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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Necesitamos que la comunidad internacional nos proteja de nuestro régimen

ENTREVISTA ERIK DEL BUFALO.

Venezuela requiere del coaching de organismos como la OEA y la ONU, afirma el filósofo. “La Carta Democrática puede cambiar el gobierno”, sostiene. La persecución contra los panaderos “marca un nuevo umbral en un proceso de descomposición política

Vanessa Davies

Un café negro corto (expreso, en realidad) fue el único combustible que necesitó la mente privilegiada de Erik Del Bufalo para poner en palabras su indignación por la crisis venezolana. Sus ojos claros, ya de por sí enormes, se abren mucho más al hablar sobre las personas que comen de la basura, los operativos gubernamentales en las panaderías de Caracas, los intereses creados en el poder, las complicidades que atornillan un presente que parece insostenible. Su boca no escatima verbos ni adjetivos cuando se refiere al “régimen”.

Estudió filosofía y, como los buenos pensadores, prefiere que no se lo llame filósofo porque es algo “demasiado grande”. Ahora enseña filosofía a otros en la Universidad Simón Bolívar (USB).

Se están tomando medidas con el pan. El Gobierno dice que hay una guerra del pan. ¿Quién le está haciendo la guerra a quién?

–Lo del pan marca un nuevo umbral en un proceso de descomposición política y de degradación del Estado venezolano.

¿Por qué?

–Porque marca una nueva avanzada hacia atropellar derechos fundamentales, no solo el de la propiedad. Se está criminalizando a ciudadanos comunes, como los panaderos. Ya no se está criminalizando a políticos; se está criminalizando a ciudadanos muy honestos, muy trabajadores, como son nuestros panaderos.

¿Puede haber una conspiración o un complot de los panaderos?

–Déjame primero reírme y cuando se me pase la risa te lo contesto. Yo no considero que hay conspiración de panaderos contra un Estado que tiene Fuerzas Armadas. ¿Cómo podría conspirar un panadero? ¿No vendiendo pan? Es algo completamente absurdo.

Haciendo una operación morrocoy, por ejemplo.

–¿Para tumbar al gobierno? Ese es un argumento que no puedo desmentir, porque es tan alucinante, tan delirante… me puedes decir que los panaderos están en conspiración con los marcianos para destruir el planeta y no te lo puedo negar. Es demasiado estrambótico.

Ese es el argumento del Gobierno.

–Eso no es un argumento. Es una cosa estrambótica, que no se sostiene de ningún lado. Eso va contra la lógica del propio panadero. Destruirse a sí mismo con el fin de que caiga Maduro no tiene sentido. Ahora, suponiendo que eso fuera verdad: que los panaderos están conspirando con los marcianos para destruir el gobierno, eso tampoco le daría derecho al Gobierno. El Aissami no tiene ningún derecho de decirle a un panadero cómo debe hacer el pan.

¿En ningún país existe eso?

–No. ¿De dónde lo sacan? ¿En cuál legitimidad se basa eso? ¿De dónde? ¿Está el panadero siendo sometido por el Estado en el supuesto de una guerra económica?

Se estaría violentando el derecho a la alimentación de la gente, si hubiese una conspiración.

–El derecho a la alimentación de la gente no implica que la propiedad privada, la vida o los derechos humanos de los panaderos se violen. La discusión no es la falta de harina, que es la causa real de la falta de pan. La causa real por la que no hay pan es que existe una mafia estatal que tiene un monopolio de la harina, y seguramente allí pasa lo que pasa con el cemento.

Todo el mundo lo dice, pero no hay pruebas de eso. ¿Dónde están las pruebas de que existe esa mafia?

–La mafia existe porque hay un monopolio del Estado. Ya eso es una mafia. Lo manejan los que manejan esos monopolios. ¿Quiénes son? Los generales que manejan eso. A ellos hay que preguntarles: ¿Cómo distribuyen ustedes la harina? ¿Ustedes cobran sobreprecio por la harina, o la venden a precios regulados? Y preguntarle al mismo panadero cómo consigue la harina.

