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Palabras oportunas para la casa común

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Por Óscar Parra, s.j.

A propósito de los cincuenta y dos años de conmemorarse el Día Internacional de la Madre Tierra, es propicio considerar el reflejo de la Iglesia católica y sus últimos pontífices ante las diversas problemáticas y situaciones por las que viene atravesando la Madre Tierra desde el siglo pasado. No se pretende ver minuciosamente el pronunciamiento de los obispos de Roma, sino, más bien tomar un hecho significativo, que sigue teniendo vigencia en la situación actual de la Pachamama para despertar el accionar que, como sociedad, se debería acelerar.

Justamente, esta conmemoración del Día Internacional de la Madre Tierra surge para hacernos conscientes ante realidades como la sobrepoblación y para confrontar los problemas ambientales que comprometen a la casa común y los seres vivos que en ella se anidan. La Iglesia como institución se ha manifestado en este tema, dejando en evidencia que no solo compromete el ámbito político, social, cultural y ambiental, sino que la institución eclesial se entrelaza y confronta una situación que concierne a toda la humanidad.

A lo largo de los últimos pontificados se ha percibido una palabra reflexiva acerca de la situación problemática en la que se encuentra la madre tierra. Parker, por ejemplo, menciona que “Desde el papado de Juan Pablo II y luego más con Benedicto XVI y recientemente con el Papa Francisco, la iglesia se ha mostrado sensible a los problemas ambientales”1. Cuando San Juan Pablo II quería referirse a situaciones referente a la Tierra usaba la terminología “cuestión ecológica”2; desde que estuvo acompañando como Pastor de la Iglesia, fue dando respuesta al modo de proceder que la sociedad debía asumir como principal responsable del cuidado del medio donde habita.

Para Juan Pablo II la ecología interesa en cuanto se refiere a la manera como el hombre se relaciona con el medio natural y social en el que habita y del cual es responsable. Su principal interés es explicar, desde una perspectiva cristiana, el sentido del señorío del hombre sobre la naturaleza, con la intención de contribuir a la superación de la actual situación de agotamiento, deterioro y mal uso de los recursos naturales y sus consecuencias para la vida humana social. Esta situación se expresa, en sentido bíblico, en la tensión que se produce entre la vocación del hombre a ser dueño y señor de la creación y su tendencia a dominar y explotar la naturaleza.3

Por su parte, Benedicto XVI, actual papa emérito, en la encíclica Caritas in Veritate señala las exigencias de nuevas soluciones en torno al desarrollo humano, sumando a ellas la realidad de la madre tierra, enfatizando la necesidad de

[…] una honda revisión con amplitud de miras del modelo de desarrollo, para corregir sus disfunciones y desviaciones. Lo exige, en realidad, el estado de salud ecológica del planeta; lo requiere sobre todo la crisis cultural y moral del hombre, cuyos síntomas son evidentes en todas las partes del mundo desde hace tiempo.4

Ahora bien, el papa Francisco ha reflejado una postura contundente referente al cuidado de la Tierra, refiriéndose a ella como la casa común en su encíclica Laudato Si, en la que manifiesta una crítica a los sistemas políticos e invita a un cambio para atender al llamado de la casa común, enfoca el problema del cambio climático como consecuencia del modo en cómo se está viviendo y conviviendo.5

De igual modo lo confirma en Fratelli Tutti que, siendo una encíclica social, revela un mensaje profundo al cuidado del ambiente. Con su lenguaje cercano y basado en la cotidianidad explica en qué consiste el cuidado de la casa común

[…] porque si alguien tiene agua de sobra, y sin embargo la cuida pensando en la humanidad, es porque ha logrado una altura moral que le permite trascenderse a sí mismo y a su grupo de pertenencia.6

Esto no es más que una invitación de hacerse hermano y cercano con aquel que tiene necesidad. Además, da pistas de cómo confrontar la realidad de la casa común en nuestros días.

Desde el camino sinodal donde la Iglesia viene invitando a un diálogo, se busca responder a la realidad de la población y las acciones que atropellan al mundo de hoy, bien han señalado que el proceso sinodal no es para generar un documento más. Respecto al tema ambiental de cuidado y preservación de la casa común enfatiza en un camino donde todos se acompañan para solventar y detener la destrucción del planeta. Un rasgo considerable fue el Sínodo de la Amazonia, donde se pronunciaron –a viva voz– rasgos que marcan pauta a tan acelerado acontecimiento, donde se requiere la colaboración de todos para mitigar y prescindir de acciones que atentan con la madre tierra.

Mas allá de los pronunciamientos de los Papas, las palabras oportunas para la casa común y las acciones que gerencia la Iglesia como institución, la “respuesta inmediata”, la tiene quienes manejan los sistemas políticos, sociales y económicos a nivel mundial. También, hay una responsabilidad en el resto de la población, aquella que, aunque parece pequeña, fomenta un valor imprescindible a la Madre Tierra e incentiva a las nuevas generaciones a responder con esas acciones mínimas pero significativas que tanto espera la casa de toda la civilización.


Notas:

  1. Cristián Parker Gumucio: “La religión frente al cambio climático y la transición energética hacia la sustentabilidad en la religión ante los problemas sociales” (Buenos Aires: CLACSO, 2020), 171. En línea: biblioteca.clacso.edu.ar
  2. Juan Pablo II, Paz con Dios creador, paz con toda la creación, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 8 de diciembre de 1990.
  3. Roberto Vela M.: “Juan Pablo II Y La Cuestión Ecológica”, Theologica Xaveriana, N° 145 (Año 2003): 82.
  4. Benedicto XVI: Carta encíclica Caritas In Veritate. 29 de junio de 2009, No. 33.
  5. Eduardo Buenaventura Badía Serra: “Sobre la carta encíclica ‘Laudato Si’ del Papa Francisco”. Teoría Y Praxis, No. 28, (Año 2016): 49.
  6. Francisco: Carta encíclica Fratelli Tutti. 3 de octubre del año 2020, No. 117.
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