Versión de artículo de Antonio Spadaro para la Civiltá Cattolica titulado “Adelante con Valiente Prudencia”
Después de la reunión con el Presidente de Indonesia y el saludo a las autoridades y al Cuerpo diplomático, alrededor de las 11:30 del 4 de septiembre, el papa Francisco regresó a la Nunciatura de Yakarta, donde lo esperaban unos 200 jesuitas presentes en Indonesia – es decir, aproximadamente dos tercios de los religiosos de la Provincia –, junto con su superior, el p. Benedictus Hari Juliawan. El Pontífice entró en la sala de reuniones con forma de T saludando y sonriendo. Su primer comentario fue: «¡Aquí hay muchos jóvenes!». De hecho, un tercio de los presentes eran jóvenes jesuitas que estudian filosofía y teología o se encuentran en la etapa de formación llamada «magisterio», que se lleva a cabo entre los estudios filosóficos y los de teología, y que generalmente se dedica al trabajo apostólico. Francisco pidió inmediatamente que se hicieran preguntas para aprovechar bien el tiempo disponible:
«¡El que quiera hacer una pregunta, que levante la mano!».
El diálogo se realizó en indonesio, con traducción al italiano.
Gracias, papa Francisco, por haber venido a Indonesia y por este encuentro con nosotros. En estos momentos curso mis estudios de teología. Tengo una pregunta: ¿cómo afrontar las cuestiones más importantes en la Iglesia de hoy? Y en particular, ¿cómo podemos ayudar a las personas más marginadas y excluidas?
Yo quiero que los jesuitas hagan «lío». ¡Lean el libro de los Hechos de los Apóstoles para ver lo que hicieron ellos al inicio del cristianismo! El Espíritu nos impulsa a hacer «lío», no a dejar todo quieto: este es, en resumen, el modo de afrontar las cuestiones importantes. Y recuerden que los jesuitas deben estar en los lugares más difíciles, donde es menos fácil actuar. Es nuestra manera de «ir más allá» para la mayor gloria de Dios. Y para hacer bien el lío guiados por el Espíritu, hay que rezar, rezar mucho. Siempre me viene a la mente el testamento del padre Arrupe, cuando pidió no abandonar la oración. El padre Arrupe quiso que los jesuitas trabajaran con los refugiados – una frontera difícil –, y lo hizo pidiéndoles primero una cosa: la oración, más oración. Su último discurso, que dio en Bangkok, fue su testamento dirigido a los jesuitas. Dijo que solo en la oración encontramos la fuerza y la inspiración para enfrentar la injusticia social. Y miren también la vida de Francisco Javier, de Mateo Ricci y de tantos otros jesuitas: fueron capaces de avanzar gracias a su espíritu de oración.
Diálogo interreligioso
Tengo una pregunta: usted habla del diálogo interreligioso y de la importancia de la armonía entre las religiones. Los jesuitas que viven en Pakistán tienen que tratar con gente que ha sido víctima de persecuciones. ¿Cuál es su consejo?
Creo que la del cristiano es siempre la vía del «martirio», es decir, del testimonio. Hay que dar testimonio con prudencia y con valentía: son dos elementos que van juntos, y le corresponde a cada uno encontrar su propio camino. A propósito de Pakistán, me viene a la mente, por ejemplo, la figura de Asia Bibi, que fue mantenida en prisión durante casi 10 años. Yo conocí a su hija, que le llevaba la Comunión a escondidas. Ella dio un testimonio valiente durante muchos años. ¡Sigan adelante con valiente prudencia! La prudencia siempre corre riesgos cuando es audaz. En cambio, la prudencia pusilánime tiene el corazón pequeño.
Y la oración…
Padre, me pregunto cómo puede rezar en medio de sus días tan llenos de compromisos…
Lo necesito, ¿sabes? Lo necesito de verdad. Me levanto temprano, porque soy viejo. Después del descanso, que me sienta bien, me levanto alrededor de las 4, y luego a las 5 empiezo la oración: rezo el breviario y hablo con el Señor. Si la oración es un poco, digamos, «aburrida», entonces rezo el rosario. Luego voy al Palacio para las audiencias. Después almuerzo y descanso un poco. A veces, delante del Señor, hago una oración silenciosa. Rezo, celebro la Eucaristía, por supuesto. Por la noche, rezo un poco más. Es muy importante para la oración hacer lectura espiritual: debemos hacer crecer nuestra espiritualidad con buenas lecturas. Así rezo, simplemente… Es sencillo, ¿sabes? A veces me duermo mientras rezo. Y eso, cuando sucede, no es un problema: para mí es una señal de que estoy bien con el Señor. ¡Descanso mientras rezo! Nunca dejes la oración.