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Hacia más represión

Del Bufalo trae a colación el caso de la panadería La Condesa, ubicada en Plaza Venezuela, donde –como consecuencia de la fiscalización gubernamental- fueron detenidos dos trabajadores. “¿Con qué orden judicial los metes presos? Si a Tareck El Aissami le da la gana de meter a alguien preso porque ‘está contra el Estado’, eso es nazi, eso es fascista, eso viola la cosa más elemental: tengo derecho a un proceso legítimo. Ese es el problema real. Ya no estoy hablando de políticos, que es grave; ni siquiera de panaderos, sino de los empleados de una panadería, que seguramente ganan sueldo mínimo. Ese es el umbral que esta dictadura, a la que yo llamo tiranía porque es una democracia descompuesta, está pasando”.

¿Hacia dónde?

-Hacia niveles mayores de represión.

¿Por qué? ¿Por qué lo ve como un umbral, un punto de inflexión?

-Hay dos hipótesis. Una, que está cumpliendo el plan de la patria, que no es más que un proyecto totalitario que cree que si controla todos los medios de producción puede mantenerse. Y otra hipótesis es que está perdiendo el control político y el control económico del país, y lo único que le queda es represión y miedo para mantener lo mínimo de gobernabilidad que hoy tiene.

¿Cómo saber cuál de las dos está ocurriendo?

-Posiblemente estén ocurriendo las dos al mismo tiempo, porque no son excluyentes. Estamos en un punto en el que no hay ni pan. No estamos hablando de carros, de mayonesa, de televisores de plasma como con el Dakazo, sino de pan: lo mínimo que una sociedad civilizada come.

Pero la sociedad no reacciona, aunque de acuerdo con el análisis que usted hace le están quitando el pan.

-Tienes razón, la sociedad no reacciona. Ya van dos décadas de un sistema que ha mermado toda iniciativa, y ha roto todo deseo individual de ser libre. ¿Eso ha triunfado? ¿Hay miedo? ¿Hay desesperanza, hay resignación?

¿Qué es?

-Creo que hay un poco de todo. Nunca hay una sola cosa. Siempre hay muchos factores.

¿Pasar ese umbral nos va a llevar hacia qué? Ahora es el pan. ¿Qué puede ser más adelante?

-Para mucha gente es mayor comunismo. Creo que es una palabra muy elegante para describir esta situación. Creo que nos va a llevar a estados de barbarie; estados de caos donde no hay estado de derecho, hay menos control de la economía y mayor violencia y crimen. Llevarse a dos trabajadores presos arbitrariamente es un acto de violencia como secuestrar a alguien. Igual. Es un Estado hamponil.

¿Es un estado de barbarie que no hemos vivido antes?

-No lo hemos vivido antes. Hemos vivido situaciones de represión, por días. Pero no esto.

“Los verdaderos dueños de Maduro”

¿Cómo era Venezuela antes de 1998? Hay gente que lo pinta como una maravilla y piensa que ahora caímos en un hueco.

-Venezuela era un país muy complicado, con muchos problemas, pero había un mínimo de respeto al estado de derecho, al hábeas corpus, incluso con las garantías constitucionales suspendidas. Yo no quiero caer en la trampa de comparar esto con lo que hubo o con lo que puede ser, que es lo que hace siempre el Gobierno. Antes había violaciones, antes había homicidios. ¿Y? ¿Es que si alguien mata a otro en Guasdualito yo tengo derecho a matar a alguien en Caracas? Ese es un argumento mediocre, falso y falaz. Por supuesto que antes no había estos niveles de barbarie, porque había contenciones del poder.

¿No las hay ahora?

-No las hay ahora. No hay ninguna contención del poder. Ni siquiera hay transparencia sobre cuál es el poder ahora.

¿Cuántos poderes cree que hay en Venezuela?

-Es una opinión. Tú pides pruebas como si esto fuese un tribunal. ¿Mi visión de la cosa cuál es? Mi visión es que Maduro es un títere de fuerzas que se le sobreponen. Por eso es que uno lo ve impotente ante tomar decisiones obvias, de sentido común. Pienso que hay actores económicos y financieros, que manejan bonos de Pdvsa; que manejan grandes cuentas, como ciertos bancos que están a la vista, y militares, que son los verdaderos dueños de Maduro. Esos son grupos de interés de los cuales está prisionero “el gobierno”. Entre comillas, porque no hay gobierno en realidad; hay un centro de poder, más o menos inestable, que se manifiesta de la peor manera: represión y atropello.

