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Paz y ciudadanía

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A la hora de reflexionar sobre Paz y Ciudadanía es imprescindible, detener la mirada con mucha atención, en la interpretación que se le da a cada término.

Generalmente asociamos el concepto de Paz con ausencia total de conflictos (la no existencia de la guerra). Se hace necesario entonces profundizar el análisis del término enmarcado en la realidad que actualmente vivimos, entender la Paz como la posibilidad de aprender a resolver los conflictos, sin utilizar mecanismos de violencia y donde prevalezca el bien común. Para ello el diálogo, la escucha, la negociación y la visión colectiva, son herramientas claves en este proceso, que pasa por clarificar que las personas necesitamos de los otros como complemento de nuestro desarrollo satisfactorio en la vida. Es decir, que si los otros no tienen calidad de vida, también la nuestra se deteriora. El otro no es un enemigo, así piense y sienta distinto, es nuestro complemento en la vida.

La paz está fundamentada en el respeto a la diversidad (practicar la alteridad), la consideración del otro como ser humano semejante (prójimo) y el equilibrio de la paz interior (nuestra relación con Dios). Ya decía Gandhi, “La persona que no esté en Paz consigo misma, será una persona en guerra con el mundo entero”.

Mientras que ciudadanía, tiende a asociarse con una actividad social, un mero ejercicio práctico y objetivo de tener derechos y debercitos. Bajo esta concepción de la ciudadanía (aprendida más que todo, mediante contenidos curriculares académicos y abstractos) los derechos arropan a los deberes ciudadanos, extendiendo los límites de la libertad, hasta confundirla con libertinaje (anarquía). La ciudadanía más que una actividad es un modo de vida, basada en valores que hagan posible el vivir juntos. De allí que un buen ciudadano no es solo aquel que literalmente se dedica a cumplir las normar y exigir que se respeten sus derechos, sino también aquel que se identifica con su comunidad (grupo social) y desde allí asume un compromiso social y político participando activamente junto a sus semejantes en la transformación positiva de su espacio, en la conservación del ambiente, de las normas y valores que hagan posible una vida digna para todos. Recordemos, que los Derechos de cada persona están limitados únicamente por lo Derechos de los demás y por las justas exigencias del bien común.

Ahora bien, partiendo de las interpretaciones anteriormente descritas, en ambos conceptos, para poder construir una cultura de Paz, es indispensable que los grupos sociales vivan en ciudadanía. Se hace necesario así,  una educación en y para la ciudadanía, que vaya más allá de una mera formación cívica, que se inicie en el hogar, se fortalezca en la escuela y se aplique en la sociedad. Que no se limite y agote en las primeras etapas de vida, sino que sea un proceso vivencial y permanente en el ser humano. En palabras de Paulo Freire, “La ciudadanía no llega por casualidad, es una construcción que, jamás terminada, exige trabajar permanentemente en ella. Exige compromiso, claridad política, coherencia, decisión”.

Como crisol referencial en esta educación, el evangelio de Jesús contiene las orientaciones necesarias y básicas para vivir una ciudadanía que nos permita construir la cultura de Paz. Es así, como un buen cristiano, es un excelente ciudadano. Cuando nos reconocemos hijos de Dios padre-madre, amoroso y misericordioso, sentimos a los otros como hermanos, haciéndose posible convivir con ellos, porque el propósito de la existencia ya no estará únicamente en edificarse de manera individual, sino con el hermano y será el servicio quien guíe el sentido de la vida. “Tenemos que empezar a sentir el hambre de los otros como nuestra propia hambre, la falta de trabajo de los desempleados como nuestro desempleo, el fracaso de los demás como nuestra derrota; y ser capaces de trabajar por propuestas eficaces para resolver los gravísimos problemas de todos aquellos a los que se les niega una vida digna. Solo cuando las personas aprendan a ver, sentir, sufrir, vivir y alegrarse con los demás; podemos hablar de una educación ciudadana que empieza a transformar la vida. La ausencia de la capacidad de encuentro profundo con los semejantes, no solo es el reflejo de procesos de vida y de educación distorsionados, sino que es también la causa de que la sociedad siga sin desarrollar una auténtica cultura de derechos humanos, de paz, justicia, democracia y desarrollo” , tal y como señala Antonio Pérez Esclarín.

A la luz de esta reflexión, atrevámonos a mirar en la coyuntura socio política que actualmente atraviesa nuestro país, también la posibilidad de llevar a cabo la misión de hacernos ciudadanos y construir ciudadanía, como luces esperanzadoras que iluminen los distintos senderos a través de los cuales podemos juntos, construir Paz.

   Tips para reflexionar:

  • ¿Cuál es el concepto de Paz y Ciudadanía que tú vives?
  • ¿Como joven, qué acciones emprenderías, para sembrar ciudadanía en pro de la construcción de Paz?
  • ¿De qué manera, integrarías dichas acciones a tu proyecto de vida?

 

MSc. Ruth. M. Pedreañez. A

 

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