L´Espresso
Por suerte llego Federico Lombardi, desconocido para muchos, hasta ahora mediáticamente discreto, se hacía notar sólo por los “vaticanistas”. Director de la sala de prensa de la Santa Sede, 71 años, director general de Radio Vaticana, sobrino de Riccardo, predicador radiofónico de los años cincuenta, conocido como “el micrófono de Dios”: se lució.
Después del anuncio de la renuncia del papa, en la rueda de prensa se mantuvo en pie en el asalto de centenares de periodistas del mundo entero bajo el peso de una de las noticias más impactantes de los últimos seiscientos años.
Vestido como el padre Ralph en “El pájaro canta hasta morir”, mucho más modesto que Navarro-Vals, su predecesor, gran jesuita, francés perfecto, inglés fluido apareció en el programa Porta-Porta, entre una conferencia de prensa y otra, respondiendo a las preguntas más impertinentes, tuteando a todos como buen pastor… A quien le preguntaba por una fecha concreta para iniciar el nuevo periodo respondió: “Cualquiera de ustedes que haya hecho remodelaciones en su casa sabe que nunca podemos precisar cuándo terminarán”.
Mostró sentido del humor, hasta ahora nunca contemplado por esa trascendental fuente. Pregunta periodística: “¿Los cardenales saben que deben venir a Roma?” Respuesta aguantando la risa: “Los cardenales son inteligentes”. En un nano segundo le devolvió al Vaticano, una imagen limpia, sin un ápice de arrogancia, después de meses de veneno y luchas viscerales.