Estado de barbarie

A Erik Del Búfalo lo dejó atónito el comportamiento del superintendente de precios justos, William Contreras, durante la fiscalización a una panadería: “Vi al señor de la Sundde malandreando a un panadero, de una forma inaceptable. Eso no es Estado, eso es barbarie; es la ley del más fuerte. Eso es que quien tenga una chapa del Estado puede atropellar como le dé la gana al ciudadano común”.

Esa forma de actuar le hace pensar que cualquier persona –no solo dirigentes políticos– puede ser víctima de un atropello por parte de funcionarios gubernamentales: “Mañana te pueden agarrar a ti, o a mí, porque somos enemigos de la patria, porque queremos atentar contra la nación, o porque yo hice un tuit contra la estabilidad nacional”.

¿Estamos en un estado de indefensión?

-Estamos en un estado de barbarie. Estamos en un estado de naturaleza en el que quien tiene más poder es el que manda.

Pero es un gobierno por el que la gente votó. Ganó unas elecciones.

– ¿Y?

Está ejerciendo el poder que el pueblo le dio. ¿O no?

-Cuando uno vota por un gobierno no vota para que haga lo que quiera. Uno vota para que haga unas cosas determinadas. No es que, porque uno votó por alguien, ese alguien puede violar a otro. No puedo votar para que viole el derecho de un ciudadano, porque eso no es una democracia. En eso estamos claros, ¿verdad? Cuando uno vota, vota por un mandato que está en la Constitución. Y está también la carta universal de los derechos humanos, que refleja los derechos inmanentes al ser humano. Cuando uno vota por un presidente, no lo hace para que haga cualquier cosa.

¿Y es lo que está pasando? ¿El Presidente está haciendo cualquier cosa?

-Si el Presidente cometiera un homicidio no podría justificarlo porque la gente votó por él, ¿verdad? Él no puede violar los derechos de unos panaderos porque la gente votó por él. Es lo mismo.

¿Qué pasa con los contrapesos?

-No hay ninguno.

¿La oposición no es un contrapeso?

-El contrapeso esencial es el Poder Judicial. Lo que sucede con el poder político, que sería el de la Asamblea, no es culpa del Gobierno sino de la oposición: por ineptitud o por complicidad. Pienso que por complicidad.

¿Por qué?

-Porque uno es inepto una o dos veces. Cuando uno es inepto infinitamente hay que buscar otra hipótesis para explicarlo.

¿Por qué complicidad?

-Complicidad con un estado de cosas, que he llamado, con algunas personas, statu quo. Se benefician de contratos del gobierno, del régimen cambiario, de la repartición del Situado Constitucional en alcaldías y gobernaciones.

¿Entonces la oposición es responsable de lo que está pasando?

-Es cómplice, porque la responsabilidad es del gobierno, que tiene el poder del Estado. No digo toda la oposición, pero gran parte de la oposición que fue al diálogo, sí.

¿La gente lo ve así?

-No sé. Yo no soy encuestador. No hablo por la gente. Hablo simplemente por lo que veo.

¿Y con base en lo que usted ve?

-Hay complicidad.

Hablará la geopolítica

Entonces en Venezuela podemos estar eternamente en esta situación.

-Si no hay fuerzas vivas, resortes morales, indignación nacional por cambiar la situación, esto puede durar indefinidamente. Hace tiempo que pasamos puntos cero de miseria. Paséate por donde quieras. Estamos en el este de Caracas y verás que, incluso aquí, hay mucha gente comiendo de la basura. No son indigentes; es gente que hace tres meses podía comprarse una ropita. Seguramente sean trabajadores. Hemos llegado a un punto cero.

¿Podemos seguir así?

