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“Para hacer buen periodismo hace falta honestidad, responsabilidad y empatía”

iraní
Foto: archivo WEB.

Por Prensa Codhez.

La voz de Iraní Acosta se hace escuchar dondequiera que llegue. Bien sea por su singular timbre que se diluye en programas informativos y noticieros de Radio Fe y Alegría en todo el país, o por la firmeza de sus palabras cuando de defender derechos humanos se trata.

Iraní ejerce el periodismo desde hace más de 10 años en la misma casa donde ahora es coordinadora de los Servicios Informativos de la Red Nacional de emisoras, en Radio Fe y Alegría. No lo sabía, pero entrar al Instituto Radiofónico Fe y Alegría (Irfa) en Maracaibo, iba a cambiar el rumbo de lo que se planteaba como su vida profesional.

Pasó de haberse formado en Computación en la Universidad del Zulia, a enamorarse del periodismo. Fue amor a primera transmisión al aire. De manera, quizá accidental, el encuentro con la radio le abrió las puertas a un mundo nuevo, en el que no ha tenido descansos para seguir creciendo como reportera, y con ello, adquirir más y nuevas responsabilidades.

También es integrante del Observatorio Venezolano de Fake News, facilitadora de la Fundación Centro Gumilla y activista por los derechos humanos.

Conforma la Red de Feministas de Estado Zulia (Femired) y la Red de Derechos Humanos del Estado Zulia (Redhez), desde donde participa activamente en la defensa y promoción de los derechos de las zulianas y los zulianos.

Por su bien conocida integridad y por la responsabilidad con que hace del periodismo una vía para exigir el respeto y la garantía de nuestros derechos, Iraní ha merecido que desde Codhez la aplaudamos como nuestra defensora del mes.

Conversamos con ella sobre activismo y periodismo: desde sus inicios en el ejercicio de este oficio, hasta sus experiencias en el abordaje de las informaciones en el contexto de la pandemia por COVID-19.

  1. Cuéntanos sobre tus inicios en el periodismo. ¿Cómo te interesaste en el periodismo en todos sus formatos?

Sobre mis inicios como periodista… En septiembre cumplo 10 años en Fe y Alegría, el primero de septiembre. Una década dedicada a este mundo. Cuando entré a Fe y Alegría fue precisamente cuando descubrí que este era mi camino. Yo no fui contratada como periodista, sino como personal de apoyo para la página web, porque estudié Computación en la Universidad del Zulia (LUZ).

En menos de 15 días, lo que estaba haciendo, además de involucrarme en los asuntos técnicos de la página web, era generar notas, estaba ocupándome del contenido, estaba leyendo notas que hacían mis compañeros para la web y haciendo análisis sobre ellas; monitoreaba lo que hacían los diferentes voceros de la vida social venezolana, representantes de gobierno, funcionarios, voceros de distintos espacios de la sociedad civil y organizaciones políticas, actores en general, y escuchando a la gente, conociendo los reportes que hacían mis compañeros. Trabajando con esos insumos.

Recuerdo mi primera vez al aire, en la Red Nacional de Radio Fe y Alegría. Tenía un compañero que era el responsable de narrar todas las tardes la edición vespertina del noticiero de Radio Fe y Alegría Noticias. En ese entonces, él estaba de vacaciones y en su lugar, habían asignado un suplente. Esta persona se enfermó una tarde, se sentía muy mal. Ya la mayoría de los compañeros de guardia en Maracaibo ya se habían retirado, quedábamos pocos; entre ellos, este compañero que se tuvo que retirar y yo.

Se trataba de más de 20 emisoras de radio, en las que una gran audiencia aguardaba en sintonía, esperando ser informada. A esas personas no puedes explicarles que tu compañero está de vacaciones, o que se enfermó, porque la gente que encendió su radio espera escuchar el noticiero, independientemente de lo que haya pasado. Entonces, a pesar de la gran responsabilidad, porque se trataba de informar a nivel nacional, mientras que en las guardias de mis compañeros yo conformaba el equipo regional; a pesar de ello, lo hice.

Yo estaba allí, y me dije: yo sé hablar, yo tengo voz. Ya había visto durante meses lo que hacían mis compañeros todos los días, sabía dónde estaban los insumos, cómo usar las líneas telefónicas, y más o menos tenía idea de cómo manejar los equipos técnicos para salir al aire, porque en ese tiempo no teníamos operadores, nosotros mismos manejábamos los controles.

Entonces, para garantizar el compromiso con la audiencia, me fui al estudio, preparé mi guion. Fui al estudio e hice señal al aire. Quien era en ese entonces Coordinadora Nacional de Radio Fe y Alegría, cargo que ocupo en la actualidad, estaba escuchando. Le pareció que yo lo hacía muy bien y que debería considerar hacerlo más seguido.

