Una hiperinflación diferente y peor que todas las conocidas
Francisco J Contreras M
En la aproximación ortodoxa de la economía, se supone la existencia de hiperinflación cuando se superponen la emisión irresponsable de dinero con una secuencia de aumento de sueldos y salarios, que se alimentan a sí mismos, y dan lugar, a aumentos sostenidos y continuos de tres años con más de 100% de inflación o un año con inflación sucesiva de 50% por mes.
La hiperinflación en Venezuela podría superar en duración a todas las anteriores en la historia económica del mundo. Nuestro caso es diferente y peor pues hay tres factores que le dan una singularidad especial, ellos son:
Primero: La existencia de una renta petrolera significativa y la capacidad de generación eléctrica a “bajo precio” le ofrecen al gobierno un piso financiero mínimo para racionar bienes y servicios en la cantidad suficiente para capitalizar una masa mínima crítica de apoyo popular.
Segundo: La disolución mediática de sus responsabilidades en los males públicos mediante una efectiva estrategia de asfixia regulatoria (multitud de normas contradictorias entre sí) con base en un poder discrecional y en un manejo privilegiado de información. Un mal público como el racionamiento hace ver al gobierno como el gran benefactor ante la esperanza de que una caja CLAP le llegue al hambriento que le verá no como su verdugo sino como su salvador.
Tercero: El arraigo de una cultura con un sesgo emocional que distrae a las multitudes de manera permanente y continua con sucesos irrelevantes de impacto mediático falsos en su mayoría. Esta distracción a su vez es recreada dentro de los propios factores democráticos de manera irreflexiva ante la ausencia de un relato con sentido de propósito.