-Podemos seguir empeorando. Podemos seguir así indefinidamente, empeorando. Si no ocurren las acciones humanas, no pasa nada por mecánica. Ahora, hay cosas imponderables que uno no está viendo.

¿Cuáles?

-Mucha rabia social contenida que puede explotar por cualquier cosa. Mucho malestar militar que podría explotar por cualquier cosa. Fuerzas geopolíticas que uno a veces no calibra bien, como los apoyos internacionales que pueda tener Maduro con Rusia o China. Uno no está al tanto, porque son negociaciones secretas y de alto nivel que uno no maneja.

¿Son variables que pueden llevar a que esta situación termine?

-A que la situación cambie, sí. Se combinan el malestar militar, el malestar civil y la nueva composición geopolítica del mundo a partir de la victoria de Trump.

Pero Trump es el “camarada Trump”.

-Si ellos están pensando que Trump es el “camarada Trump” están muy equivocados, porque no creo que Trump los vea como “camaradas”. Pienso que Trump y los rusos van a hacer todo lo posible para sacar a los chinos de aquí, porque son sus enemigos geopolíticos naturales a escala global.

¿Sacar a los chinos de aquí qué implicaría para el gobierno de Maduro?

-El acabose, porque no tiene ningún otro tipo de financiamiento internacional.

¿A Rusia no le interesa que siga el presidente Maduro?

-Rusia no tiene ningún interés en que siga Maduro, porque tienen mejores negocios que hacer con Exxon Mobil, que con Venezuela. Hay intereses concomitantes entre ellos dos, más que con Venezuela. Y ellos sí tiene un enemigo común, que es China en cuanto a las fuerzas económicas.

¿Y China pesa tanto aquí?

-China es lo que sostiene a Maduro. No hay ninguna otra potencia que sostenga a Maduro.

¿Rusia no?

-Yo no lo creo. Creo que Putin fue muy explícito cuando dijo que había que respetar los espacios naturales históricos de Estados Unidos en Latinoamérica. El que no entendió eso…

No sin apoyo externo

“Sinceramente creo que, sin un apoyo internacional, Venezuela no va a salir de este foso, porque llegamos a un punto de demasiada descomposición”, subraya. “Esto es un hamponato. Decirle a esto socialismo es sublimarlo. Este es un Estado hamponil”.

¿No es socialismo?

-Yo lo he llamado socialismo de antisociales.

¿Por qué?

-Porque son antisociales quienes están manejando el Estado. No tienen ninguna preocupación por la sociedad. Nada más mantener el control de cambio que está produciendo esta miseria, los negocios que tienen con los CLAP, el negocio cambiario, eso implica que hay sociopatía. Si le estoy negando la medicina a la gente eso es de una mentalidad que solo a un sociópata se le ocurre. Una persona normal, por más que quiera hacer negocios, ¿va a sacrificar la salud de millones de niños, mujeres, adultos? Eso es casi igual que un pran: “Esto me conviene a mí, y si se muere un poco de gente no me importa”.

Usted dice que, sin una jugada internacional, Venezuela no sale de esta situación. Pero eso es invocar la injerencia extranjera.

-No. Injerencia extranjera significa que una potencia está interviniendo en los asuntos internos de un país. Cuando la comunidad internacional, a partir de los organismos que tiene, está actuando en un país, no es injerencia extranjera, porque ya Venezuela firmó pactos internacionales para protegerse de esas desviaciones. Lo que haga Naciones Unidas, o alianzas de países en ese marco del derecho internacional para proteger a Venezuela, no es injerencia. No cabe el término.

¿No le abre las puertas a una acción armada como las que hay contra Siria o Libia?

-Si una acción armada está apoyada por el sistema internacional no es injerencia, desde el punto de vista estricto. No es que yo esté apoyando eso. Si vienen, por ejemplo, cascos azules, no es injerencia. Injerencia es que venga un país a invadirnos.

¿Eso no podría suceder?

-¿Un país a invadirnos, como la Panamá de Noriega? No lo veo factible. La situación del mundo es tan cambiante que uno no descarta nada, pero si se llegase a comprobar que Venezuela está muy comprometida con el narcotráfico, o con el apoyo a grupos terroristas islámicos, se pondría en un aprieto al Estado, que podría llevarnos a escenarios militares de algún tipo. Pero eso lo veo tan lejano…

¿Qué es lo que ve cerca?

