Por Andrés Canizález
Esta es la pregunta que me hago ahora. A estas alturas de la crisis política e institucional en Venezuela, la discusión sobre la ilegitimidad de Nicolás Maduro no parece tener sentido. Lo relevante es preguntarnos si Maduro logrará permanecer en el poder como lo planea.
La falta de cohesión de la comunidad internacional y el apoyo castrense juegan a favor del régimen de un Maduro que se autoproclamó como presidente el pasado 10 de enero para un período de seis años de gobierno.
Por un lado Estados Unidos y Canadá, junto a países clave de América Latina como Brasil y Argentina, le dieron este 23 de enero un respaldo inmediato al presidente de la Asamblea Nacional (Parlamento), Juan Guaidó, para que ejerza interinamente la jefatura de Estado en Venezuela; empero, el otro factor de peso, la Unión Europea, deshoja la margarita: desconoce a Maduro y reconoce la legitimidad del Parlamento, pero no le da estatus a Guaidó de mandatario interino.
Dentro de Venezuela este 23 de enero ha quedado en claro el rechazo mayoritario contra el régimen. Sin convocatoria en medios de comunicación formales, Guaidó y los diputados que encabezan la dirección de la Asamblea Nacional, lograron congregar manifestaciones con gran participación ciudadana a lo largo del país.
En poblados intermedios como Charallave (Estado de Miranda) o El Tocuyo (Estado de Lara), que eran tradicionales feudos del chavismo se registraron manifestaciones prodemocracia por primera vez en muchos años. El respaldo popular es una de las tres patas que según Guaidó podrían sostener su presidencia interina.
La otra pata está en lo que comúnmente se llama la comunidad internacional. Ésta tiene claridad, al menos entre la gran mayoría de países de América y Europa, en no reconocer a Maduro; sin embargo, duda sobre el camino a seguir. En las Américas se apuesta a poner a Maduro contra las cuerdas, como se dice en el boxeo; los países europeos en tanto quieren negociar con Maduro unas elecciones libres y justas que se celebren en el corto plazo. La segunda pata que pidió Guaidó, por tanto, no está firme y a su favor. Habrá que ver el peso que puedan tener algunas cancillerías europeas que están a favor de profundizar en la presión contra Maduro y que así lo han dicho abiertamente.
La tercera pata de un proceso de transición, a los ojos de Guaidó, está -y con razón- en las fuerzas armadas. El sostén de un régimen como el de Maduro agobiado por la crisis económica, la impopularidad y la presión internacional, reposa hoy en el poder de fuego y represión que aún controla. En este momento esto resulta fundamental para entender la prolongación de los días de Maduro en el poder.
Este 24 de enero el alto mando ratificó que le respalda. Los militares apoyan a regímenes hasta que dejan de apoyarle. En el caso de Venezuela cabe preguntarse si será un respaldo a largo plazo y sobre todo si hay consenso en las filas castrenses, entre los oficiales medios y las tropas. Allí estará una de las claves sobre los escenarios posibles.
Tres escenarios
Visualizo, en este momento, tres escenarios. Permanencia de Maduro en el poder por un largo plazo, pero implicaría aumentar la represión, detener opositores y colocarse en contra de la mayor parte de países de América y Europa occidental. Para ir en esa dirección, tiene el régimen venezolano el apoyo sin cortapisas de Rusia, China y Turquía. El papel de los militares es clave para imaginar a Maduro por largo tiempo en el poder.
Un segundo escenario sería el diálogo por el que apuesta la UE y países latinoamericanos como Uruguay y México. El factor castrense tendría un rol de veedor sin tener una participación directa y visible, en aras de lograr garantías para los uniformados. La dificultad mayor de este escenario es que las cabezas visibles de la lucha democrática, en su gran mayoría -incluido Guaidó-, están negadas a negociar con Maduro. En dos oportunidades anteriores el régimen chavista no cumplió con lo acordado en mesas de negociación con opositores.
El tercer escenario sería una salida rápida de Maduro del poder. Un sector de las fuerzas armadas con apoyo internacional, especialmente de Estados Unidos, le retira el apoyo a Maduro y le obliga a abandonar el poder. Ello puede llevar, si tal proceso ocurre con el respaldo de sectores políticos del chavismo, a pensar que la transición la encabece otro hijo político de Chávez, pero con altas dosis de pragmatismo económico y abierto a la cooperación internacional.
Este tercer escenario podría tener una segunda salida, en caso de que no haya acuerdo entre chavistas y fuerzas armadas en quién debe ocupar la presidencia una vez que Maduro sea desalojado del poder, y que tal proceso se haga de forma desordenada. El respaldo de la comunidad internacional a Guaidó como presidente interino, en este escenario, lo llevaría a contar con poder real y encabezar la transición.
En Venezuela se dice amanecerá y veremos. Todo parece estar sobre la mesa.
Andrés Cañizalez es periodista venezolano, doctor en Ciencia Política e Investigador de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas.
Fuente: El Mundo Internacional