El próximo jueves 14 de noviembre, a las 12 horas, en el Aula de la Conciliación, habilitada para el Tribunal del Palacio Apostólico de Letrán de Roma, tendrá lugar la sesión de clausura de la investigación diocesana sobre la vida, virtudes, fama de santidad y signos del Siervo de Dios padre Pedro Arrupe Gondra, S. J., vigésimo octavo superior general de la Compañía de Jesús. El rito será presidido por el Arzobispo monseñor Baldo Reina, vicario de Su Santidad para la diócesis de Roma. Estarán presentes los miembros del tribunal diocesano que llevó a cabo la investigación: monseñor Giuseppe D’Alonzo, delegado episcopal; Don Giorgio Ciucci, promotor de justicia; Marcello Terramani, notario actuario.
La experiencia en Japón
Pedro Arrupe nació en el País Vasco, en Bilbao, el 14 de noviembre de 1907. Realizó sus estudios de medicina en Madrid, durante los cuales decidió hacerse jesuita. Entró en el noviciado en 1927 y al final de su formación fue enviado a Japón como misionero. Tras convertirse en maestro de novicios, se encontró en Hiroshima cuando se lanzó la bomba atómica sobre la ciudad el 6 de agosto de 1945. Para ayudar a la población transformó el noviciado en hospital de campaña y, gracias a su formación médica, pudo socorrer a muchos heridos. Esta experiencia lo marcó profundamente.
Superior de los jesuitas
En 1965 fue elegido superior general de la Compañía de Jesús, acompañando a la orden jesuita en el gran cambio que representa el Concilio Vaticano II: el gran esfuerzo de renovación que afronta la Iglesia se refleja también en la vida y obra de los jesuitas, que se encuentran preguntándose qué quiere el Señor de ellos en ese momento de grandes cambios. La cuestión que más preocupa al Padre Arrupe es la atención a los últimos: es bajo su liderazgo que la Compañía reinterpreta su misión como un servicio de fe y promoción de la justicia. De manera particular se dedica a los refugiados, pidiendo a toda la Compañía que responda a este desafío. Gracias a él, hoy el JRS (Servicio Jesuita a Refugiados) opera en muchas zonas del mundo, incluida Italia a través del Centro Astalli. En el verano de 1981, un infarto le provocó parálisis y pérdida del habla. Tras dejar el cargo, falleció en 1991, viviendo este largo período de enfermedad orando por la Compañía que había dirigido durante más de treinta años. La causa de beatificación fue abierta el 5 de febrero de 2019.