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Migrantes venezolanos y países de acogida

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La creencia popular que gira en torno a los migrantes venezolanos es cada vez más diversa. Sobre todo, aquella que los caracteriza en términos peyorativos. Una aproximación a la narrativa que alimenta la desinformación, el mito y la concepción social negativa sobre los migrantes venezolanos en el exterior es lo que sigue

Claudia Peña Melin*

En una entrevista transmitida por Caracol Radio el día 11 de marzo de 2021, la alcaldesa de Bogotá dijo, a propósito de un hecho violento acaecido en la ciudad, “En la agresión falleció un policía y uno de los agresores. Se capturó a otro agresor, de nacionalidad venezolana, y se incautaron dos armas”1, y en la cuenta de Twitter de la propia alcaldesa ese mismo día se lee su respuesta a una crítica: “La hipocresía política desde la comodidad del sueldo, el Zoom y Twitter, mientras los ciudadanos padecen en las calles ataques de algunos migrantes venezolanos muy violentos”.

Por otra parte, en El Mercurio de Santiago de Chile del domingo 14 de febrero de este año, el canciller chileno declaró en Colchane –localidad al norte del país y que fue epicentro de la deportación de 83 venezolanos–:

La visita de Colchane tuvo como objetivo el advertir en terreno cuál es la situación objetiva que afecta a las comunidades por ese fenómeno de migración ilegal a través de pasos clandestinos o no autorizados. Y dejar en claro que, a partir del actual gobierno, se acabó el ˋchipe libreˊ en materia migratoria2.

Es decir, se acabó el relajo.

Lo anterior ilustra cómo declaraciones de altos representantes de gobierno, y desde el discurso oficial, alimentan en el imaginario colectivo la desinformación, el mito y la representación social de que las personas refugiadas y migrantes provenientes de Venezuela son una carga que afecta la prestación de servicios públicos, a la balanza fiscal nacional y local, y son responsables del aumento de la violencia y de la cifra de crímenes cometidos en los países de acogida. Sin embargo, la experiencia internacional y estudios sobre migración demuestran que los inmigrantes en general, y los venezolanos en particular, contribuyen con el desarrollo en distintos ámbitos y áreas de la vida económica, política, social y cultural de los países de destino.

Es el propósito en las siguientes líneas plantear algunas ideas sobre este mito, que puede ser contrarrestado con algunos argumentos y con evidencia empírica.

Contribución positiva de los migrantes en los países de acogida

El tema de la migración actualmente se ha convertido en una cuestión de primer orden y de discusión y análisis de la agenda de política pública, que se entrelaza con el interés político de muchos, con los derechos humanos, con el desarrollo, y con la geopolítica regional e internacional.  Y no se escapa de este interés la discusión de la contribución, los aportes, los desafíos y los retos que la migración plantea, para lo cual se requiere tener una comprensión más profunda de los beneficios, de las ventajas y de los aportes que esta puede reportar, aún en contextos de disrupción y de alta desinformación.

En el Informe sobre las migraciones en el mundo 2020, la Organización Internacional para las Migraciones3 destaca que:

Dentro de los cambios que están ocurriendo, se observa un aumento de la instrumentalización de la migración internacional. Algunos la están utilizando como arma política, para socavar la democracia y la participación cívica inclusiva, apelando al miedo comprensible de las comunidades ante el acelerado ritmo de cambio y la creciente incertidumbre de nuestros tiempos. Ciertos dirigentes procuran dividir a las comunidades en el tema de la migración, minimizando los importantes beneficios y el gran enriquecimiento que trae consigo (p. 22).

Esto es precisamente lo que está aconteciendo en el país vecino. Desde todo punto de vista es incorrecto estigmatizar a los migrantes como delincuentes y usar un discurso tóxico con fines políticos, trayendo como efecto perverso el descrédito de los venezolanos honestos y decentes, e incrementando las manifestaciones y acciones profundas de xenofobia. Con este tipo de instrumentalización se pierden de vista y se invisibilizan las contribuciones que hacen los migrantes en los países de acogida.

Diversas investigaciones sobre migraciones y migrantes4 estudian, con base en evidencias empíricas, los aportes y las contribuciones sustanciales de los migrantes en entornos muy distintos y de maneras diversas. Estos aportes se hacen visibles en áreas tradicionales como la economía, el ámbito laboral, pero también  en otras esferas muy poco destacadas y estudiadas en las investigaciones habituales sobre migración, por ejemplo: en los deportes de élite, donde se manifiestan los extraordinarios talentos de los atletas; y en las expresiones artísticas, donde también han alcanzado el éxito y generan patrones y roles distintos a los miembros de sus comunidades influenciando de manera positiva en las normas y patrones sociales. También se perciben aportes en las tradiciones culturales y en el arte culinario, reforzando la fusión cultural y la cohesión social. Igualmente, los migrantes contribuyen en la vida cívica y política de los países de acogida, haciendo trabajo voluntario o apoyando a sus connacionales migrantes en el proceso de integración en las nuevas comunidades y, de este modo, minimizando las tensiones sociales e individuales.

Normalmente, se piensa en los migrantes como una fuente de mano de obra. Un estudio de la OCDE-OIT5 señala que las personas migrantes son más que simples trabajadores, porque cumplen diversas funciones en los países de destino contribuyendo a la vida económica y social: como trabajadores, estudiantes, emprendedores e inversionistas; como consumidores, ahorradores, contribuyentes fiscales, y como miembros de sus familias.

