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A pesar de todo, hay luces de esperanza en la educación

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La educadora Luisa Pernalete, con cincuenta años de experiencia en Fe y Alegría, ofrece un diagnóstico descarnado de la situación de la educación en Venezuela, pero también señala caminos de esperanza.

En esta entrevista con la revista SIC realizada por su director, Juan Salvador Pérez, y por su jefa de redacción, María Isabel Párraga, analizamos los principales desafíos que enfrenta el sistema educativo venezolano pero, la profesora Pernalete también nos cuenta sobre algunas de las numerosas inciciativas que se están dando como soluciones concretas para superar este difícil momento de la educación venezolana.  

—Juan Salvador Pérez (JSP). Yo estoy muy agradecido contigo, que nos hayas dado este espacio, porque para la revista SIC y para el Centro Gumilla es clave poder contar con tu visión de las cosas. Si quieres, comencemos por lo primero. ¿Luisa Pernalete cómo está viendo hoy la situación educativa en Venezuela?

—Yo tengo cincuenta años trajinando en escuelas de Fe y Alegría, en Maracaibo, en el estado Bolívar, Caracas, Barquisimeto, a donde me manden ir y, ciertamente, algunos de los problemas que estamos viendo hoy no los había visto nunca. Y te digo, nosotros siempre hemos visto problemas.

Cuando yo comencé con Fe y Alegría, hace cincuenta años, en un barrio al sur de Maracaibo, claro que había muchos problemas, pero ciertamente hay ciertos problemas que nunca los había visto. Por ejemplo, la falta de cobertura. Aunque no hay datos oficiales, tenemos que buscarlos en quienes los ofrecen, aunque sea extraoficialmente. En la Federación Venezolana de Maestros dicen que hay cerca de 3 millones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes fuera del sistema. Por otra parte, hace un mes que estuve con alguna gente de la Universidad Católica, de la Escuela de Educación, y me decían que son 4 millones. Pero sean tres, o cuatro, o 2 millones, son muchísimos niños fuera del sistema escolar.

Un niño o un adolescente sin educación no tiene ni presente ni futuro y eso sí es terrible. Estamos hablando de hace cincuenta años, cuando nació Fe y Alegría. La cobertura se fue ampliando y llegamos a tener una muy buena, pero en los últimos años ha sido terrible.

En segundo lugar, la otra cosa que a mí me preocupa es que cada vez más maestros abandonan su cargo. Esos salarios tan deficientes, un maestro con los zapatos rotos; eso nunca lo había visto yo. Y es que nunca nadie se metió a educador para ser rico, pero sí por lo menos para vivir con dignidad, como dice el artículo 91 de la Constitución.

Yo he fundado escuelas en el estado Bolívar, en cualquier parte, en las casas de vecinos o como la última que ayudé a fundar en Guayana, cuando era directora regional, en el patio de una iglesia. Ah, pero tenía maestros. Sin maestros, no es posible tener educación ni presencial ni online. Sin maestros no es posible y según los gremios, en los dos últimos años se han perdido cerca de cien mil maestros. Cien mil maestros no se forman en un ratico. De hecho, el déficit puede ser mayor porque ya llevamos varios años con renuncias fuertes.

Actualmente es difícil conseguir una escuela que tenga su plantilla completa, sobre todo en bachillerato. Hay mucho profesional de educación renunciando.

Otro tema es que no tenemos medición de la calidad, porque como no tenemos datos oficiales, no se mide el impacto educativo. Lo que sí sabemos es que hay chamos que están saliendo de sexto grado sin tener la competencia de comprensión lectora. Y sabemos que hay chamos que están saliendo de bachillerato que no leen adecuadamente, ni comprenden adecuadamente.

Añado otro tema preocupante: el horario mosaico en las escuelas públicas. Este es un problema serísimo; o sea, escuelas públicas con dos y tres días de clase a la semana. Si con cinco días nos cuesta que aprendan, qué tal con dos o tres días solamente. Y eso lo decretó el Ministerio, eso no fueron los gremios.

