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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

Maracaibo sigue a oscuras

apagon
Foto: Archivo Web

Por Jesús Urbina Serjant

Es bastante fácil saber si Termozulia, el emplazamiento de las más avanzadas máquinas de generación eléctrica que existen en el occidente venezolano, alivia el déficit de la energía que proviene del Guri. Si hay una falla grave en cualquiera de las líneas principales de transmisión del Sistema Interconectado Nacional (SIN), la capital del estado Zulia se queda completamente sin luz.

De hecho, la dependencia casi absoluta de la ciudad con respecto a la electricidad que se produce en Guayana se demostró sin duda alguna el 7 de marzo, primer día de varios apagones nacionales ocurridos consecutivamente en un solo mes.

Termozulia, constituida por cuatro plantas que funcionan a gas y gasoil en ciclos combinados con vapor, está ubicada 20 kilómetros al sur de Maracaibo y forma parte del Complejo Termoeléctrico General Rafael Urdaneta, con capacidad instalada para generar hasta 1.370 MW o megavatios. Si estuviera en pleno funcionamiento, la energía generada por todo el complejo alcanzaría para cubrir 76 % de la demanda actual de potencia eléctrica de la región, que según el académico José Espìna, experto en sistemas de distribución de electricidad de la Universidad del Zulia, es de 1.800 MW.

Pero al menos desde el 7 de marzo, las 9 turbinas de Termozulia I, II, III y IV y las otras 13 de la vieja planta Rafael Urdaneta no aportaron ni un solo megavatio para reparar el daño que afectó al millón y medio de habitantes de Maracaibo. Todas sus unidades estaban fuera de servicio durante el blackout y siguen así, pese a los aproximadamente USD 2.000 millones que ha invertido el Estado venezolano en 17 años de construcción aun no totalmente concluida.

La opacidad de los contratos de las obras realizadas desde que Hugo Chávez decretó la emergencia eléctrica en 2009, hace muy difícil calcular cuánto se gastó en toda la serie de instalaciones asociadas a Termozulia. La comisión especial de la Asamblea Nacional que en 2016 investigó la crisis eléctrica produjo un informe en el que se estima un sobreprecio de, por lo menos, 752 millones de dólares en la construcción de las plantas II, III y IV.

Cae la demanda, pero crece el déficit

Desde que se produjo el apagón nacional del 7 de marzo, la menguada carga eléctrica que llega a Zulia desde el Complejo Hidroeléctrico Simón Bolívar a través del SIN es de solo 400 megavatios, de acuerdo con declaraciones recientes del gobernador chavista de Zulia, Omar Prieto, lo que significa que se cubre apenas 22 % de la demanda eléctrica del estado.

Prieto, quien ha asegurado que la demanda regional no supera los 1.600 MW –en contraste con lo que dicen los expertos en energía–, dijo el jueves 4 de abril, al presentar el Plan de Administración de Cargas elaborado por Corpoelec para racionar el servicio eléctrico ante la pérdida crítica de capacidad del sistema, que “se está solicitando al menos 300 MW más”.

Zulia ha permanecido en alarma desde antes de 2009 y, más aun, a partir de la ratificación del decreto de emergencia eléctrica por parte Nicolás Maduro en 2013. Hasta el año siguiente, 2014, la demanda regional era de unos 2.000 MW, pero la progresiva desaceleración de la producción petrolera y petroquímica del estado, así como la paralización de la industria metalmecánica en la costa oriental del lago, han venido reduciendo los requerimientos de potencia eléctrica del estado. La emigración de zulianos también debe haber incidido en ese decrecimiento de la demanda.

José Aguilar, consultor internacional en generación de energía eléctrica, estima que, si en Venezuela se hubiera emprendido la ruta hacia el desarrollo económico y social, el estado Zulia estaría necesitando cerca de 5.000 megavatios. El tamaño de la potencia eléctrica de un territorio puede ser, también, un signo de prosperidad o de ruina.

La emergencia que se hizo crónica

Antes del gran apagón que afectó hace un mes a toda Venezuela, el aporte del sistema interconectado nacional al territorio zuliano no superaba 61 % de los 1.800 MW con que apenas se alumbra la vida de los 3,5 millones de personas que viven en este estado. Ello quiere decir que solamente 1.100 MW estaban disponibles para la región más poblada en tiempos de “normalidad” del sistema.

