Por Víctor Álvarez
Finalmente, el G-4 y los partidos de la Plataforma Unitaria decidieron retomar la ruta electoral. Este es un paso necesario más no suficiente para lograr una solución política y pacífica del conflicto venezolano. Otro paso, tan o más importante, es que tanto la Plataforma Unitaria como la Alianza Democrática tengan la voluntad política para construir acuerdos y postular candidaturas únicas y unitarias.
Justo cuando el chavismo registra el peor rechazo en 20 años, la miopía política, los egos hipertrofiados y las ambiciones personales atizan las tensiones entre la Plataforma Unitaria y la Alianza Democrática. Si ambos bloques presentan candidatos separados, entonces dividirán el voto del país opositor y eso facilitará el triunfo de los candidatos oficialistas por un estrecho margen.
O se capitaliza electoralmente el 80 % de rechazo al gobierno y sus candidatos y se gana por amplio y convincente margen, o se generarán dudas en los resultados. Esta es una historia ya conocida que desemboca en una denuncia de fraude que nunca llega a ser demostrada por parte del candidato derrotado.
En las Megaelecciones del 21-N se elegirán 23 gobernadores, 335 alcaldes, 253 diputados regionales y 2.459 concejales. Al cierre de agosto, el CNE recibió 311 postulaciones para gobernadores, 1.772 para alcaldes, 1.457 para diputados y 15.888 para concejales. En total, 19.428 postulaciones para 3.000 cargos en disputa, realizadas por 43 organizaciones políticas.
La oposición venezolana está conformada por un conglomerado de micropartidos nacionales y regionales que, al abstenerse de participar en las pasadas elecciones presidenciales, de gobernadores, alcaldes y diputados, descuidaron el fortalecimiento de sus estructuras organizativas y ahora no tienen con qué enfrentar la poderosa maquinaria electoral oficialista que corre con ventaja al poner a su favor los medios y recursos públicos.
Pequeños partidos sin maquinaria no lograrán un porcentaje de aceptación significativo y si se postulan divididos perderían ante los candidatos del gobierno. Muchos de estos partidos tienen a lo sumo una sede nacional o regional, sin militancia formada y organizada que puedan movilizar. Quieren ganar gobernaciones y alcaldías pero han postulado múltiples nombres para un mismo cargo. No celebran primarias para elegir candidatos unitarios. Tampoco tienen recursos para contratar encuestas. No organizan su maquinaria electoral, no preparan los testigos que defenderán los votos, no articulan una fuerza de propaganda que promueva los candidatos.
Los electores no se sienten estimulados a votar cuando escuchan el torneo de insultos y descalificaciones entre dirigentes políticos que se mantienen de espalda a las necesidades de la gente. Los malos candidatos representan una amenaza para recuperar la confianza en la institución del voto y retomar la ruta electoral. Estos no movilizan a nadie y no contribuyen a vencer la abstención. Las ambiciones personales por ser gobernador, alcalde, diputado o concejal tienen que abrirle pasó al interés nacional.
Aunque el nuevo CNE ejecute un arbitraje institucional y mejore las condiciones electorales para celebrar unos comicios competitivos -a tono con los estándares internacionales-, si los candidatos que aspiran a ser gobernadores y alcaldes son unos mediocres, unos impresentables, con una oferta electoral poco atractiva, los electores no se sentirán estimulados a votar. Candidaturas inocuas de una oposición dividida terminarán derrotadas por las candidaturas oficialistas que apenas cuentan con 20 % de respaldo en las encuestas.
El verdadero liderazgo político tiene legitimidad de base. La mejor manera de medir este liderazgo es a través de los votos y no por las imposiciones de cúpulas políticas o por la presión internacional de quien los financia. O los partidos de la oposición participan con candidatos unitarios y movilizan masivamente a la población descontenta para promover un cambio político en paz o seguirán perdiendo espacios de resistencia y lucha institucional si otra vez se abstienen o se presentan divididas.
Las 43 organizaciones políticas que postularon candidatos a las Megaelecciones del 21-N están llamadas a llegar a acuerdos unitarios, escoger entre los postulados a los mejores candidatos para así estimular a votar masivamente y convertir la victoria electoral en una meta alcanzable.
*Economista. Premio Nacional de Ciencias | @victoralvarezr
Notas:
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