Luisa Pernalete
Luces de esperanza

—María Isabel Párraga (MIP). Paradójicamente, este número de SIC gira en torno a la esperanza y el panorama que está dando es bastante desolador. ¿Ve algunas luces de esperanza en la educación en Venezuela?

—Es importante ir recogiendo lo que vemos como luces en medio del apagón. Me la paso recogiendo luces en medio del apagón. Por ejemplo, cuando tenemos iniciativas tanto de Fe y Alegría como de otras organizaciones que promueven actividades formativas para que los maestros en ejercicio se actualicen, yo me sorprendo pues ¿qué maestros pasan todo el día trabajando y en la tarde tienen ánimo de meterse en un foro social hasta las 7 de la noche?

Hay organizaciones como El Pitazo, por ejemplo, que planificaron un foro y se anotaron 838 personas para hablar de educación. A mí me admira el interés de los maestros. Es verdad que son iniciativas pequeñas pero se multiplica.

En segundo lugar, están los maestros que perseveran a pesar de la situación, pero que requieren un poco de acompañamiento. Eso es lo que hacemos en Fe y Alegría, y en todas las escuelas de AVEC, que son más de mil. Acompañar es  preguntarle a un educador ¿cómo te fue por tu casa?, ¿cómo están los tuyos? El maestro, sobre todo del sector oficial, se encuentra muy huérfano de acompañamiento. Solo pedir papeles no es estar con los educadores, son exigencias. Entonces la idea es acompañar, tanto en formación como en orientación y como en todo lo que es la salud mental de los docentes.

Iniciativas y soluciones

Tanto para los maestros, como para los niños es importante saber que alguien está preocupado por ellos. ¿Cómo hacer para recuperar, o para que no se sigan yendo unos y otros? Una de las cosas que hace Fe y Alegría es que visita la casa de un niño cuando este falta más de una semana. Eso le da un mensaje a la familia de que el niño es importante, que queremos que vuelva.  

Te puedo contar la historia de una escuela rural en la que los niños no fueron porque los papás no podían pagar el dólar que se les estaba pidiendo de inscripción. Pues todos los maestros fueron a visitar a los chamos y les dijeron que fueran a clases, que ya pagarían. Bueno, si esto lo hacemos nosotros en situaciones muy difíciles, pues también lo pueden hacer otros si se les orienta y si se les ayuda.

La cuarta cosa que yo creo que estamos haciendo nosotros en Fe y Alegría es evitar que los niños se aburran. Es un taller que yo tengo, que es muy solicitado porque se trata de reinventar las estrategias, pues ¿cómo puedes seguir educando de la misma manera que cuando yo comencé hace cincuenta años, o hace diez años? Los chamos hoy son distintos, son muy pilas.

          Algo, por ejemplo, que se hizo hace poco en la UCAB fue la realización de la 19ª  jornada de educación en valores. Esto permite intercambio de experiencias, permite actualización y es una cosa buena que haya perseverancia en algunas instituciones del país.

En Fe y Alegría también promovemos la sistematización de experiencias, porque se aprende con la experiencia, se aprende con los errores. Pensar en lo que se hace en equipo se sistematiza. Nos dice qué hice bien, qué no hice tan bien, y eso entusiasma a otros.

Las alianzas para la educación

                  Entonces necesitamos los encuentros y las alianzas en la educación que ayudan a la integración de todas estas cosas. La alianza para la educación es el lema de Fe y Alegría del año pasado y este año también, pero no somos nosotros los únicos que estamos haciendo alianza por la educación. Hay otras redes que están también promoviendo la alianza. La Universidad Metropolitana, algunos empresarios. Necesitamos la gran alianza para educar y dar esperanza.