Todo lo anterior es posible dado que invierten y consumen, lo que contribuye a alimentar la demanda agregada y, en consecuencia, el crecimiento del PIB; aumentan el capital humano y son fuente de difusión del conocimiento; crean oportunidades de empleo; promueven la innovación y el cambio tecnológico; aumentan la demanda de bienes y servicios; contribuyen en la dinamización del sistema bancario por el envío de remesas;  porque suplen en muchas ocasiones las carencias de fuerza laboral en algunos sectores, trabajando en labores que los nacionales consideran poco atractivas como la construcción, la hostelería y el comercio minorista; y porque aportan con sus impuestos al presupuesto público y apoyan a otros migrantes y sus familias.

Es de destacar el importante aporte de los migrantes venezolanos en los países de acogida en el ámbito de la innovación y la tecnología, sobre todo en la ingeniería y en la medicina.

Es sabido que cuando a los migrantes venezolanos se les brinda la oportunidad de trabajar, hacen, sin ninguna duda, importantes contribuciones positivas a las economías y a la sociedad en general de los países de acogida, porque tal y como indica el jefe de la Unidad de Migración del Banco Interamericano de Desarrollo, Felipe Muñoz, “El migrante venezolano tiene mayor ‘apetito’ para trabajar”.

Además, porque al menos en la primera oleada migratoria con destino a Chile, Colombia, Brasil, Panamá, Trinidad y Tobago, México, Costa Rica y República Dominicana, la mayoría de las personas migrantes provenientes de Venezuela tenían un perfil etario joven, entre 18 y 35 años, encontrándose en plena capacidad productiva, siendo técnicos o profesionales con posgrado en carreras como Ingeniería, Ciencias Sociales, Ciencias de la Administración, Educación, Medicina y Derecho, entre otros. Actualmente, los venezolanos que están migrando tienen menos años de estudios y menos experiencia laboral.6

Es imperativo hacer referencia aquí a la idea de la relación entre el crecimiento de la delincuencia y el aumento de la inmigración. Un estudio del IZA Institute of Labor Economics, en Alemania, adelantado por Ajzenman, Domínguez y Undurraga7, concluye que entre 2008 y 2017 la afluencia masiva de inmigrantes a Chile no tuvo ningún impacto en la victimización, pero aumentó significativamente tanto las preocupaciones relacionadas con el crimen como las conductas de prevención del crimen. Es decir, no hallaron ninguna asociación entre la inmigración y ninguno de los tipos de delitos que analizaron: índice total de criminalidad, robos, hurtos, robos con allanamiento de morada, agresiones y atracos. Aunque sí concluyeron que había prejuicios y actitudes de repulsa de la población con respecto a los inmigrantes en relación a las situaciones delictivas8.

La ausencia de la relación entre el crecimiento de la delincuencia y la migración se explica porque las personas migrantes, en su mayoría, antes de cometer el delito comparan los beneficios obtenidos por delinquir y los costos que ello acarrea, es decir, la posibilidad de ser atrapados, y las penas resultantes tales como ser enviados a la cárcel, deportación o la imposibilidad de trabajar por tener antecedentes penales, entre otras.  De modo que, muy probablemente, este argumento podría ser válido para analizar eventos de criminalidad en otros países o, por lo menos, hacer investigaciones empíricas en esos países para luego hacer aseveraciones concretas y ajustadas a la realidad.

Políticas de integración y círculos virtuosos

El 10 de marzo de 2021 fue presentada a la opinión pública, por parte del PNUD y de la OIT, una estrategia de integración socioeconómica para convertir a la migración en un factor de desarrollo sostenible, con apoyo de la Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V) y el Proceso de Quito, mecanismos regionales que promoverán su divulgación y aplicación en la región de América Latina y el Caribe.

Este documento denominado Migración desde Venezuela: oportunidades para América Latina y el Caribe. Estrategia regional de integración socioeconómica plantea siete ejes prioritarios: (i) regularización y caracterización de la población proveniente de Venezuela; (ii) formación profesional y reconocimiento de títulos y competencias; (iii) promoción de empleo; (iv) emprendimiento y desarrollo empresarial; (v) inclusión financiera; (vi) acceso a la protección social; y (vii) cohesión social.9

En este sentido, el objetivo es generar oportunidades de trabajo decente y contribuir al logro de una vida digna y de este modo potenciar desde las políticas públicas, la contribución positiva de la población migrante venezolana para convertirla en un círculo virtuoso y no en un estorbo, minimizando los costos de la exclusión, los obstáculos, la desinformación y los relatos equivocados y disruptivos de la migración venezolana.


*Sociólogo. Doctora en Ciencias Políticas. Miembro del Consejo de Redacción de la revista SIC.

Notas:

  1. Ver: https://twitter.com/CaracolRadio/status/1369987631040331788?s=08
  2. El Mercurio (14 de febrero de 2021): Página D4. Santiago de Chile.
  3. Organización Internacional para las Migraciones (OIM) (2019): Informe sobre las migraciones en el mundo 2020. Ginebra.
  4. En OIM, 2020; BLYDE, BUSSO, e IBÁÑEZ, 2020; OIT y PNUD, 2021, OCDE y OIT, 2018.
  5. Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OECD)/Organización Internacional del Trabajo (OIT) (2018): How immigrants contribute to developing countries economies. París: OECD Publishing.
  6. OIT, PNUD (2021): Migración desde Venezuela: oportunidades para América Latina y el Caribe. Estrategia regional de integración socioeconómica. PNUD-UN.
  7. AIZENMAN, DOMÍNGUEZ y UNDURRAGA (2020): Inmigration, crime and crime (mis) perception IZA – Institute of Labor Economics.
  8. BLYDE, Juan S.; BUSSO, Matías; IBÁÑEZ, Ana María (Oct 2020): El impacto de la migración en América Latina y el Caribe: un análisis de la evidencia reciente. Unidad de migración BID http://dx.doi.org/10.18235/0002866
  9. OIT, PNUD (op. cit.).
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