-Veo cerca medidas judiciales contra personeros.

¿Cómo la de Estados Unidos contra el vicepresidente El Aissami?

-Como la de El Aissami.

El Gobierno dice que es una acción del imperio.

-El Gobierno puede decir cualquier cosa. Cuando en un tribunal te congelan cuentas, propiedades que están allá, estoy actuando en el derecho de mi Estado, y eso es lo que ha hecho Estados Unidos: congelar activos que están allá. La pregunta es por qué esos personeros tienen activos allá.

Si es que los tienen. Ellos aseguran que no los tienen.

-El Gobierno de Estados Unidos dice que los tienen y los congeló. Algo tuvo que haber congelado.

Venezuela ya es un problema regional

Pero estaríamos pasando de Guatepeor a Guatepeor-peor, según lo que usted dice.

-El problema es que, si la situación se sigue degenerando a este ritmo, y nos volvemos un Estado fallido, pasamos a ser un problema para la región. De hecho, ya lo estamos siendo. No solo por la emigración, por la balanza de pagos…

La región no lo manifiesta así

-La región no lo ha manifestado del todo, pero empieza a manifestarlo. El gobierno de Santos (Colombia), aunque quiere ser aliado de Maduro, ya empieza a manifestar su desagrado por el problema migratorio; el gobierno de Panamá, también. Si en Venezuela hay una hambruna se convierte en un problema de todos, y si se llegase a comprobar que esta es una zona de paso del narcotráfico o del terrorismo, cambiamos de escenario. Ahí perdemos el país, no porque nos intervengan, sino porque lo perdimos nosotros. Es el caso de Siria, que llegó a ser un Estado fallido por él mismo. La tiranía de Al-Assad se prolongó por tanto tiempo, y fue tan corrupta, que debilitó al Estado mismo. Las tiranías destruyen el propio Estado del cual son tiranías.

¿Eso está pasando en Venezuela?

-Hay indicios de que está pasando. Más que indicios: es manifiesto que el Poder Judicial está sometido al Poder Ejecutivo, que no se respetan los derechos constitucionales de los individuos. Para otros países, ya Venezuela es un país narcotraficante. Más allá de que uno lo piense o no lo piense, hay otros estados que sí lo piensan, que es lo que importa. Estamos transitando una vía muy peligrosa. Si Venezuela se vuelve un Estado calamitoso, de crisis humanitaria y descomposición, ya no es un Estado propiamente, y tiene que ser contenido por la región y por la comunidad internacional. Este y cualquier país.

Chavismo ya no cuenta

¿Usted mete a todo el chavismo en el mismo saco?

-No. Creo que ya el chavismo no cuenta como fuerza política. El problema no es el chavismo. No sobrepasa, como fuerza política, 20 % de la población. Hay un chavismo sentimental, gente que apoyó a Chávez y que no necesariamente apoya a Maduro. Hablar de chavismo no me explica nada del país. Yo hablo del régimen, del statu quo, que no solamente es el “gobierno” sino todo el círculo de intereses que está protegiendo una situación. Hay un sector de la oposición que no quiere que se aplique la Carta Democrática, aplicación que no sería injerencia sino apoyo de la comunidad internacional…

¿Qué piensa sobre eso?

-Estoy de acuerdo. Creo que es urgente que se aplique. Cuando uno ve fuerzas de la oposición dubitativas, o que están frenando la Carta Democrática, uno piensa que están protegiendo el statu quo actual. Por eso digo que el régimen va más allá del chavismo. Creo que el régimen ni siquiera tiene que ver con el chavismo, sino con una situación que se generó a partir del chavismo pero que ahora es autónoma del chavismo. Alguien que es chavista puro, como Nicmer Evans, no pinta nada. No es una fuerza política. Hay que ver esto como un adefesio que capturó el país.