Santidad, soy un formador. Me gustaría saber cuáles son sus consejos para la formación en una comunidad internacional. ¿Cómo promover la interculturalidad, respetando el «background» multicultural de aquellos que están en formación?
Mira, te hablo de la «broma» que te hace el Espíritu Santo. ¿Qué hace? Como dije antes, después de la resurrección de Cristo, lo primero que hizo fue hacer un «lío». Tienen que leer bien los Hechos de los Apóstoles, se los repito. El Espíritu «inventa», y así nos acompaña durante toda la vida. ¿Qué nos dice el libro de los Hechos de los Apóstoles? Que en Jerusalén había gente de todas las naciones: había partos, medos, elamitas. Eran todos diferentes unos de otros. Y todos hablaban su propia lengua. Y esa fue la gracia del Espíritu: hacían «lío», hablaban su propio idioma, y todos se entendían entre ellos. Esto es propio de los jesuitas: ser instrumentos del Espíritu Santo para hacer todo ese ruido.
Esto es la inculturación. Los jesuitas deben tener la capacidad de inculturarse, como muchos misioneros lo han hecho en los distintos continentes. Y esto implica que el jesuita predique en el idioma adecuado, y en la forma adecuada, según los lugares y los tiempos. Los dos pilares son la inculturación del Evangelio y la evangelización de la cultura. Por eso los jesuitas son todos diferentes entre sí, y está bien que sea así. No hay un único modelo. Nuestra vocación es dejar que el Señor nos haga predicar el Evangelio con toda la riqueza que Él nos ha dado.
Y esto también vale para las condiciones, los temperamentos y los caracteres personales. Por ejemplo, la edad: un joven no puede volverse viejo, ni un viejo puede volverse joven, porque sería ridículo. Cada uno está llamado a anunciar el Evangelio con su propia edad, su propia experiencia y su propia cultura. Y añado: por eso mismo es importante el discernimiento. Hay que ser capaces de discernir para inculturarse: buscar y encontrar a Dios donde Él se deja encontrar, ya presente en las culturas. El ejercicio del discernimiento es dinámico: nos ayuda a no escondernos nunca detrás del «siempre se ha hecho así», avanzando como estamos acostumbrados a hacerlo desde siempre. No está bien: hay que discernir continuamente. Y el discernimiento nos hace avanzar.
Es importante no discernir en soledad, sino también dialogar con el superior. Si recibes una misión aburrida o que no sientes como propia, haz discernimiento. Un buen discernimiento no siempre se puede hacer solo: se necesita compañía. Hablo tanto para los jóvenes en formación como para los jesuitas formados, e incluso para los ancianos. Pero, ¡cuidado! ¡Siempre están al acecho las caricaturas del discernimiento! Siempre recuerdo el caso de un jesuita en formación que estaba haciendo el «magisterio». Su madre estaba enferma de cáncer, y él pidió a su Provincial ser trasladado a otra ciudad para estar cerca de ella. Luego fue a la capilla a orar. Permaneció allí hasta muy tarde. Al regresar, encontró en la puerta una carta del Provincial. Vio que estaba fechada para el día siguiente. El superior había decidido que se quedara donde estaba y le escribía que había tomado esa decisión después de reflexionar y orar. ¡Pero no era verdad! Le había dado la carta, fechada para el día siguiente, al ministro[1] para que la entregara por la mañana, pero, dado lo tarde que era, el ministro pensó en dejarla en el buzón durante la noche. ¡Eso es hipocresía! Escuchen bien, cuando algunos de ustedes sean superiores: ¡con el discernimiento no se juega! Hay que escuchar al Espíritu. Es algo serio. Y la verdad siempre debe decirse cara a cara. ¿Entendido?
¿Por qué Fabro?
Un jesuita que usted quiere mucho es uno de los primeros compañeros de san Ignacio, Pedro Fabro. Me parece que menciona más a Fabro que al mismo Ignacio. Entonces profundicé en su personalidad y entendí que tenía una gran capacidad de escuchar y de confiar en el Espíritu Santo. ¿Es por eso que lo quiere tanto?
Sí, es así. He leído muchas veces el Memorial de Fabro y mandé preparar una edición cuando era Provincial. Hay algunas historias en su diario que hablan de una profunda sabiduría del corazón. Y murió «en camino». Y permaneció beato. Cuando me convertí en Papa, entonces, lo canonicé. Hay estudios muy bonitos sobre su figura que puedes leer. Yo definiría su espiritualidad como una «pastoral del corazón», algo que hoy necesitamos mucho.
