Traducción para El Testigo Fiel del discurso pronunciado hoy por el papa Francisco en el encuentro con la redacción de la prestigiosa revista jesuítica «La Civiltà Cattolica», decana de la prensa italiana.
Queridos amigos en el Señor,
Estoy contento de encontraros a vosotros, escritores, a vuestra comunidad al completo, a las hermanas, a los adscriptos a la administración de la Casa. Los jesuitas de La Civiltà Cattolica, desde 1850, desarrollan una tarea que tiene un particular vínculo con el Papa y la Sede Apostólica. Mis predecesores, encontrándoos en audiencia, han reconocido muchas veces cómo este vínculo es una característica esencial de vuestra revista. Hoy quisiera sugeriros tres palabras que pueden ayudaros en vuestra tarea.
La primera es diálogo. Vosotros realizáis un importante servicio cultural. Inicialmente la actitud y el estilo de la Civiltà Cattolica fueron combativos, y muchas veces ásperamente polémicos, en sintonía con el clima general de la época. Transitando los 163 años de la revista, se constata una rica variedad de posiciones, debidas tanto al cambio en las circunstancias históricas, como a la personalidad individual de los escritores. Vuestra fidelidad a la Iglesia reclama entonces ser duros contra las hipocresías fruto de un corazón cerrado, enfermo. Duros contra esta enfermedad. Pero vuestra tarea principal no es la de construir muros sino puentes; y el de establecer un diálogo con todos los hombres, también con aquellos que no comparten la fe cristiana, pero «cultivan otros altos valores humanos», e incluso «con aquellos que se oponen a la Iglesia y la persiguen de maneras diversas» (Gaudium et Spes, 92). Son tantas las cuestiones humanas para convivir y compartir, y en el diálogo hay siempre posibilidad de acercarse a la verdad -que es un don de Dios- y enriquecerse mutuamente. Dialogar significa estar convencidos de que el otro tiene algo bueno para decir, hacer espacio a su punto de vista, a su opinión, a sus propuestas, sin caer, obviamente, en el relativismo. Y para dialogar es necesario bajar las defensas y abrir las puertas. Continuad el diáologo con las instituciones culturales, sociales, políticas, también para ofrecer vuestro aporte a la formación de ciudadanos que tengan en el corazón el bien de todos, y trabajen para el bien común. La «civiltà cattolica» es la civilización del amor, de la misericordia, de la fe.
La segunda palabra es discernimiento. Vuestra tarea consiste en recoger y expresar las expectativas, los deseos, las alegrías y los dramas de nuestro tiempo, y ofrecer los elementos para una lectura de la realidad a la luz del Evangelio. Las grandes preguntas espirituales están hoy más vivas que nunca, pero necesitamos de alguien que las interprete y comprenda. Con inteligencia humilde y abierta “buscad y encontrad a Dios en todas las cosas”, como escribió san Ignacio. Dios está obrando en la vida de cada hombre y en la cultura: el Espíritu sopla donde quiere. Tratad de descubrir lo que Dios ha obrado y cómo continuará su obra. Un tesoro de los jesuitas es el discernimiento espiritual, que busca reconocer la presencia del Espíritu de Dios en la realidad humana y cultural, la semilla ya sembrada de su presencia en los acontecimientos, en la sensibilidad, en los deseos, en las tensiones profundas de los corazones y de los contextos sociales, culturales y espirituales. Me viene algo que decía Rahner: el jesuita es un especialista del discernimiento en el campo de Dios y también en el campo del diablo. No debéis temer en continuar el discernimiento para encontrar la verdad. Cuando leí estas observaciones de Rahner, me quedé muy impresionado.