Pero el Gobierno sigue sacando a Chávez como el gran elemento…

-Justamente: para amalgamar el pequeño piso que puede tener, pero no creo que eso mueva mucho. Creo que es más el miedo, los mecanismos de extorsión, la compra de conciencias del que está con grandes negocios y que no necesariamente es chavista: esto que ahora viene del chavismo y de la complicidad de sectores que en apariencia estuvieron contra Chávez, pero financiera y moralmente están apoyando esta situación miserable y destructiva, no solamente para el Estado sino para la sociedad. Ya uno ve síntomas de envilecimiento, de crueldad, de violencia, de desnutrición y de sufrimiento demasiado intolerables. Mataron a machetazos a un agricultor por una mano de cambures. Yo he llamado a eso “somalización”. Hay un proceso de “somalización” de Venezuela que en partes del interior del país ya es completo.

¿Esa somalización hacia donde nos lleva?

-Hacia Somalia, hacia un Estado fallido. De continuarse en el tiempo, llegaría allí.

¿Por qué piensa que la Carta Democrática puede ser una opción? La Carta Democrática no cambia gobiernos.

-La Carta Democrática puede cambiar el gobierno. Puede aislar a un régimen a tal punto que sea una presión suficientemente grande que, unida a otras presiones, lleve a que el régimen se debilite tanto que lo obligue a llamar a elecciones o a renunciar.

Usted ve la Carta como una salida.

-La Carta no necesariamente es la salida, pero es uno de los dispositivos más importantes que tiene la comunidad internacional para presionar. Todo lo que presione para una salida civilizada a este asunto hay que apoyarlo. Todo lo que implique una salida civilizada a este problema debe aplicarse. Estamos a niveles cercanos de barbarie. Cuando uno mata a otro a machetazos por una mano de cambur… estamos en grados de barbarie. No es un problema de socialismo o de liberalismo. Es barbarie o civilización. Uno tiene que tener un pacto mínimo republicano, desde Nicmer Evans hasta el Opus Dei.

“Pacto mínimo republicano”

¿Cuáles son los elementos de ese pacto mínimo?

-Respetar los derechos individuales de la persona humana, los derechos constitucionales y reconstituir el juego de división de poderes. Y eso no se puede hacer si no hay un cambio político. Yo diría que hay que relegitimar todos los poderes.

¿Hace falta una megaelección?

-Hace falta un pacto republicano previo a una megaelección.

¿El pacto no es la Constitución?

-La Constitución está desvencijada. Las constituciones no viven en el aire. Las constituciones se violan y ya no sirven.

¿Ya no sirve esta Constitución?

-No, porque ya se deterioró, ya se desvencijó.

¿Habría que hacer una nueva Constitución?

-Una nueva Constitución. Pero ese es un tercer momento.

¿Cuál es el primer momento?

-El primer momento es el del pacto interno de las fuerzas vivas de la sociedad, con la comunidad internacional, para mantener una situación mínima de contención: medicinas, seguridad y contención de la dictadura para que pueda haber, en un segundo momento, elecciones; elecciones que, en el tercer momento, lleven a refundar la república.

¿La sexta república?

-El chavismo fue realmente la descomposición de la cuarta república. Desde 1976 hasta el chavismo hay una línea directa de descomposición de la economía, de la sociedad.

¿El chavismo no le dejó nada bueno al país? ¿Nada absolutamente?

-La política no se puede ver en términos de suma o resta, sino –y cito a Carlos Marx– en términos de tendencia. Pude haber hecho cosas muy buenas, pero si la tendencia fue hacia la destrucción del sistema democrático ya es un mal gobierno. Es una catástrofe.

¿Le parece que el chavismo fue una catástrofe para Venezuela?

-Desde el punto de vista de la tendencia, sí. Catastrófico. Porque la frágil institucionalidad democrática, republicana, que había, que tenía muchos problemas y taras, se perdió. Ya no hay república en Venezuela. Hay un régimen no republicano, tiránico.

Usted habla de tres momentos. ¿Deberían ocurrir todos estos años?

-Deberían ocurrir de emergencia. Es una situación de emergencia.

¿Cómo nos ponemos de acuerdo? Somos una sociedad muy dividida.

