Por Carlos Seijas Meneses | Tal Cual
El empresario Lorenzo Mendoza, presidente de Empresas Polar, una de las más importantes compañías de alimentos de Venezuela, lamenta que Venezuela registre un retroceso de 80 años, lo que ha destruido, sin duda alguna, todo lo que tiene que ver con el avance, el progreso y la dignidad en el país. «Es una realidad el fracaso que Venezuela ha tenido, llevando los indicadores a los años 40 por las políticas económicas de intervencionismo, de controles y de regulaciones excesivas que nos trajeron a donde estamos ahora».
«Es lamentable vernos en per cápita de los años 1940», expresó.
Mendoza recordó que, en los años 90, antes de la llegada de Hugo Chávez al poder, los productores venezolanos lograron que el país fuera autosuficiente en maíz blanco, rubro que natural y normalmente es consumido de forma masiva en el mundo como en Sudáfrica, Venezuela, Colombia, México y otros países de Centroamérica, gracias al trabajo en conjunto de la agroindustria nacional, de Fedeagro y de asociaciones de productores agropecuarios.
El empresario indicó que en la década de los 90 se llegaron a producir más de 1.700.000 toneladas de maíz en más de 400.000 hectáreas, sembradas muchas de ellas con semillas desarrolladas por la Fundación para la Investigación Agrícola Danac, y que también han sido utilizadas para el cultivo de arroz.
«Llegamos a ser autosuficientes y desarrollamos una semilla adaptada al campo venezolano. Lo hicimos y hay que volver a hacerlo, pero para esto necesitamos también que haya seguridad jurídica y personal, financiamiento de la banca para llevar a cabo los procesos tan intensos de cosecha, y requerimos insumos de la industria petroquímica que está en manos del Estado».
En este sentido, en el Congreso de la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria) 2020 realizado este martes 30 de junio de manera virtual, el presidente de Fedeagro, Aquiles Hopkins, preguntó a Mendoza qué acciones estaría dispuesta a emprender la agroindustria nacional, en especial Empresas Polar, para incrementar la producción interna del maíz y «evitar que seamos borrados del mapa por las importaciones, apuntando a una arepa con maíz hecho en Venezuela».
Al respecto, Mendoza dijo que están dispuestos a dar más de 8.000 toneladas de semillas para levantar las 400.000 hectáreas requeridas, pero reiteró que también se necesitan créditos bancarios, que desaparecieron debido a la «intervención» por parte del Ejecutivo de los «procesos crediticios», acceso a agroquímicos, políticas que estabilicen la economía venezolana y que cesen los controles y ataques a la propiedad privada que achicaron al aparato productivo en los últimos 20 años.
A inicios de junio, la Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos (Cavidea) denunció que algunos comerciantes han informado que se les exige vender todos los 27 productos básicos según la lista de precios regulados por el gobierno de Nicolás Maduro, incluso en el caso de las marcas de aquellas empresas que no participaron en los acuerdos, entre ellas Alimentos Polar. En algunos casos, se les ha conminado, específicamente, a no comprar productos de esta compañía.
«Los productores han sido violados de todos sus derechos, de todas sus capacidades, inclusive a título personal. Son un ejemplo de resiliencia, son admirables. Cada vez que visito los estados productores me quedo sorprendido de que aún existe un grupo de tercos apasionados con su tierra que siguen trabajando», señaló Mendoza.
Silvano Gelleni Benco, presidente de Acumuladores Duncan y director de la Cámara de Fabricantes Venezolanos de Productos Automotores (Favenpa), agregó a la conversación la importancia de contar con un preparado y capacitado grupo de colaboradores que asuma, junto con los empresarios, el reto que significa reactivar el aparato productivo nacional, pues muchos de los profesionales universitarios y técnicos capacitados que atendían los requerimientos de la producción nacional se han ido del país como consecuencia de la severa crisis económica que sigue pulverizando la calidad de vida de los venezolanos.
«En este sentido, ¿qué estrategias podrías sugerir a los gremios, instituciones educativas y a las empresas para atender esta compleja y necesaria tarea?», consultó Gelleni a Mendoza.
Al respecto, el presidente de Polar indicó que es fundamental que el sector privado trabaje más de cerca con las universidades. «Hay una diáspora que será difícil recuperar, sobre todo la comunidad científica, la investigadora, especialmente los de los centros de investigación de las universidades públicas. Por eso tenemos que acercarnos a las universidades, tanto públicas como privadas, hablar con los estudiantes, con los profesores, darles ánimos, esperanza, pero también, en la medida que podamos, apoyar con recursos laboratorios».
«En las universidades siguen saliendo profesionales a pesar de las circunstancias y de las carencias económicas. El sector empresarial tiene futuro si hay educación, no hay otra manera de seguir adelante que no sea trabajar con universidades. También tenemos que seguir capacitando a nuestra gente».
Mendoza agregó que también es importante que a los trabajadores de las empresas no solo ofrecerles un salario y beneficios, sino también atenderlos a ellos y a sus familias. «Toda persona que trabaja en el sector privado quiere dignidad y movilidad social, tenemos que ofrecer eso. Eso no se está haciendo correctamente y tenemos que ocuparnos mucho más, esas personas tienen que ser atendidos de forma integral».
«No es suficiente con quince y último para nuestros trabajadores, hay que pensar en fomentar su movilidad social».
El presidente de Conindustria, Adán Celis Michelena, afirmó que, en la Venezuela actual, el impacto del coronavirus tiene mayor intensidad. «A la catástrofe económica, ahora se suma la secuela de la enfermedad. El mal nos ataca sin piedad en momentos de gran vulnerabilidad financiera, que repercute en lo económico y, por ende, en lo social. Aunque los pronósticos en lo que concierne al caso venezolano no son los mejores, estoy más convencido que de esta también vamos a salir».
«Los industriales estamos comprometidos con el cambio. Somos agentes de confianza y de esperanza. Somos optimistas pero realistas, ya que estamos convencidos de que más temprano que tarde renacerá esta Venezuela. La economía que vivimos hoy, esa economía de Nutella, de puertos, de bodegones, tiene que cambiarse a una economía que llamamos de Nucita, la hecha en Venezuela. Al final una economía no solo puede dedicarse a ser una economía de importación, las economías fuertes son aquellas que desarrollan todos sus sectores».