Somos jóvenes estudiantes, y a veces participamos en movimientos de protesta. Yo acompaño a las familias de las víctimas de violaciones de derechos humanos en el pasado. Le dejo una carta escrita por la señora María Katarina Sumarsih, madre de una de las víctimas de la tragedia de Semanggi en 1998, cuando fueron asesinados civiles que protestaban. Ella es una de las iniciadoras del Kamisan, inspirado en las Madres de Plaza de Mayo en Argentina. Este grupo pide al gobierno que revele las violaciones de derechos humanos del pasado y que se haga justicia para las víctimas y sus familias. ¿Qué consejo puede darnos?
¿Sabes que la presidenta del movimiento de Plaza de Mayo vino a verme? Me conmovió y me ayudó mucho hablar con ella. Me transmitió la pasión de dar voz a quienes no la tienen. Este es nuestro trabajo: dar voz a quienes no la tienen. Recuérdalo: este es nuestro trabajo. La situación bajo la dictadura argentina fue muy difícil, y estas mujeres, estas madres, luchaban por la justicia. ¡Conserven siempre el ideal de justicia!
El Papa Francisco lee la carta y ve el nombre de Marta Taty Almeida y añade: ¡Sí, Marta Taty Almeida! ¡Vino a verme antes de morir!
¿Y la esperanza?
Soy de Myanmar. Llevamos tres años viviendo una situación difícil. ¿Qué nos aconseja hacer? Hemos perdido la vida, la familia, los sueños y el futuro… ¿cómo no perder la esperanza?
La situación en Myanmar es difícil. Sepan que los Rohinyá están en mi corazón. Estuve en Myanmar y allí hablé con la señora Aung San Suu Kyi, que era la primera ministra y ahora está en prisión. Luego fui de visita a Bangladesh, y allí conocí a los Rohinyá que fueron expulsados. Mira, no hay una respuesta universal a tu pregunta. Hay jóvenes valientes que luchan por la patria. Hoy en Myanmar no se puede guardar silencio: ¡hay que hacer algo! El futuro de tu país debe ser la paz fundada en el respeto a la dignidad y los derechos de todos, en el respeto a un orden democrático que permita a cada uno aportar al bien común. He pedido la liberación de la señora Aung San Suu Kyi y recibí a su hijo en Roma. Ofrecí el Vaticano para acogerla en nuestro territorio. En este momento, la señora es un símbolo. Y los símbolos políticos deben ser defendidos. ¿Recuerdas a esa monja arrodillada con las manos levantadas frente a los militares? Dio la vuelta al mundo. Rezo por ustedes, jóvenes, para que sean valientes como ella. La Iglesia de tu país es valiente.
Soy el Provincial de los jesuitas y quiero darle las gracias por lo que nos ha dicho y por su sabiduría. No tengo preguntas, pero quisiera darle a conocer una actividad que realizamos aquí, y que forma parte de la Red Mundial de Oración del Papa. Queremos mostrarle Utusan, una revista muy conocida en Indonesia. En colaboración con Rohani, una revista para religiosos, invitamos a los lectores a escribirle cartas a usted. Muchos lo hicieron, incluidos algunos musulmanes. Las cartas fueron publicadas en Utusan y Rohani, y también en un libro titulado Whispers of Hope: Letters from our Hearts for Pope Francis. También hay un regalo de nuestra parte: una estola hecha por los presos, con motivos batik, una técnica indonesia de teñido. Este es un regalo que simboliza su arrepentimiento.
¡Saluda a los presos de mi parte, salúdalos! Cuando era arzobispo de Buenos Aires, el Jueves Santo no lavaba los pies en la catedral, sino en la cárcel. Y allí aprendí a decir siempre una oración cuando entro en una prisión: «Señor, ¿por qué ellos y no yo?». Nos vendría bien rezar así cuando encontremos a personas que han fracasado, que han caído: «¿Por qué él y no yo?».
Finalmente, el Provincial entregó al Papa una escultura de madera con el símbolo IHS de la Compañía de Jesús[2], diciendo: «Con estos regalos, esperamos que el Santo Padre nos recuerde siempre, a los jesuitas de Indonesia». El Papa respondió con una sonrisa:
¡Demasiados regalos! Gracias por todo. Recen por mí, y por la Compañía para que sea valiente… Ahora recemos juntos a la Virgen con un Ave María, cada uno en su lengua.
Al final del encuentro, Francisco quiso saludar a todos los jesuitas presentes, uno por uno, ofreciéndoles como regalo un rosario.