Y para encontrar a Dios en todas las cosas, en todos los campos del saber, del arte, de la ciencia, de la vida política, social y económica, son necesarios estudios, sensibilidad, experiencia. Algunas de las cuestiones que tratáis pueden no tener relación explícita con las cristianas, pero son importantes para entender el modo como las personas se comprenden a sí mismas y al mundo que las rodea. Vuestra mirada informativa sea amplia, objetiva, oportuna. Es necesario también prestar una particular atención a la verdad, a la bondad y a la belleza de Dios, que deben considerarse siempre juntas, y que son preciosos aliados en la tarea de la defensa de la dignidad del hombre, en la construcción de una convivencia pacífica, y en la cuidadosa custodia de la creación. De esta atención nace el juicio sereno, sincero y fuerte acerca de los acontecimiento, iluminado por Cristo. Grandes figuras como Mateo Ricci son un modelo. Todo esto exige mantener abierto el corazón y la mente, evitando la enfermedad espiritual de la autoreferencialidad. Incluso la Iglesia, cuando se vuelve autoreferencial, se enferma, envejece. Nuestra mirada, bien fija en Cristo, sea profética y dinámica hacia el futuro: de este modo, permaneceréis siempre jóvenes y audaces en la lectura de los acontecimientos.
La tercera palabra es frontera. La misión de una revista de cultura como La Civiltà Cattolica entra en el debate cultural contemporáneo, y propone, de modo serio y al mismo tiempo accesible, la visión que viene de la fe cristiana. La fractura entre el Evangelio y al cultura es sin duda un drama (cfr. Evangelii nuntiandi, 20). Vosotros estáis llamados a hacer vuestra contribución para sanar esta fractura que pasa también a través del corazón de cada uno de vosotros, y de vuestros lectores. Este ministerio es típico de la Compañía de Jesús. Acompañad, con vuestras reflexiones y vuestras profundizaciones, los procesos culturales y sociales, y de cuantos están viviendo transiciones difíciles, encargándoos también de los conflictos. Vuestro lugar propio son las fronteras. Éste es el puesto de los jesuitas. Eso que Pablo VI, retomado por Benedicto XVI, dice de la Compañía de Jesús, vale de modo particular para vosotros también hoy: «Dondequiera que en la Iglesia, incluso en los campos más difíciles y de avanzada, en las encrucijadas de las ideologías, en las trincheras sociales, allí donde hubo y hay enfrentamientos entre los deseos más profundos del hombre y el mensaje perenne del Evangelio, allí han estado y seguirán estando los jesuitas». Por favor, sed hombres de frontera, con esa capacidad que viene de Dios (cfr 2Cor 3,6). Pero no caigáis en al tentación de domesticar las fronteras: se debe andar en las fronteras y no traer las fronteras a casa para pintarlas un poco y domesticarlas. En el mundo de hoy, sujeto a rápidos cambios y agitado por cuestiones de gran relevancia para la vida de la fe, es urgente un valiente compromiso de educar en una fe convencida y madura, capaz de dar sentido a la vida y de ofrecer respuestas convincentes a cuantos están a la búsqueda de Dios. Se trata de sostener la acción de la Iglesia en todos los campos de su misión. La Civiltà Cattolica este año se ha renovado: ha asumido una nueva presentación gráfica, se puede leer también en versión digital, y alcanza a sus lectores también en las redes sociales. Incluso estas son fronteras sobre las que estáis llamados a trabajar. ¡Proseguid por este camino!
Queridos Padres, veo entre vosotros a jóvenes, a no tan jóvenes y a ancianos. La vuestra es una revista única en su género, que nace de una comunión de vida y de estudio; como en un coro bien compuesto, cada uno debe tener su voz en su género, y ponerla en armonía con la de los otros. ¡Fuerza, queridos hermanos! Estoy seguro de poder contar con vosotros. Y en tanto os confío a Nuestra Señora del Camino, imparto a vosotros, redactores, colaboradores y hermanas, como también a todos los lectores de la revista, mi Bendición.
Traducido por ADC a partir del texto italiano en el site del Vaticano.
fuente: Redacción de El Testigo Fiel