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Pandemia y normalidad

ojo_ANDREA HERNÁNDEZ_AFP

Por Pedro Trigo, s.j.*

En marzo se cumplirán dos años de restricciones en el país por la pandemia. Nadie pensó que la emergencia iba a durar tanto. El problema es que nadie ve cuándo acabará. Por de pronto tenemos que decir que los contagios no sólo no disminuyen, sino que, como en otros países, estamos en el pico más alto. La diferencia con los primeros tiempos es que ahora mueren muchísimos menos, en buena medida por las vacunas y también porque las variantes parecen menos letales, aunque siguen muriendo por complicaciones.

Es hora de preguntarnos si tiene que seguir indefinidamente la anormalidad. Si no nos tenemos que hacer cargo, como dicen los científicos, que la pandemia se ha transformado en endemia, es decir, un proceso patológico que se mantiene de forma estacionaria, una enfermedad con la que tenemos que contar.

Si aceptamos esta caracterización de la afección del Coronavirus, la pregunta en adelante tendría que ser qué tenemos que hacer para evitar los contagios y para salir lo más airosos posibles de la enfermedad. Pero qué tenemos que hacer dentro de la normalidad. Porque la anormalidad ha llevado al cierre de muchos negocios y al empobrecimiento de muchísima gente y además a la depresión de muchos otros que no han podido aguantar el aislamiento. No sólo no es viable económicamente seguir así, sino que tampoco es humano hacerlo indefinidamente, porque no es humano vivir sin encuentros ni contactos. Tenemos que reencontrar una normalidad saludable, tanto respecto de la salud física, como respecto de la salud mental y de la salud económica y social.

Para lograrlo es indispensable la combinación de la responsabilidad personal y de las directrices de los expertos y el que las autoridades hagan cumplir las normas que se den y, sobre todo, insistimos, que los ciudadanos cumplamos los protocolos responsablemente. En definitiva, la responsabilidad personal es la última responsabilidad porque se trata de la propia vida y de la de los demás. Lo más elemental de esta responsabilidad es vacunarse, incluso con la de refuerzo. Otro aspecto de esa responsabilidad es el informarse bien. Y aquí viene la responsabilidad de los expertos de dar información y de las autoridades y los medios, de propagarla. Tendría que especificarse, cuál sería la distancia y como tendría que llevarse a cabo el trabajo y los encuentros para que no fueran nocivos. Otra responsabilidad es formar ambiente, que es el modo de cuidarnos unos a otros.

Otra responsabilidad es la de la salud pública, de atender a los casos que se presenten, haciendo pruebas y dando tratamientos gratuitos, sobre todo a la gente popular.

Rogamos al Dios de la salud y de la vida que cada uno de los concernidos obremos en conciencia y responsablemente, teniéndonos en cuenta, no sólo a nosotros mismos sino a los demás.

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