Eso explica por qué desde hace 10 años Maracaibo y otras poblaciones zulianas han padecido constantes apagones locales, una incesante ocurrencia de ‘bajones’ o fluctuaciones repentinas del servicio eléctrico y largos períodos de un racionamiento marcado por la desinformación y la incertidumbre.

Desde el año 2009, el déficit de potencia eléctrica en Zulia ha crecido hasta llegar hoy a 700 MW, marcador que resulta de la diferencia entre el aporte del SIN y el consumo regional. Y también es producto de otro factor crítico: la pérdida sostenida de la generación propia. El parque térmico localizado al sur de Maracaibo, en la costa oriental y el sur del lago dejó de proveer la energía destinada a compensar esa pérdida creciente del flujo que proviene del Guri.

Descartando las instalaciones termoeléctricas que sirven preferentemente a la industria petrolera, como las de Bajo Grande y Las Morochas, Zulia cuenta con 45 unidades turbogeneradoras distribuidas en siete plantas operadas por Corpoelec. De ellas, un total de 39 estaban fuera de servicio, según advirtió José Aguilar en abril de 2018. El conjunto de esas instalaciones tiene una capacidad nominal de 2.900 megavatios, lo que podría satisfacer las necesidades de potencia eléctrica de esta región y liberarla de su dependencia creciente del Guri, ubicado al otro extremo del país.

Pero solo se generaban 395 MW de electricidad térmica hace un año, y desde entonces cada vez menos hasta convertir en una quimera la producción local. El gobernador Prieto admitió, a propósito de la delicada situación del servicio eléctrico en Zulia tras el segundo apagón nacional ocurrido el 25 de marzo, que el parque térmico zuliano solo está generando 60 MW.

Hace tres años, el Colegio de Ingenieros del estado Zulia denunció que la paralización de las termoeléctricas se debía, más allá del estado inacabado de las plantas más jóvenes, a la falta de gas suficiente para las operaciones de los sistemas de ciclo combinado, lo que resulta sorprendente si se toma en cuenta que Termozulia y todo el complejo Rafael Urdaneta se encuentran a solo 2 kilómetros de la refinería de Bajo Grande, la mayor proveedora de gas licuado de PDVSA en la costa occidental del lago.

La planta Ramón Laguna, enclavada en pleno zona industrial del sur de Maracaibo, es otro signo inequívoco de la situación real de las facilidades de generación térmica de Corpoelec en la región. Sus cinco unidades de turbo-vapor están hechas para aportarle 660 MW al SIN y al consumo local.

Sin embargo, no está produciendo nada. En ese diagnóstico coinciden los expertos Aguilar y Espina, y lo confirma un la observación empírica: cuando se entra a Maracaibo por el puente General Rafael Urdaneta, la Ramón Laguna, una planta con más de 35 años de edad y excedida en cientos de miles de horas de su capacidad de generación, puede verse con sus 7 chimeneas inactivas.

“Cada vez que han anunciado, en los últimos años, que iban a hacer funcionar algunas de sus unidades, nunca vi las calderas encendidas”, dice Iraní Acosta, periodista de la estación 88.1 FM del sistema radiofónico Fe y Alegría y residente de Los Haticos, la zona de la ciudad en la que la planta está ubicada. “Recuerdo que esas calderas hacían un ruido muy peculiar que se escuchaba desde mi casa y siempre me llamaron la atención por la gran cantidad de humo que botaban”.

Junto a esa planta se encuentra la subestación eléctrica La Arreaga, una de las más antiguas de Maracaibo y de las que más sufren los desperfectos de un sistema de energía deficitario, urgido de mantenimiento y muy poco solvente para abastecer de energía a la capital de Zulia. “Estas instalaciones también se ven a oscuras de noche”, agrega Iraní Acosta.

Maracaibo está casi toda así, sin luz. Al concluir el último apagón general, la ciudad no puede servirse con apenas 400 MW que llegan del Guri. Por eso el Plan de Administración de Carga recientemente impuesto solo garantiza 4 horas de servicio eléctrico por día a cada circuito de distribución de Corpoelec.

Este nuevo y masivo racionamiento se va a extender por un mes, según el anuncio de Nicolás Maduro hace una semana. En la emergencia, el gobernador Prieto ha repetido su promesa de recuperar la capacidad generadora de Termozulia y Ramón Laguna. Pero la ciudad ya está condenada. De día o de noche solo a unos pocos sectores les llega la luz.

* Periodista, profesor universitario y coordinador del capítulo Zulia de la ONG Transparencia Venezuela

 

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