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Persona, tiempo y lugar

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Por Alfredo Infante s.j.

San Ignacio fundó la Compañía de Jesús para anunciar la buena noticia de nuestro Señor Jesucristo y llevarla a las fronteras existenciales, sociales y culturales del mundo. 

Cuando Ignacio enviaba a un jesuita a una misión, no daba muchas recomendaciones; entre otras cosas, indicaba tres fundamentales para la praxis pastoral: «actuar desde la ley interna del amor» «según persona, tiempo y lugar» para «en todo amar y servir».

La misión encomendada era un acto de profunda confianza porque el jesuita enviado era un hombre formado para la misión, con modo y orden interno y con una gran experiencia espiritual, fruto de los ejercicios espirituales.

Esta manera de enviar generó un gran dinamismo y creatividad en la misión y trajo muchos frutos, pero también, muchos conflictos.

Son emblemáticas las experiencias de Mateo Ricci (1552-1610) jesuita matemático y cartógrafo que se adentró en la cultura china para desde dentro evangelizar a China. Matteo, aprendió la lengua china, se vistió como chino y, por su sabiduría en las matemáticas, se ganó el respeto de la intelectualidad china, y, gracias a ello, pudo ofrecer con respeto la fe en Jesucristo.

También, en la India, Roberto de Nobili (1577-1656), se esforzó por conocer en profundidad las lenguas y las culturas de la India para hablar de Jesucristo desde la cosmovisión india; este modo de evangelizar despojando el cristianismo de la cultura occidental y, «según persona tiempo y lugar» entregar la fe en Jesucristo, trajo a de Nobili muchos frutos, pero su modo de proceder pastoral suscitó muchos conflictos con la jerarquía eclesiástica local y con Roma.

En América del Sur, los jesuitas desarrollaron el gran proyecto de las reducciones jesuíticas o la República Guaraní (1609-1769) un territorio libre de esclavitud, situado en el virreinato de Lima y que abarcaba lo que hoy es Paraguay, Argentina, Uruguay y partes de Bolivia, Brasil y Chile. Sólo se hablaba la lengua Guaraní y hubo en las mismas un desarrollo económico y cultural importante. Con sus luces y sombras, fue también un proyecto creativo y controversial.

Actuar, «según persona, tiempo y lugar», es un criterio de discernimiento, que se fundamenta en la empatía y reconocimiento del otro, para en diálogo y respeto, iniciar un camino de encuentro con Jesús, inserto en cada pueblo y cultura. Este criterio evangelizador, el gran santo Juan XXIII, y el Concilio Vaticano II (1962-1965), lo validaron, la paciencia todo lo alcanza.

Hoy, en nuestra herida Venezuela ¿qué implica actuar tomando en cuenta, «persona, tiempo y lugar»? Es nuestro desafío histórico.

«Sagrado corazón de Jesús, en vos confío»

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