Por Saúl Jiménez Beiza | @sauljimenezbei1
La mamá de Petra Ramona se acercó hoy al centro porque quería conversar con el equipo ya que estaba pasando algo grave con Petra Ramona y su pareja, así que nos dispusimos a oírla. Ella nos relató que Petra Ramona no había querido venir a retirar la ayuda porque le da pena, ya que salió embarazada de nuevo. Su preocupación no es tanto la barriga, sino que la pareja la está maltratando. Nos dijo que se trajo a la niña hembra para su casa como protección, no vaya a ser que ese señor en una de sus borracheras la malogre. Ese relato a boca de jarro, indudablemente deja a cualquiera sin habla, un cuadro complejo y contado sin pausa.
Estas situaciones preocupan y conllevan a buscar mecanismos de cómo involucrarnos para orientar a Petra Ramona y evitar que pueda pasar un daño mayor. De esa forma, le dijimos a la Sra. que le propusiera a su hija que viniera a hablar con nosotros. Petra Ramona tiene un pequeño retardo mental y a sus, apenas 23 años, ya tiene 3 niños y un próximo está por llegar. Vive en total hacinamiento, en un cuarto de 4×4 de una casa de barrio con baño colectivo.
Como a las 2 horas se presentó Petra Ramona con su pequeño niño de 1 año, le preguntamos que si quería conversar con nosotros y aceptó. Pasamos a la biblioteca e iniciamos una amena conversación sobre la salud de los niños, su salud, cómo estaba haciendo con la alimentación, si tenía gas en la casa y así fuimos llevando la conversación hasta preguntarle si tiene algún secreto que nos quisiera contar. Nos dijo que había tenido problemas con su pareja, que él la golpeó y que ella la vez anterior había ido al Módulo Policial, pero no había pasado nada y que esta vez no había ido porque la policía no le va a hacer caso a su denuncia.
A todas estas, tampoco nos había hablado de su embarazo, además que todavía no se le notaba. Continuamos conversando hasta llegar al nuevo embarazo, la situación de los niños y cómo lograr avanzar en la solución de su problemática. Buscamos la forma de que aceptara la ayuda de su mamá y se viniera a su casa mientras resolvía donde vivir. Además, debía ponerse en control del embarazo. En ese momento nos contó que el más reciente problema con su pareja fue cuando se enteró del embarazo, le cayó a patadas por la barriga “para que botara el muchacho” como él le gritaba.
Logramos hablar con un funcionario del Estado que trabaja en atención a la mujer, le explicamos el caso que se nos estaba presentando y fueron bien receptivos y proactivos en torno al problema y su atención. De inmediato, nos solicitaron todos los datos, contactos telefónicos y demás información que les permitiera comunicarse directamente.
Es grave la situación de maltrato a la mujer que estamos viviendo. Estos actos de violencia son permanentes en hogares o en la calle, por su parte, las autoridades responsables de tratarlas se hacen la vista gorda y no atienden, en la mayoría de los casos, a las mujeres que sufren violencia física en su hogar. La respuesta generalizada es que es problema entre marido y mujer, argumentan que luego del problema la pareja se contenta y ellos quedan como atravesados. Es un absurdo que tengamos leyes que protejan a las mujeres contra la violencia, pero que igual sigan indefensas ante situaciones como estas. Es muy necesario que las organizaciones de la sociedad civil estemos más atentos ante estas realidades que suceden a diario silenciosamente.
Si a esta situación le sumamos que en los hogares no cuentan con el gas doméstico, la electricidad es irregular, el agua llega una o dos veces a la semana, la comida cada día incrementa más su valor, podemos decir que la gran mayoría de las familias venezolanas se las ven fea y más grave aún que la mayor carga se la están llevando las mujeres, bien sea porque son cabezas de hogar o sencillamente porque el hombre de la casa con el argumento que sale a buscar algo que hacer, para ganarse unos “churupos”, no se ocupa de estos otros problemas. En estos casos, es la mujer la que tiene que resolver para poder higienizar a sus hijos, alimentarlos y ahora con la cuarentena velar porque los niños cumplan con sus tareas escolares.
Debemos hacer una gran reflexión que nos permita diseñar políticas de atención a las mujeres para que puedan tener una vida más sana desde el punto de vista psicológico, físico y espiritual: cómo logramos acompañarlas en su día a día para que no se sientan solas y desamparadas ante estas realidades y que por el contrario, puedan tener una apertura de integración e inclusión, con conocimientos de sus derechos e involucradas en toda la dinámica social.
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