Luisa Pernalete
El año escolar pasado fue incompleto. Esto lo reconoce hasta la propia Ministra cuando dice públicamente que se perdieron 23 días de clase, la Asamblea de Educación, ONG que trabaja estos temas, habla de 19, pero hayan sido 23 o 19 los días perdidos por “órdenes superiores”, esto es, elecciones, muerte de Chávez y el duelo posterior, son muchos. Eso supuso un mes de vida escolar. ¡Un mes perdido! Se dice rápido, pero es algo trágico. Sólo estamos mencionando los días perdidos por “órdenes superiores”, no es fácil contabilizar los perdidos por otras causas, como falta de agua o exceso de lluvia, o la inseguridad con sus balas incluidas, que también son causas de suspensión de actividades escolares.
Piense en las consecuencias de un año escolar así, con interrupciones de dos y hasta 5 días seguidos. Estas consecuencias no afectan por igual a todos. Como siempre, los más débiles se ven más afectados, los pobres, pues no cuentan con mecanismos de compensación pedagógica como tareas dirigidas, bibliotecas en sus casas, complemento con otras actividades. Además, estas suspensiones alteran la ya débil disciplina, la rutina que todo niño o adolescente debe tener para la formación de su personalidad. Sin olvidar que un día sin clase, es un riesgo para los niños de sectores populares. De paso, queda elmensaje implícito que va quedando en su cotidianidad: ¡un día de clases no importa! No nos debe extrañar el problema de calidad de la educación, materia pendiente en Venezuela.
La Ley Orgánica de Educación, en su Artículo 49, contempla 200 días de ”actividad escolar”, eso significa que no son necesariamente 200 días de clases, sino que se incluyen ahí otras tareas propias de la escuela, como reuniones de docentes para planificar o evaluar, o para formación, o sea que realmente días efectivos de clase son menos.
Hay suspensiones que se pueden evitar. Hay actividades de la vida nacional que no debieran competir con la escuela. Por ejemplo, las elecciones. Votar es un derecho ciudadano, pero este no puede atentar contra el derecho fundamental a la educación de niños y adolescentes, los cuales son “prioridad absoluta”, según nuestras leyes.
Este año ya se sabe, habrá elecciones de alcaldes en diciembre, creemos que hay tiempo para que el CNE y el MPPE se puedan poner de acuerdo y planifiquen menos días perdidos de clase. Ya se han tenido suficientes procesos electorales como para ya saber qué hacer y cómo hacerlo mejor. Eso se puede prevenir, a diferencia de otras causas no predecibles.
Nuestros niños necesitan no solo más y mejor educación, sino también un poco de tranquilidad y rutina.