En una emotiva ceremonia celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco dirigió un mensaje contundente a los militares , cuerpos de Policía y Seguridad de todo el mundo. Ante una multitud de 40.000 fieles, el Pontífice les exhortó a no dejarse seducir por las armas ni por el espíritu de guerra, recordándoles que su misión fundamental es proteger la vida, promover la paz y salvaguardar la justicia.
La misa jubilar, presidida por el cardenal Robert Prevost y concelebrada por más de trescientos religiosos, estuvo marcada por un llamado a la reflexión sobre el papel de quienes portan uniforme dentro de las Fuerzas Armadas de las naciones. Francisco destacó el valor de estas instituciones en la lucha contra la criminalidad, la protección de los más vulnerables y la defensa del bien común. Sin embargo, les advirtió sobre los peligros de caer en las tentaciones del poder, la fuerza y la propaganda del odio.
“Sean testigos valientes del amor de Dios Padre, que quiere que seamos todos hermanos”, expresó el Papa en su homilía, instándoles a vigilar contra cualquier impulso que divida al mundo en enemigos y aliados. Subrayó que el servicio armado debe estar guiado exclusivamente por principios de legítima defensa y no para imponer dominio alguno.
Ver con atención las amenazas
Inspirándose en un pasaje del evangelio de Juan, Francisco trazó un paralelismo entre las actitudes de Jesús junto al lago de Genesaret y las responsabilidades de las Fuerzas Armadas. Al igual que Cristo, quienes sirven en estos cuerpos deben “ver” con atención las amenazas al bien común, “subir” a la barca del compromiso con la justicia y “sentarse” para enseñar y construir esperanza incluso en medio de las adversidades.
El Papa también tuvo palabras para los capellanes que acompañan a los uniformados en su labor diaria. Subrayó que su misión no es bendecir acciones bélicas, sino ofrecer apoyo moral y espiritual, ayudándoles a actuar conforme a los valores del Evangelio.
Con un tono lleno de gratitud, Francisco reconoció el sacrificio de miles de hombres y mujeres que arriesgan sus vidas para garantizar la seguridad de los demás. “Gracias porque, subiendo sobre nuestras barcas en peligro, nos ofrecen su protección y nos alientan a seguir nuestra travesía”, concluyó.
El mensaje del Pontífice resuena como un llamado universal a construir un mundo más justo, fraterno y humano, recordando que incluso en medio de las dificultades, el bien puede prevalecer sobre el mal.
Versión nota de Vatican News