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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Para terminar el año escolar con energía

Cortesía Infobae(1)

Por Luisa Pernalete

Normalmente, al llegar a julio, los que trabajamos en educación, estamos muy cansados. El año escolar es agotador, pero hay años de años, y este ha sido especialmente difícil, pues en Venezuela seguimos en medio de una emergencia humanitaria compleja, con todos esos elementos que ya conocemos, que han convertido cualquier tarea en una carrera de obstáculos. También hay que añadir el tema de la pandemia, que no se ha llegado al último capítulo. Volver a las clases presenciales, después de casi dos años con clases a distancia, también ha supuesto elementos de estrés a los educadores. No olvidemos que muchos están huérfanos de acompañamiento, y hay que recordar que esos salarios insuficientes, también suponen dosis de preocupación.

Sin embargo, hay muchos docentes que siguen en sus puestos haciendo malabarismos. A ellos me dirijo, con algunas recomendaciones que les ayuden a llegar hasta el 30 de julio con energía. Aquí van “siete erres” que pueden aplicar en su centro educativo, pero, sobre todo, para que lo apliquemos a nuestra cotidianidad, pues los educadores tenemos que cuidarnos.

Reconocer

Comencemos a reconocer unas cuantas cosas. Primero sus propios sentimientos a final de este año, respondiendo al cómo se siente. Sentimientos puede tener varios: puede estar cansado normal–, preocupado por tantas tareas pendientes todavía, pero también puede estar contento con su labor, se ha esforzado por hacer las cosas bien. Reconozca también el trabajo de sus alumnos, no se olvide de aplaudir el esfuerzo de ellos, y también aproveche para reconocer la ayuda de sus compañeros de trabajo, si la ha tenido.

Aprender a ver lo bueno que hacen los demás, gratifica al otro y uno se siente muy bien cuando lo hace (Hamilton, D. 2020). Este es un buen momento también para expresar en el colegio lo que quisiera mejorar para el próximo año. Reconocer qué le incomoda y expresarlo de manera asertiva es buena práctica. Sin agredir, sin descalificar, sin insultar.

Reflexionar

Este último mes es el tiempo para recoger los aprendizajes. ¿Qué salió bien? ¿Qué no salió bien? ¿Pudo interesar a los alumnos o, con sinceridad, los aburrió? ¿Qué debe cambiar para el año que viene? Además de un mejor salario, ¿qué otra cosa le ayudaría a tener un trabajo más agradable? ¿Hay algo de lo que hacen sus compañeros que usted pudiera aplicar también? Si logró escuchar a sus alumnos sobre cómo se sintieron este año y que sugieren, ¿en qué cree que tienen razón? Sé de directores que preguntaron no sólo a los alumnos, también a padres y representantes qué opinaban del año escolar. Rectificar es cosa de sabios.

Relajarse y respirar profundamente.

Hacer ejercicios de relajación todos los días ayuda a comenzar bien la jornada. Un poco de ejercicio físico, respirar profundamente es mucho más que llevar oxígeno a los pulmones. Cuando se respira, desintoxicamos nuestro cuerpo, estimula la circulación, disminuye el estrés y la ansiedad. Podemos hacer ejercicios de respiración profunda varias veces al día. Ayuda a la concentración. Podemos hacer pausas en nuestro día de trabajo –incluso enseñar a los alumnos a hacerlo– y realizar ejercicios de inhalar/ exhalar con lentitud, manteniendo el oxígeno que inhalamos por la nariz unos segundos, y exhalar por la boca, hacerlo varias veces, verán cómo ayuda.

Para relajarse también ayuda darse unos masajes en el cuello y la parte alta de la espalda. Si tiene quien se los dé, perfecto; si no, déselos usted mismo. Dejar acumular el estrés diario, nos impide pensar con calma. Por el contrario, nos lleva a perder el sentido del humor y que todo nos moleste, y hasta llegamos a pagar la molestia con quien no tiene la culpa.

Reír (y sonreír)

No se trata de “andar de rochela en rochela”, ni de banalizar las situaciones. Practicar la risa, ofrecer una sonrisa, distiende; nos acerca al otro. La risa tiene un gran valor terapéutico y pedagógico (García Walker, D. 1999). El sentido del humor se puede enseñar y se puede aprender.

Para esas reuniones de final de año, recordar anécdotas chistosas del año escolar, puede ser una buena idea para comenzarlas. Sonreír frente al espejo cuando aseamos nuestra cara, nos predispone adecuadamente para la jornada. Recuerde que hablamos reírnos con nosotros mismos, con otros, nunca del otro. La burla es violencia. Ejercicios de risoterapia es algo que se debería practicar en todos los planteles. Y recuerde que reír es gratis.

Reunirse

En estos tiempos cambiantes, no solo en educación, el trabajo en equipo es un imperativo. Y en la escuela es muy importante re-unirse para ayudarnos mutuamente, para compartir buenas prácticas y buenos momentos. Las reuniones no tienen que ser sólo las formales, convocadas por el equipo directivo, se pueden tener reuniones de grado, de etapa, no olviden a los padres y representantes, nuestros principales aliados, recordando cambiar con ellos la mano acusadora por la mano extendida que promueve la cooperación.

Rezar

No importa su credo, la fe es una gran ayuda. Rezar por los demás, por el que sufre, por los alumnos. Acompañar el rezo con meditación, aunque sea un rato por las mañanas, o al anochecer. Dar gracias.

A mí me gusta mucho rezar el Padrenuestro, el que ya sabemos o alguna versión, como el de la escuela, escrito por mí hace años. Esta oración nos hace sentir a todos hermanos, y la escuela debe educar para la fraternidad.

Si usted no es creyente, véalo entonces como una manera de expresar nuestro deseo de hermandad. Les comparto mi Padrenuestro de la escuela para terminar estas líneas:

Padrenuestro, que estás en la escuela/ en el patio entre chamas y chamos/ que tu Reino sea santificado/ y que de los juegos surjan los hermanos//

Padrenuestro, que sabes de oficios/ ven y corrige tareas también/ que tu Reino está en las cosas grandes/ y en esas pequeñas que poco se ven//

Padrenuestro, que haya cupo para los que no están/ pan y trabajo para los padres/ solo así podremos conseguir la paz//

Padrenuestro, Padre del perdón/ que sepa yo entender travesuras/ que cuente hasta 10 ante cualquier lío/ y hasta en los regaños ponga yo ternura//

Padrenuestro, te pido perdón/ por las clases dadas sin sentido / por hablar siempre más de la cuenta/ por los días que no me he reído//

Padrenuestro, que nunca caigamos/ en la tentación de dejar de soñar/ que el cansancio, el tedio, la rutina/ no sea una excusa para no inventar//

Padrenuestro, que cuando yo muera / nadie diga que fui una sufrida/ que se diga que fui una maestra/ feliz de enseñar y muy divertida//


Bibliografía sugerida:

  1. Hamilton, D (2020). “Los 5 beneficios de ser amable”. Diana Editorial, primera edición, México.
  2. García Walker, D. (1999). “Los efectos terapéuticos del humor y la risa”. Editorial Sirio, S.A, Buenos Aires, Argentina.

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