-Lo que nos puede poner de acuerdo es que se cumplan estos tres momentos. No antes. Porque además no puede haber impunidad. Hubo muchos crímenes. En Venezuela ha habido muchos atropellos, muchos crímenes que no pueden quedar impunes. Hay mucha riqueza no justificada. Pdvsa se destruyó. Eso no puede quedar así: no por venganza, sino porque eso va a continuar después. Esos intereses constituidos van a hacer que resulte imposible ordenar la república. Tiene que haber justicia. No puede haber cacería de brujas.

¿Quién garantiza que no haya cacería de brujas?

-Lo garantiza que haya un pacto de élites apoyado por la comunidad internacional para que en Venezuela sea posible un momento de relegitimación de todos los poderes. Y después, un tercer momento de reinstauración de la república.

Coaching internacional

Pero entonces necesitamos una muleta, porque lo que dice no lo podemos hacer solos.

-Tiene que haber “coaching” de la comunidad internacional.

¿Quiénes integrarían ese grupo de “coachers”?

-La OEA y el Consejo de Seguridad de la ONU, que son las potencias. Aquí hacen falta 140 mil millones de dólares. Una parte vendrá del Fondo Monetario y la banca internacional. Otra parte, de abrir la industria petrolera. Tiene que haber una gran apertura para que haya plata. Ahora somos un país más miserable que Haití. El sueldo mínimo son 32 dólares. El de Haití es 200. ¿Por qué? ¿Por qué hubo una catástrofe natural? ¿Una guerra?

¿No hay guerra económica?

– ¿Qué es una guerra económica? Yo no sé qué es eso. Pregúntale a quien inventa esas cosas.

¿No es creíble?

– ¿Cómo puede ser creíble algo que no se sabe qué es?

¿El Gobierno no tiene razón en nada?

-No tiene razón en lo que dice. No tiene razón en mantener el control de cambio, el control de precios; en prohibir que haya medicinas en Venezuela.

¿La gente que se va del país tiene razón en irse?

-La gente que se va del país tendrá sus razones, por supuesto. Claro que sí.

Usted no se ha ido.

-Hay razones para quedarse y luchar, y hay razones para irse. Quedarse para morirse de mengua, como un tarugo, no vale la pena. Quedarse para ser un siervo arrastrado por la corriente del despotismo no tiene sentido.

¿Qué sentido tiene quedarse?

-Este es un país que tiene potencialidad. Todavía se puede reconstituir una sociedad sana, donde quepamos todos. Un país rico y próspero, pero con otro sistema. No con este.

¿Con qué sistema?

-Una sociedad abierta. Puede ser de izquierda o de derecha, pero tiene que ser abierta. Tiene que ser de economía abierta, sin controles absurdos que lo que hacen es producir corrupción y mafias, como el control de cambio y el control de precios.

¿Puede haber realmente una Venezuela así?

-Si no la hay ahora no la va a haber. Va a haber esto que cada vez será menos un país. Cuando un país colapsa, pierde su autonomía. Apátridas son los que están destruyendo el país, porque están quitándonos nuestra autonomía. Apátridas son los que destruyen su país por beneficio propio, como este régimen. Cuando Aristóbulo (Istúriz) te dice “no quitamos el control de cambio, porque nos tumban, aunque la gente se muera porque no hay medicinas, porque a mí me importa un pito, yo soy un sociópata” … ese es un apátrida.

¿Y usted, que está pidiendo la intervención internacional, no lo es?

-Yo no estoy pidiendo la intervención internacional. Estoy hablando del apoyo, legal, de la comunidad internacional, que el mismo Estado venezolano firmó. La comunidad internacional existe, no para proteger a los gobiernos, sino para proteger a los ciudadanos cuando un gobierno se degenera. Por eso es que los estados firman esos convenios. Para que la sociedad pueda ser protegida.

¿Necesitamos ser protegidos?

-Los venezolanos necesitamos ser protegidos de nuestro régimen.

Fuente:

http://contrapunto.com/noticia/erik-del-bufalo-necesitamos-que-la-comunidad-internacional-nos-proteja-de-nuestro-regimen-127338/

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