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Plebiscito, la Consulta Popular

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Ismael Pérez Vigil

Vale la pena destacar que, a pesar de la violencia desplegada por los agresores de la dictadura, no pudieron evitar que el pasado 5 de julio –además de escuchar el magnífico discurso de Inés Quintero– la Asamblea Nacional alcanzara otro de sus objetivos ese día: aprobar un Acuerdo sobre el Rescate de la Democracia y la Constitución, por el cual se convoca a la consulta popular que había sido solicitada un par de días antes en un acto de la sociedad civil y los partidos de oposición.

Dicha consulta, que algunos denominan plebiscito, será nacional, se llevará a cabo el 16 de julio, en Venezuela y por todo el mundo, y constará de tres preguntas, que al mismo tiempo se constituyen en el programa de acción de la oposición para salir de la dictadura; se preguntará: 1) si se rechaza o no la elección de una Asamblea Constituyente para elaborar una nueva constitución; 2) si se aprueba o no que la Fuerza Armada Nacional y todo funcionario obedezca y defienda la actual Constitución Nacional; y 3) si se aprueba o no la renovación de los Poderes Públicos mediante elecciones libres y –sobre todo– la conformación de un Gobierno de Unión Nacional para restituir el orden constitucional del país. Dicho más resumidamente: rechazo a la ANC madurista, apelación a la FAN y empleados públicos para que defiendan el orden constitucional vigente y conformación de un gobierno de unidad nacional.

No dedicaré tiempo a explicar los aspectos jurídicos de esta consulta, que el propio texto del Acuerdo explica y varios notables juristas han hecho y están haciendo, entre ellos recomiendo el texto de José Ignacio Hernández.

(http://prodavinci.com/blogs/sobre-la-constitucionalidad-de-la-consulta-popular-del-16-de-julio-por-jose-ignacio-hernandez/ )

Tampoco dedicaré tiempo a justificar las implicaciones y ventajas políticas de esta actividad. Baste decir dos cosas, una, que es una extraordinaria manera de movilizar, organizar y poner a participar a varios millones de venezolanos, para decirle al país, a la FAN, al régimen dictatorial y al mundo, que el tiempo de la dictadura llega a su fin y hay varios millones de venezolanos que así lo declaran, lo desean y están comprometidos en lograrlo. Y dos, que no dudo que será una masiva movilización con el entusiasmo y la motivación ciudadana, equiparable a la de las últimas jornadas de recolección de firmas para dar inicio al proceso de referéndum revocatorio –inconstitucionalmente suspendido por el CNE, en complicidad y bajo órdenes de la dictadura– y que se lograrán varios millones de votos y firmas a nivel nacional y sin duda una cifra cercana al millón de votos y firmas  en el exterior, en cada rincón en donde haya un venezolano, ratificando y rescatando de esta manera el valor del voto.

Precisamente porque se vislumbra ese éxito, es bueno dedicar tiempo entonces  a analizar cuáles serán los esfuerzos que desarrollará el régimen para tratar de impedir –que no podrá– o mitigar el impacto político de esta consulta popular.

El régimen inmediatamente entendió el impacto de esta actividad y el riesgo político que representa para él. No es “tolerable” para la dictadura el espectáculo de un país movilizado, masivamente, haciendo largas filas, para expresar su rechazo al actual régimen, ante los ojos del mundo, de sus cada vez más escasos seguidores y las FAN, su único soporte efectivo. No es difícil anticipar, por tanto, que el régimen hará lo posible, como dije, por intentar detener la consulta o mitigar su impacto político. Ahora que ya no cuenta con recursos económicos para comprar tiempo, apelará a sus “armas” acostumbradas: la amenaza, la intimidación y sobre todo la violencia directa de sus cuerpos represivos, o la de los matones armados con los que cuenta y que hemos visto actuar contra los manifestantes en estos tres meses, o sin ir muy lejos, contra la AN el pasado 5 de julio.

Sin caer en triunfalismos, generación de falsas expectativas o estimular excesos de confianza que hagan bajar la guardia, esta vez, no será  fácil el empleo de la violencia, al menos generalizada geográficamente, por parte del régimen y sus matones. Son muchos los “puntos soberanos” en los cuales la gente estará ejerciendo su derecho a elegir y son puntos que se pueden “mover” fácilmente hacia lugares más seguros, de ser el caso. Además, será muy fácil para quienes viven en barriadas o en zonas muy populares, en donde los malandros del régimen ejercen la intimidación y el “control” político, moverse a votar y firmar hacia zonas de la ciudad donde ese “control” no es posible ejercerlo. Ya eso lo hemos visto y vivido en procesos anteriores de recolección de firmas.

