Por Mercedes Arancibia
Unos desagradables incidentes[1] –acusaciones de agresión sexual contra el marido de una de las académicas, también beneficiario de algunas prerrogativas en la institución, y las subsiguientes dimisiones que impidieron alcanzar el quórum necesario– hicieron que en 2018 no se pudiera establecer quién era el escritor o escritora que se llevaba el Premio Nobel de Literatura.
Una vez restablecida la tranquilidad en la Academia sueca, en la ceremonia que tendrá lugar en noviembre de 2019 se entregarán dos diplomas y dos importantes cantidades en metálico: al galardonado en 2019, el austriaco residente en Francia Peter Handke, un escritor de pasado tortuoso, carne de psicoanalista por ser “de padre desconocido”, bastante conocido en el mundo occidental donde se le reprocha haber apoyado a los serbios en el conflicto yugoslavo; y, con un año de retraso, a la vencedora de 2018, la novelista polaca Olga Tokarczuk, que es la decimoquinta mujer que recibe esta recompensa desde 1901[2], cuando el ganador fue el poeta francés Sully Prudhomme.
Ambos, Peter Handke y Olga Tokarczuk, suceden al novelista británico de origen japonés Kazuo Ishiguro, premiado en 2017.
Olga Tokarczuk, de 57 años, premiada por su “imaginación narrativa” y su “pasión enciclopédica”, contaba ya con el emblemático Man Booker Prize, recibido en 2018 por la novela “Los peregrinos”, publicada en español por Anagrama con el título “Los errantes” (otras novelas suyas editadas en castellano son “Sobre los huesos de los muertos”, “Un lugar llamado antaño”, y en catalán además “Cos”).
Autora de una docena de títulos y traducida a veinticinco lenguas, la narrativa de Olga Tokarczuk va del cuento filosófico (“Los niños verdes”, 2016, puede encontrarse una edición francesa), a la “novela policiaca ecologista comprometida y metafísica” (FranceInfo) como es “Sobre los huesos de los muertos”, o a la novela histórica: un ‘tocho’ de 900 páginas titulado “Los libros de Jacob”, publicado en 2014.
Militante de la izquierda ecologista en uno de los países más conservadores de la Unión Europea, considerada la mejor escritora polaca de su generación, y muy crítica con el actual gobierno polaco del nacionalista, católico y en la práctica ultraconservador partido Ley y Justicia (PiS), Olga Tokarczuk, quien también es vegetariana, se ha excusado por anunciar, en su cuenta de twitter, que le habían concedido el Nobel dos horas antes de que la Academia sueca lo hiciera oficial.
La Academia sueca concede dieciséis premios anuales, el más conocido y el mejor dotado (nueve millones de coronas suecas, unos 830 000 euros) es el Nobel de Literatura. En su testamento, el inventor Alfred Nobel –químico, industrial, fabricante de armas e inventor con más de 350 patentes registradas, creó los premios para compensar el horror que sentía por haber inventado la dinamita– legó su inmensa fortuna para la concesión de los galardones que llevan su nombre y dejó en manos de la Academia Sueca la misión de premiar cada año al “autor de la obra literaria más destacable de inspiración idealista”.
El Nobel de Literatura no se ha entregado en siete ocasiones, principalmente por las guerras, en 1914 y 1918, 1935 y de 1940 a 1943, y ha sido rechazado dos veces: en 1958 por el novelista ruso Boris Parternak (“Doctor Zivago”), obligado por las presiones del gobierno soviético, y en 1964 por el filósofo y escritor francés Jean-Paul Sartre.
En noviembre de 2017, en plena campaña de #MeToo, el director artístico Jean-Claude Arnault, francés naturalizado sueco y fundador en 1960 del Centro Cultural Forum en Estocolmo, marido de una de las académicas, fue acusado por dieciocho mujeres de acoso y agresión sexual, y por una de ellas de violación, y condenado a dos año y medio de cárcel.
La anterior premiada fue en 2015 la bielorrusa Svetlana Alexievitch. La primera que recibió este prestigioso Nobel fue en 1909 la sueca Selma Lagerlöf. En 1996 fue otra polaca, la poetisa Wislawa Szymborska, fallecida en 2012. La Academia Sueca vio en ella a “la representante de una visión poética de una pureza y una fuerza inhabituales”.