Por Revista SIC
Como parte de esta nueva etapa para nuestra Revista SIC, los miembros del Consejo Editorial, Consejo Redacción y demás colaboradores se animaron a compartir sus impresiones sobre la importancia de SIC hoy y sus aportes concretos desde las distintas áreas del saber que representan. En esta oportunidad, te presentamos a María Gabriela Cuevas, quien es abogada, profesora e investigadora del Centro de Investigaciones Jurídicas de la UCAB. Además, María Gabriela es miembro de la Red por los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes (REDHNNA) y de nuestro Consejo de Redacción.
–¿Por qué es importante la presencia de una revista como SIC en la actualidad?
– Para tratar de explicar la función que creo cumple la Revista SIC en nuestro país, he encontrado como imagen la de un servicio de transporte en autobús, con rutas que cubren el territorio nacional, pero también interurbanas y urbanas. Las rutas han sido marcadas a lo largo de la historia de la revista.
En el autobús, además del conductor que lo dirige, vamos los colaboradores, entre éstos quienes escribimos, llevamos implementos para mantener limpio todo lo que nos permite ver mejor el panorama. Entre todos nos distribuimos el trabajo, que no es poco, pues hay que lavar ventanas, es decir, mantener despejado el parabrisas delantero, que permite ver lo más evidente, pero también el trasero y los retrovisores, que nos llevan a mirar antecedentes; así como las laterales, cada ventanita, por pequeña que parezca, permite ver un aspecto de la realidad que merece ser observado; hay también que mantener los faros para poder alumbrar bien los caminos cuando impera la oscuridad.
Además, en el autobús van nuestros lectores. Es muy amplio, e invita a subir a todo el que tenga algún interés en nuestro país. Desde allí se puede ver la realidad como tratamos de comprenderla, sumando todas las perspectivas que nos dan esas distintas ventanas por las que nos interesamos en hacer nuestros análisis.
No es un medio de transporte aéreo, pues no pretende llegar a máxima velocidad. Persigue recorrer grandes distancias, haciendo paradas en los pequeños lugares, y conociendo el sentir de los lugareños, pero, sobre todo, conociendo las causas, no solo las evidentes sino las más profundas, de las situaciones que viven, y las herramientas con las que cuentan para enfrentarlas.
Nuestro autobús tiene el mejor combustible: la esperanza, que proviene de una fuente inagotable. A quienes lo abordan como lectores, también les infunde ánimos para seguir construyendo un país cada vez mejor.
–¿Cuál es tu valor agregado en el equipo SIC?
– Como abogada, dedicada a la investigación en materia de derechos de niños, niñas y adolescentes, llevo a la revista mis análisis sobre estos temas, particularmente lo relacionado con las situaciones, lamentablemente crecientes, de explotación infantil. Mi participación en la Revista SIC resulta también de beneficio recíproco a mi trabajo en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Católica Andrés Bello, pues SIC es uno de los modos de estar en contacto con la realidad del país, detectar las áreas en que se requiere estudio y análisis, e interrelacionarlas con otros aspectos de la realidad sobre los que se reflexiona en la revista.
El producto de las investigaciones no debe quedarse en los espacios de intercambio académico, como simposios y foros a los que atiende público especializado. La revista permite divulgar ese conocimiento, expresado en lenguaje accesible a las mayorías, para generar impacto en la comunidad a la que se busca dotar cada vez de mayores herramientas, para exigir sus derechos y exigir el buen funcionamiento de las instituciones.
–¿Qué significa para ti formar parte de la Revista SIC?
– Aporto a la revista mi curiosidad, desde mi posición de madre, mujer, hija, hermana y ciudadana.
La “ventana que mantengo limpia” es una de las que permite observar a nuestros niños, niñas y adolescentes desde un enfoque de derechos. Sin embargo, me interesa comprender todos los aspectos del acontecer que se debaten para producir la revista, por lo que, al respecto mantengo una mirada curiosa y planteo mis dudas sobre lo que percibo como fundamental de algunos asuntos.
Para quienes investigamos, la duda y la pregunta son elementos de mucho valor. La respuesta a la pregunta más básica y sencilla puede ayudar a explicar un asunto complejo a quienes no dominan sus especificidades técnicas, es decir, a personas a quienes nos interesa mucho llegar como parte de nuestro público.
