Marcelino Bisbal
I-Retratos
¿Qué se puede decir a estas alturas, después de transcurridos varios días de la ida de esa amiga que fue Mercedes Pulido? ¿Qué podemos recordar de su amplia y rica trayectoria como intelectual no solo de pensamiento, sino de acción, que fue Mercedes? ¿Habrá alguna novedad de su quehacer como académica, investigadora, ministro, mujer comprometida con el país, para que el lector conozca más de su fecunda y rica vida que alcanzó los 78 años de edad?
Cuando supe de la muerte de Mercedes, el martes 23 de agosto a las dos de la tarde, recordé que a comienzos de ese mes sostuve una conversación telefónica con ella. Recién estaba llegando de viaje, de visitar a uno de sus hijos, y me dijo que había regresado muy cansada. Que ya no estaba para esos trotes.
Ese martes habíamos estado hablando de política, del país, de la situación que nos está tocando padecer a los venezolanos. Le pedí un ensayo sobre la transición política en Venezuela. Le expliqué de qué se trataba: estamos en la universidad preparando un libro sobre el tema, que llevará por título Pensar la transición; lo estamos trabajando con el director de El Papel Literario del diario El Nacional –Nelson Rivera–; el libro recoge un conjunto de entrevistas –catorce en total– a distintos personajes del país entre escritores, cineastas, analistas políticos, actores…; y queremos abrir el libro con tu trabajo, analizando el tema en perspectiva socio-política. Se mostró entusiasta, le gustaba la idea y estaba dispuesta a escribirlo. Se sirvió de la solicitud para conversar brevemente sobre el significado del término transición política y me dijo que el país ya estaba viviendo en transición. “La transición no se decreta”, y me apuntó que solo restaba que la gente tomara conciencia del hecho en sí. “Yo solo espero que cuando eso ocurra se dé sin violencia y en santa paz”. Me interrogó: ¿Crees que será así Marcelino? No le respondí. Ante mi silencio, siguió hablando sobre el país haciendo uso del lenguaje de la gente, de las colas que se amontonan por toda la geografía; de los desvaríos del Presidente y de sus más cercanos y de la barbarie que representan quienes hoy gobiernan a Venezuela.
Nos despedimos y quedamos en volver a conversar a finales del mes de agosto con su ensayo en la mano. No llegó a tiempo. Seguramente, conociéndola, Mercedes ya tenía estructurado y concebido el texto, quién sabe si ya estaba escrito o borroneado para darle el toque final.
Mercedes se nos fue a destiempo, como suelo decir cuando alguien muere; mucho más si es un amigo o un familiar, que es casi lo mismo. Nos cuesta aceptar esa partida. Nos cuesta aceptar lo que ya nos dice el filósofo Martin Heidegger: “Todo humano es un ser-para-la muerte”.
Releo al antropólogo francés Louis-Vincent Thomas:
Porque la muerte es el acontecimiento universal e irrecusable por excelencia: en efecto, lo único de lo que estamos verdaderamente seguros, aunque ignoremos el día y la hora en que ocurrirá, su porqué y el cómo, es que debemos morir. En este sentido la muerte parece más radical que la vida.
Quizás, por ser más radical que la propia vida, ahí esté la clave para que los humanos no nos acostumbremos a convivir con ella. Queremos alejarla de nuestros pensamientos.
II-Recuerdos
Todas la notas periodísticas que hemos leído sobre la ida de Mercedes hacen énfasis en lo que fue su labor como política. Destacan su visión y talante crítico, nada complaciente ni siquiera con los más cercanos, mucho menos con el poder fuera este del signo que fuera. También nos hacen referencia a su trabajo en el ámbito del desarrollo social y comunitario porque esta fue un área en la que Mercedes se sentía a gusto; son conocidos sus trabajos en la formulación de políticas públicas para la organización social. Se ha destacado en esas notas el trabajo que desempeñó –especialmente cuando fue parlamentaria, después como ministro de Estado para la Participación de la Mujer en el Desarrollo y luego como ministro de la Familia– en la defensa de la familia, del menor, y su gran contribución en la Reforma del Código Civil (1982), en la Ley de Adopción (1983), en el proyecto de Ley sobre Violencia Familiar y en todo lo que tuvo que ver con el componente social en el programa Agenda Venezuela.
También puede decirse que Mercedes se distinguió en otros campos de la vida. Uno de ellos fue el académico como investigadora y profesora de pregrado y postgrado. Temáticas como el estudio de la opinión pública, el análisis del desarrollo en situaciones de pobreza, el ámbito de la política y la democracia, así como todo lo concerniente a la sociedad civil y su participación política y ciudadana.
Sin embargo, una faceta poco conocida de Mercedes Pulido, de la que no se ha dicho nada o casi nada, tiene que ver con el periodismo de opinión y con la interpretación del hecho político con sentido periodístico. Así, entre 1996 y el 2002 Mercedes ocupó el cargo de directora de la revista SIC (la revista más antigua del país pues se hace presente desde 1938) de la Fundación Centro Gumilla. Fue la primera y única laica en ocupar ese cargo. Desde allí entablamos nuestra amistad, pues coincidimos todos esos años, semanalmente, en los consejos de redacción de esa publicación de la Compañía de Jesús en Venezuela. En ese tiempo condujo un programa semanal de análisis político en Radio Capital. También mantuvo una columna semanal en el diario regional Notitarde (Estado Carabobo).
Dos fueron sus últimas intervenciones públicas. Una estupenda entrevista al periodista Hugo Prieto en el portal Prodavinci: “Aquí nadie disfruta de lo logrado”. Mercedes en esa intervención vuelve a rematar con el tema político diciéndonos “(…) que las soluciones son complejas, ¿significa que no se pueden abordar? Para nada. Yo lo que no quiero es recetas. Por eso reivindique el debate. Tú tienes que debatir en el país. Yo creo que hay que volverse a comprometer con la política y con la historia que nos toca vivir”. La otra fue el 21 de abril de este año en un foro que llevó por título: “La economía y la política: ¿cuáles son los escenarios?” realizado por el mismo Prodavinci. Otra vez hace gala de su intuición crítica y política no solo para ofrecernos su balance, sino alternativas que de ninguna manera son complacientes ni con el poder ni con la oposición democrática del país.
Mercedes Pulido fue una intelectual que se destacó como pensadora y activista en espacios que habían sido reservados para el hombre: en la política especialmente. Siempre interrogaba. Siempre cuestionaba cualquier certeza. Su espíritu crítico lo agudizó de tal manera que pudiera pasar por una inconforme existencial y quizás lo era. Fue una mujer de su tiempo y del presente.
III-Despedida
Ante tanto des-orden, barbarie y fascismo, recordar a Mercedes Pulido bien merece la pena porque ella supo ver que la esperanza sí es posible, a pesar de todo: “Mientras seamos capaces de no rendirnos y buscar tercamente caminos, hay horizontes”. “Aprendamos de las decisiones humanas que han enfrentado imposibles”.
Valió la pena haberte conocido, aunque no leeremos el ensayo que te había solicitado sobre pensar la transición. Con este imponderable tendremos que conformarnos.