Desde ese momento, no dejé de hacer radio. Ya tengo 10 años haciendo periodismo en Fe y Alegría. Así fui ocupando espacios. Luego vinieron los consejos editoriales, el compañero que debía dirigir la reunión no podía asistir, me pidió que le acompañara a dirigir el consejo editorial de más de 20 radios en el país. Me delegaron esta función y así la asumí, hice la minuta, dirigí el debate, recogí los acuerdos, y terminé haciendo eso hasta el sol de hoy: acompañar y encaminar el consejo editorial de la red nacional de radios.

Así empecé y así descubrí que esta era mi vocación. Ha sido en Radio Fe y Alegría donde he avanzado en este campo, que me parece, además, una oportunidad bellísima de incidir en la posibilidad de transformar la realidad en que vivimos.

  1. ¿Cómo ha sido tu experiencia como periodista y activista por los derechos humanos en el Zulia, y cómo crees que esta fusión puede ayudar a las luchas por el respeto y garantía de nuestros derechos?

El periodismo me ha permitido tener espacios para hablar con otros, para estar con otros, para establecer nuevas vinculaciones y, sobre todo, para mantener los pies sobre la tierra, porque estás en constante comunicación y diálogo con la audiencia.

Hay quienes pueden instalar su monólogo, pero yo prefiero que haya feedback, mantener el diálogo activo y no distanciarme demasiado. Son espacios de impacto, son espacios de incidencia importantes. No se puede hacer activismo sin comunicación, y no tiene sentido hacer comunicación sin ser activista, si no crees en algo, si no sientes pasión por algo, si no eres capaz de defender tus ideas con honestidad, no intentando imponerte ante nadie. Esto significa tener transcendencia e incidencia sobre los espacios y los contextos en donde nos desarrollamos.

Para mí el periodismo y el activismo es una llave perfecta. No todos los periodistas tienen que ser activistas ni tampoco todos los activistas deben ser periodistas, no es lo que digo, pero esta combinación te da una potencialidad enorme, una oportunidad tremenda para lograr un impacto y motivar a otros a que generen el cambio de las estructuras de opresión que nos dominan hoy en día.

  1. ¿Qué consideras que no debe faltar en el ejercicio del buen periodismo?

En principio, honestidad. Yo no creo en la imparcialidad, la objetividad como tal no existe, en mi opinión, uno siempre tiene una preferencia, pero que tengas una preferencia no te puede hacer manipular los hechos. Tienes que tener consciencia de tus preferencias, de tus sesgos. Todos tenemos sesgos, intereses; hay que tenerlas muy claras y ser honestos con eso.

Debemos ejercer el periodismo con honestidad, no pretendiendo ser lo que no somos. Yo respeto mucho, intento respetar mucho con el ejercicio de la audiencia, la gente que nos escucha, que nos lee, que nos sigue, porque esperan algo de nosotros y tenemos que dar lo mejor de lo que tenemos.

Lo segundo, la responsabilidad. Uno no puede ir diciendo cosas solo porque le parecen y porque sí, sin dejar claro que es opinión, sin ceñirse a los hechos, sin dar datos precisos. Yo soy muy rigurosa en este sentido, creo que hay que ser responsables porque estar al aire en una radio, tener la posibilidad de publicar en un portal web, en redes sociales, en una nota de voz, eso implica que le hablas a los otros, porque, así como puedes edificar y construir, también puedes destruir muchísimo.

Finalmente, la empatía. Tenemos que mirar a los otros y las otras, a quienes conforman la sociedad, quienes son parte de la audiencia, a quienes forman parte de tus entornos. Hay que tener empatía con esa realidad para poder calar, para poder ser coherente y tener sentido de pertenencia, para ser respetuosos con las personas que reciben tu mensaje.

  1. Actualmente asumes la Coordinación de los Servicios Informativos de la Red Nacional de Radio Fe y Alegría. ¿Cuáles han sido las estrategias que han adoptado para seguir informando durante la pandemia por COVID-19, relativas tanto al tratamiento de las informaciones y las fuentes, como al uso de nuevas herramientas?

Venezuela nunca ha dejado de ser un reto. En los diez años que tengo en Radio Fe y Alegría, cada año implica un reto distinto. Primero, hacerle cobertura al fallecimiento de un presidente en ejercicio. No sabíamos que implicaciones iba a tener, aprendimos en el camino y lo hicimos. No sabíamos cómo se daba cobertura a protestas callejeras en 2002, y lo hicimos.

Después que hicimos las coberturas en 2002, creímos que hacer las coberturas de las manifestaciones en 2017 iba a ser sencillo, y descubrimos que era distinto, que eran otros riesgos y otras dinámicas, que el camino iba a ser más largo, y aprendimos en el camino, tuvimos que adaptarnos y evolucionar. Teníamos guardias para hacer coberturas, no había una hora en el día en la que no estuviésemos trabajando, separamos el equipo para dar cobertura mañana, tarde y noche.

Pero, ¿qué podía ser más duro que las protestas del 2017? Con los peligros que eso implicaba, con los riesgos que esa cobertura tenía. Llegó la Constituyente, y nos cambió también el contexto, las posibilidades de leyes. Pero eso no fue lo más asombroso. Llegó el apagón de marzo en 2019, y tuvimos que hacer radio, comunicación y periodismo en medio de un apagón. Tuvimos que hacer muchas cosas para salir al aire… Pero lo hicimos. Aprendimos en el camino.

