante ha sido intenso.
Donde se lee, se explica y discute el texto se produce un efecto de identificación con lo expuesto, de comprensión “ordenante” de lo vivido, de asunción racional y sentimental ante lo descubierto.
Es una obra que representa una realidad psico-social que permanece invariable en sus rasgos propios a lo largo de tantos siglos en nuestro país y – según testimonios ajenos – en otras latitudes de nuestra América hispana. Eso da el valor de permanencia y de fondo. Pues, el tipo de comprensión que se realiza y expone en el texto va a la estructura vital antropológica y no a la externalidad del fenómeno o de la expresión folclórica específica, exótica.
El uso de las herramientas científicas no obnubila el análisis, ni lo mediatiza, sino que lo ubica en su lugar y lo dimensiona en importancia. Allí hay novedad. Novedad para la ciencia antropológica, pues, se delinea otro modo de vivirse hombre; novedad psicológica, pues, se develan los hilos afectivos que conducen siempre y eternamente al corazón materno y no a un falso Edipo o Electra. Novedad – en lo profundo – filosófica, pues, brota de las páginas del texto la verdad de un hombre relacional. Novedad, si se lee con cuidado, histórica, pues, desde la base humana mayoritaria – popular – se cuenta una historia que representa sin excluir.
Aquí viene el otro valor del texto vivido, y puesto por escrito por Moreno, aquel que no se siente enteramente descrito en esta Familia, sí la siente en torno, junto a él. Sea venezolano o no; creyente o no. Lo popular no es moderno. Además, y esta es la corona de una obra intensamente realista, apunta claramente a un horizonte luminoso: a la corrección interior de praxis “defectuosas”, de vacíos reclamantes. Esa es la dirección hacia la que se dirigen los dos apéndices, que sólo son formalmente tales, pues, forman unidad armónica temática con el texto antecedente. Se trata de un registro musical abiertamente espontáneo y de una apertura a la práctica religiosa como componente de la vida popular.
El texto – en todos los casos – está hilvanado con finura y respeto: claridad y no moralización de ninguna dimensión de la vida compartida, su sentido y fin.
La familia se ha presentado – en este texto – como nudo, lugar y síntesis vitales, y si en un momento el autor no tuvo la pretensión de abarcar íntegramente las realidades psicosociales de mundo, cultura y praxis humanas, hoy, años después de vida e investigación conjuntas, puede verse cómo gran parte de nuestra historia nacional y patria – como lo pretendió Todd en otras latitudes – puede contarse a través de la trama de la Familia.
*Centro de Investigaciones Populares
Foto: Andrés Kerese