Un ejemplo concreto de estas alianzas es el programa “Creo, juego y aprendo”, promovido por la Universidad Metropolitana. Las 121 escuelas de Fe y Alegría, donde hay preescolar y primer grado están metidas en ese proyecto. Le dan herramientas a los maestros y a las mamás para que los niños aprendan a leer de una manera distinta. Ese proyecto tiene solo dos años, este sería el tercero y está dando muy buenos resultados. Si yo fuera ministro de educación, pondría ese programa para todas las escuelas donde hubiese educación inicial y primer grado.

Para replantar la educación se necesitan unas cuantas “p”. Se necesitan Plan, Perseverancia y Paciencia. Las tres se necesitan. Como dice Mandela “La mejor manera de reconstruir un país es con la educación”. En nuestro país hay mucha gente buena haciendo cosas buenas y eso hay que difundirlo.

Formación integral

— (JSP) Me voy a escapar de la coyuntura un rato. Revisando las revistas SIC del pasado, encontramos una discusión valiosísima entre el padre Carlos Guillermo Plaza, primer rector de la UCAB,  y el padre Manuel Aguirre, dos titanes de la época. La misma versaba sobre la necesidad que se tenía entre formar profesionales universitarios o enseñar también oficios; una educación que priorizara esto. Hoy en día qué crees tú que sería lo fundamental, ¿en qué tenemos que enfocarnos? El mínimo minimorum que hay que tener para la formación en un sistema educativo?

—Bueno, mira, evidentemente fortalecer la educación inicial, porque a veces la gente no le da importancia a la educación inicial. Está muy descuidada. En segundo lugar, por supuesto, yo estoy de acuerdo en que la educación tiene que ser integral y como decía nuestro fundador el padre Vela: tener cabeza, corazón y manos para hacer cosas. Entonces no solamente te estoy hablando de cuestiones técnicas, sino hay muchos otros elementos que le pueden permitir a un bachiller salir de educación media con algunos elementos que le permitan trabajar.

Se supone que también la educación pública está promoviendo la educación técnica, pero me parece que está improvisando un poco, tiene que buscar la gente que sabe. Yo sí estoy de acuerdo en que un bachiller tiene que saber hacer algunas cosas, porque no todos van a llegar a la universidad. No solamente porque las universidades públicas están en muy mal estado, las privadas son muy costosas y las intermedias, pues no son tantas. Entonces hay que darle las herramientas para que el muchacho pueda seguir.

El trivium venezolano

—(JSP) Mira Luisa, ya para ir terminando, los romanos, incluso los griegos también, tenían una educación basada en tres pilares, que era el trivium. La gramática, la dialéctica o la lógica, la retórica… ¿Cuáles serían para ti hoy las cosas obligatorias que habría que dar en Venezuela?

—Yo pondría, uno: valores, ciudadanía y educación para la paz. Actualmente hay déficit de ciudadanía y hay déficit de convivencia pacífica. Eso lo pondría yo como un eje transversal.

Lo otro son las competencias para la vida: la comprensión lectora y el cálculo matemático, esos son dos pilares básicos; y el tercero: saber buscar información. Esto tiene que ver con la tecnología, para saber buscar la información que necesitamos. Sin tecnología la brecha va a ser todavía mucho más grande entre los que tienen este acceso y los que no. Si no hacemos algo por salvar la educación, la brecha va a ser cada día mayor.

Ya como sociedad, también tenemos que recuperar a los millones de niños que están fuera del sistema escolar.

Recomendaciones finales

—(MIP) Si tuviera la oportunidad de conversar con el ministro de Educación, ¿qué le recomendaría?

—Auméntele el salario a los docentes. Uno, para que tengamos más docentes y no se sigan yendo de las aulas. También un plan masivo de formación docente y de actualización para los que quieran estudiar; si usted hace eso, se generará una mayor calidad en la educación y, finalmente, tener la capacidad de medir esos impactos.

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