La ventaja de una red de radio que está en 20 emisoras en el país, es que el trabajo es mayormente remoto. La mayor parte del trabajo se hace a través del WhatsApp, a través de una reunión vía Skype, a través de una llamada telefónica. Y esto ha resultado ser una gran ventaja en este tiempo.

Después del apagón creímos que no iba a haber algo más difícil de hacer, y llegó el confinamiento por la pandemia, así que nos ha tocado aprender sobre la marcha otra vez y lo estamos haciendo. Hemos aumentado el trabajo remoto, hemos tenido que improvisar estudios de radio en distintos espacios, conexión vía internet, vía telefónica, aumentamos los programas grabados, porque hay zonas a las que no hay acceso.

Se complejizó todo con la escasez de combustible, era muy difícil garantizar que pudiéramos movilizarnos para garantizar nuestro trabajo. Nos hemos ido organizando, aprendiendo y tratando de cuidar a nuestros compañeros, siguiendo las medidas de prevención que se han sugerido desde la Organización Mundial de la Salud, con el uso de tapabocas, de geles antibacteriales, también con el lavado de manos.

Estamos haciendo el trabajo, también organizados en guardias, en equipos de trabajo en prioridades, por temas, y en seguimiento a la realidad que estamos viviendo. No es fácil, pero tenemos un equipo de gente comprometida y eso es completamente favorable para poder lograrlo.

  1. También formas parte del Observatorio Venezolano de Fake News. ¿Cómo surgió esta iniciativa y en qué consiste la metodología de trabajo?

El Observatorio Venezolano de Fake News nace intentando ayudar de algún modo a combatir la desinformación, sobre todo en el contexto venezolano donde abundan los bulos y son cada vez más terribles. Esto existe desde hace muchos años, pero la evolución de la tecnología permite una mayor difusión de las noticias falsas.

La posibilidad de formar parte de este equipo es una oportunidad valiosa para desenmascarar a quienes montan un laboratorio solo con la intención de perturbar la tranquilidad de la gente, de decir mentiras.

Soy cazadora de fake news. Cuando circulan informaciones a través de redes sociales y apps de mensajerías como WhatsApp y Telegram, se hace un monitoreo diario, y se van detectando unidades que pudiesen ser falsas. La metodología de trabajo consiste en la investigación exhaustiva de cada unidad, contrastarla con fuentes, verificar si hay imágenes o videos manipulados, para decir si es verdad o es mentira. Hay un equipo de trabajo, de compañeros en distintas ciudades del país, unidos para combatir la desinformación.

El criterio de selección parte de que deba ser de interés público. Hay algunas cosas que tienen mayor impacto que otras. Por ejemplo, recuerdo aquél famoso fake cuando se decía que había autobuses del Ejército que estaban reclutando a muchachos, y eso nunca fue verdad. También han informado sobre la muerte de muchas personas que resultaron estar vivas, entre otras noticias falsas.

La iniciativa del Observatorio Venezolano de Fake News busca dar un poco más de certidumbre, acompañar a las personas para derrumbar aquello falso que otros construyen. La gente bien informada toma mejores decisiones.

  1. A raíz del cierre de medios impresos, de las escasas ventanas informativas en la radio, de las fallas en el servicio eléctrico y los problemas de conectividad a internet y datos móviles, Las noticias falsas se esparcen como pólvora. ¿Existe alguna fórmula para detectar las noticias falsas que nos encontramos en las aplicaciones de mensajería instantánea y en las redes sociales?

Hay muchas maneras de detectar noticias falsas. Lo más importante es tener consciencia de que nuestras emociones juegan en todo esto. Hay una característica fundamental, que la tienen todos estos bulos, de la mala información, de la información manipulada, sin esto no tienen éxito: son verosímiles. Tienen que tener la posibilidad de ser verdad, solo con esa posibilidad es que pueden realizarse.

Con esa posibilidad es que tenemos que tener conciencia y responsabilidad para no dejarnos dominar por el sesgo político, que es lo que nos hace simpatizar o no con la información que recibimos. Muchas veces es el sentimiento el que decide si cree o no lo que está viendo, leyendo o escuchando, y el sentimiento es el que decide si lo compartimos o no: si nos da rabia, si nos da miedo, si nos causa alegría o nos provoca tristeza, u otros sentimientos.

Tenemos que sobreponernos a esto. Está bien sentir, pero hay que ponerle cabeza: revisar la fuente, los datos, a ver si está en otras fuentes que podamos considerar como confiables, y si no tenemos la posibilidad de confirmarlo, se le puede preguntar a un cazador de fake news, a un periodista o a un compañero que pueda tener mayor cercanía con la fuente de información, para verificar que se trata de algo real.

Fuente: http://www.codhez.org.ve/noticias/391-el-periodismo-y-el-activismo-son-la-combinacion-perfecta-para-motivar-e-impactar-a-otros.html

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