La intimidación y la generación de confusión, será entonces, el arma más eficaz. Y en ese sentido, tres han sido ya las reacciones inmediatas. Primero una declaración de Nicolás Maduro, al día siguiente del anuncio de la oposición, afirmando que: “… nadie puede pretender convocar consultas públicas que tengan carácter vinculante violando la constitución…”. ¿Quién le abra dicho a Nicolás Maduro que se pretende hacer una consulta “vinculante” para él? si todos sabemos que para él y su régimen nada es “vinculante”, comenzando por la Constitución y las leyes, que violan cómo y cuándo les parece. El carácter “vinculante” que él teme lo determinará la decisión de un pueblo dispuesto a rescatar la democracia y acabar con la dictadura y la consulta popular del 16 de julio será un paso muy importante en esa dirección. Aunque puedo entender que su temor real lo expresa esta frase, dicha el mismo día: “Nadie puede pretender instalar un Estado paralelo, ilegal, inconstitucional, improvisado”. Ese si es el temor de todo dictador que ha usurpado el poder y sabe que eso ocurrirá en la medida en que su dictadura siga cerrando todas las salidas democráticas, como ha sido, por ejemplo, cerrar la vía del voto. Pero sin duda lo que pretende el dictador con esta declaración es justificar las acciones que pueda emprender para impedir que se celebre esta consulta, amenazando a quienes la lleven adelante, entorpeciendo la libre circulación por el país el 16J, impidiendo el ingreso al país de periodistas y observadores invitados, con la excusa de que se trata de una actividad “ilegal”, o no amparada por el CNE, etc. Tratar de impedir esta consulta, sería como tratar de impedir que alguien hiciera una encuesta de opinión o seria violar todos los derechos políticos de los venezolanos que, entre otros, consagran la libertad de asociarse y la libre expresión de las ideas.

Otra reacción característica fue la del Alcalde del Municipio Libertador, jefe del comando de campaña Zamora 200, Jorge Rodríguez, quien rechazó la consulta popular afirmando que: “Esa pantomima del 16 de julio, no es más que un golpe de Estado”. Pero ojo, que con esta frase introduce un elemento adicional de amenaza, pues si se sienten muy presionados nada de raro tiene que empiecen o continúen los allanamientos de viviendas, apresamiento injustificado de opositores, sin pruebas y sin ordenes de tribunales –como es el caso de Roberto Picón Herrera, ilegalmente encarcelado en el SEBIN– para acusarlos de delitos como traición a la patria, subversión, o como dijo Rodríguez, de intento de golpe de estado.

Por último, está el intento de confundir. Mata Figueroa, Gobernador de Nueva Esparta y figura del PSUV anuncia en su cuenta de twitter que para ese mismo día 16 de julio realizarán un “simulacro electoral para la constituyente”. No sé si esto es una decisión ya tomada y si contará con la complicidad del CNE, o si se trata de un evento regional o nacional, pero encaja perfectamente con las estrategias o respuestas que han hecho otras veces para provocar o sabotear eventos opositores, proponiendo actividades similares para el mismo día.

Como ya he dicho, para el régimen no es tolerable que a los ojos de sus partidarios y del mundo se vean multitudes haciendo largas filas expresando su rechazo al actual régimen; como creo que la violencia no les dará resultado –como ya han constatado tras tres meses de brutal represión a las manifestaciones opositoras, sin que estas mermen significativamente– una alternativa es generar confusión y seguramente sus medios televisivos –VTV y Telesur– y sus redes sociales saldrán diciendo que toda esa multitud que se ve en las calles por todo el país son los partidarios del régimen “apoyando la ANC”. Ya Telesur lo ha hecho en otros eventos opositores, que se los atribuyen como pro gobierno, y nada de raro tiene que lo vuelva a hacer.

Pero esta estrategia de intimidación y violencia será derrotada por los venezolanos, por ese 85 % que quiere cambio, con millones de votos y firmas que se recogerán el 16 de julio, día que se expresará ese venezolano cansado de la falta de comida y medicinas, acorralado por el hampa, harto del alto costo de la vida y malos empleos, cansado de quedarse sin agua, sin gas y sin luz, mientras ve como se dilapidan los ingresos petroleros, harto de falsas promesas y de que ahora le vengan a decir que después de 18 años todo se va a resolver con una Asamblea Constituyente, que ni siquiera le consultaron si la quería convocar.

Pero eso solo será posible si mantenemos claro que el objetivo es realizar un evento masivo, que movilice millones de venezolanos en Venezuela y en el exterior; y para ello se requiere aplicar y mantener algunas reglas elementales:

  • Que se garantice el secreto del voto y la confidencialidad de los que firmen el Acta Compromiso, para que nadie sienta temor de votar y firmar, dada la desafortunada y trágica experiencia de la “Lista Toscón”.
  • Que estemos conscientes de que no se trata de complicar el proceso, como usualmente hace el CNE, sino mantenerlo simple y directo, para que la mayor cantidad de venezolanos, inscritos o no en el REP, se puedan expresar y lo hagan rápidamente.
  • Que se mantengan “flexibles” los llamados “puntos soberanos” para que puedan moverse rápidamente en el caso de agresiones.
  • Que para que los venezolanos se puedan expresar libremente, se deben poder desplazar a sitios seguros a votar y firmar; para ello es importante que en el encabezado del Acta de Compromiso, a firmar después de la votación, no se identifique estado, municipio o parroquia, datos que no agregan nada a la consulta, pues por ser una consulta nacional, no importa donde se vote o firme.
  • Que a quienes se acerquen a votar y firmar en el exterior solo se les exija C.I. o pasaporte, para comprobar su identidad y edad; los problemas de residencia que puedan tener es algo que solo conciernen al expatriado y el país anfitrión.
  • Que se facilite un mecanismo de “voto a distancia” en el exterior, para aquellos que no se puedan desplazar físicamente a los puntos designados.

Si estas reglas se mantienen, se dispone del material suficiente y se apela a la voluntad organizativa de los miles de venezolanos que se han manifestado en similares eventos anteriores y que durante estos tres meses han resistido la brutal represión del régimen, sin ceder espacios, el éxito estará garantizado.

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