sipse.- Más de mil personas que huían de la persecución en Mianmar y de la pobreza en Bangladesh llegaron el viernes a costas del sudeste asiático, donde describieronmatanzas, extorsión y casi inanición después de sobrevivir una horrorosa travesía en el mar.
Las oleadas de migrantes débiles, hambrientos y deshidratados fueron los últimos en entrar en países que han dejado claro que no son bienvenidos. Pero se cree que miles más siguen en el mar, en lo que se ha convertido en una crisis humanitaria que nadie en la región busca resolver, de acuerdo con The Associated Press.
“De saber que la travesía en barco sería tan horrible, hubiera preferido morir en Mianmar”, dijo Manu Abudul Salam, de 19 años, originaria del estado Rakhine, en donde continuos ataques contra la minoría musulmana desde hace tres años provocaron el éxodo por mar más grande de la región desde la guerra de Vietnam.
Manu estaba a bordo del barco más grande de los que llegaron el viernes, una embarcación de madera con casi 800 personas que fue llevada al pueblo de Langsa en la provincia Aceh.
La embarcación estaba en alta mar cuando las autoridades de la región comenzaron a ejercer medidas severas contra el tráfico humano hace dos semanas. Grupos de apoyo y trabajadores sociales advirtieron que estas medidas provocarían que algunos capitanes y traficantes abandonaran sus barcos y dejaran a los migrantes a su suerte.
Temen flujo imparable
Manu dijo que vio al capitán huir del barco aparentemente después de recibir una llamada en su celular. Antes de irse, destruyó el motor del navío. Con escasez de comida y agua, comenzaron las peleas, sollozó Manu, quien agregó que su hermano estaba entre las decenas de muertos a bordo por enfrentamientos violentos entre los bangladesíes y los rohingya.
Un sobreviviente bangladesí de 19 años, Saidul Islam, también dijo que docenas murieron en el barco por inanición y heridas. Su viaje duró tres meses e inició cuando un hombre llegó a su aldea y preguntó si alguien quería llegar en barco a Malasia. Pero ya en alta mar, el capitán exigió cientos de dólares e hizo que los hombres llamaran a sus familias para garantizar el pago.
Las naciones del sudeste de Asia durante años intentaron ignorar la situación de 1.3 millones de rohingya de Mianmar, pero ahora se enfrenta a un dilema que de alguna forma ayudó a crear.
Ningún país los quiere, temiendo que aceptarlos provoque un flujo imparable de migrantes pobres y sin educación. Pero los gobiernos del sudeste asiático respetaron los deseos de Mianmar en reuniones regionales y evitaron discutir sobre la discriminación hacia los rohingya.
No más
Mianmar, en su primer comunicado oficial desde que la crisis escaló en las últimas dos semanas, indicó que no aceptaría la repatriación de migrantes que dicen ser rohingya, a quienes Mianmar les niega la ciudadanía.
Se cree que casi todos los migrantes se dirigen a Malasia, un país mayoritariamente musulmán que ha albergado a más de 45 mil rohingya, pero que ahora dice que no puede aceptar más. Indonesia y Tailandia expresaron una postura similar.
La Organización Internacional para las Migraciones pidió que ayudaran a los gobiernos regionales y dijo que aportaría un millón de dólares para ayudar a los migrantes.
Autoridades en Langsa ofrecen albergue para los migrantes en dos bodegas, y los habitantes donaron comida, bebida y ropa. Más de 50 personas fueron atendidas por deshidratación y heridas.