Al pueblo de Dios que peregrina en los Altos Mirandinos y los Valles del Tuy. Salud y paz en el Señor Jesucristo.
- La grave crisis política, económica y social que está viviendo nuestro país nos interpela. Nos hacemos eco de lo afirmado en la exhortación pastoral de los obispos del 9 de enero de este año, en la que se recuerda una vez más los padecimientos del pueblo venezolano como resultado de esta crisis: “El pueblo venezolano vive una situación dramática y de extrema gravedad por el deterioro del respeto a sus derechos y de su calidad de vida, sumido en una creciente pobreza” (n. 2), y que se manifiesta concretamente en el deterioro del salario por la creciente inflación, precaria asistencia sanitaria y escasez de medicinas, multiplicación de enfermedades, carestía y falta de alimentos básicos, alarmantes casos de desnutrición infantil, aumento progresivo de la emigración de venezolanos a otros países en búsqueda de mejores condiciones de vida y otros males más.
- La crisis hunde sus raíces en un gobierno que antepone “su proyecto político a cualquier otra consideración, incluso humanitaria, por sus erradas políticas financieras, por su desprecio a la actividad productiva” (Exhortación obispos, julio 2018, n. 3), resultado del intento de establecer un régimen hegemónico, inspirado en una ideología totalitaria, y que se ha sostenido en los últimos tiempos gracias a elecciones poco transparentes y carentes de legitimidad, como las que se realizaron para elegir a la Asamblea Nacional Constituyente (30 de julio de 2017) y al Presidente de la República (20 de mayo de 2018).
- Los acontecimientos que se desencadenaron en días pasados en torno al 23 de enero, fecha emblemática para la historia democrática de Venezuela, indican la aspiración popular por un cambio profundo. El único camino posible para realizarlo es el de elecciones transparentes y confiables para que el pueblo exprese su voluntad y decida limpiamente quienes deben ser sus gobernantes. Y para ayudar a superar la difícil situación del pueblo venezolano, es urgente que se abran canales de ayuda humanitaria, especialmente en el área de la salud y de la alimentación. La Iglesia, a través de sus instancias pastorales de acción social, está dispuesta -como ya lo viene haciendo- a prestar en este sentido su solícita colaboración.
- “Yo esperaba con ansia al Señor: hacia mí se inclinó y escuchó mi clamor” (Sal 39). La fortaleza del cristiano es su esperanza, afincada en una fe inquebrantable en el Dios que salva. Por eso, nuestra principal arma -junto al compromiso activo por la justicia- es la oración. Exhortamos, pues, a las comunidades parroquiales, comunidades de vida consagrada, grupos y movimientos de apostolado y a todos los fieles laicos a elevar de manera particular en las celebraciones eucarísticas de este domingo, V del tiempo ordinario, una oración especial por Venezuela.
- Pidamos a la Virgen Santísima de Coromoto, patrona de Venezuela, que Ella nos acompañe y proteja con su poderosa intercesión para que todos juntos nos esforcemos en lograr “el progreso de nuestra patria por caminos de justicia y de paz” (Oración de la Misa de la Coromoto).
Los Teques, 9 de febrero de 2019.
Con mi afecto y bendición,
Freddy J. Fuenmayor S.
Obispo de Los Teques