Por Alfredo Infante sj*
En el evangelio (Mc 8,11-13) siguen los Fariseos acosando y confrontando a Jesús públicamente. Es la confrontación del poder judío contra un judío marginal que les resulta molesto. Como no han logrado compilar las pruebas del juicio, que ya de antemano tienen montado, quieren ridiculizarlo pidiéndole una señal del cielo.
Los Fariseos están tan atrincherados en su doctrina que no reconocen los signos del reino que Jesús ha venido anunciando: dando vista a los ciegos, sanando los leprosos, liberando, consolando, dando pan al hambriento. Estas señales de misericordia y amor son los verdaderos signos del cielo, del amor.
Los Fariseos pretenden un prodigio, un ejercicio narcisista y arbitrario del poder, solo así creerían. Jesús no es un súper héroe, ni pretende serlo. Tampoco hará uso arbitrario del poder para demostrar a quienes le persiguen quién es él, eso sería perder el horizonte de su misión de Hijo y Hermano universal. Jesús solo hace milagros donde hay fe, y sus señales no son para su beneficio, sino siempre al servicio de la vida y el bien común. Por eso Jesús se indigna con los Fariseos «suspiro profundamente y dijo: ¿por qué esta gente busca una señal? Les aseguro que a esta gente no se les dará una señal». No se les dará señal porque no tienen fe y, por eso, han construido una religión desligada de la vida, con ritos y leyes vacías que son una carga para el pueblo.
Jesús viene a inaugurar unas nuevas relaciones: la fraternidad de los hijos e hijas de Dios. Allí pone su acento. Los signos del reino revelan la fe, la esperanza y el amor que sustentan el proyecto del reino de Dios. No pretenden otra cosa.
Jesús no vino para satisfacer los caprichos del poder, no busca su reconocimiento; vino, sí, a despertar la fe de los excluidos y convertirla en fuerza de vida y dignidad. Jesús está en la acera de enfrente del poder de este mundo. Su vida es la verdadera señal del cielo. Los Fariseos no tienen ojos para verla.
Por eso, el pasaje concluye diciendo: Jesús los dejó y se embarcó hacia otros lugares. En pocas palabras, se sacudió el polvo de las sandalias y se embarcó hacia otros lugares a seguir predicando el reino.
Hoy, muchas organizaciones de derechos humanos están dando señales de vida, del cielo, al servicio de los más vulnerables. Hace poco, las Ongs que trabajan a favor de las personas con VIH lograron traer, después de muchas fatigas, un lote de antiretrovirales. Esto es una señal del cielo, de vida. En hora buena, pese a las arbitrariedades de quienes sustentan el poder.
Petición: ¡Señor, danos una mirada transparente para descubrir tus signos de vida en medio de tanta adversidad! ¡Que no pretendamos como los Fariseos construir una religión desligada de la vida y el bien común! ¡Gracias porque hoy hay muchas personas y organizaciones dando señales de fe, esperanza y amor al servicio de los más vulnerables! Sagrado corazón de Jesús, en vos confío.
*Parroquia San Alberto Hurtado. Parte Alta de La Vega. Caracas-Venezuela.