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Los mercados están cada vez más irracionales

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bolsa-de-valoresLuis Casado

“Los mercados están cada vez más irracionales” es el título de una nota que apareció en primera página del diario financiero parisino Les Échos, poco sospechoso de ser enemigo de los mercados: vive de ellos, los anima, los informa, en fin, hace lo que hacen los diarios financieros: avivar la cueca. He aquí lo que dice la nota:

“Ya no se comprende nada. Todo va mal, y goza como nunca (más 2,51 % para el índice CAC40 a mediados de la tarde). La FED (Sistema de la Reserva Federal) va a subir sus tasas a fines de año, la situación geopolítica vuelve a tensionarse, particularmente en Siria, Trump puede ganar en los EEUU, nuestra economía sigue así-así, pero nuestros inversionistas se auto ofrecen un rallye de fin de semana. ¿Se volvieron locos? No, están anestesiados por la supuesta omnipotencia de los bancos centrales que, a fuerza de derramar liquidez en los mercados, acreditaron la idea que mientras estén ahí nada grave puede ocurrir. Sin ver que a fuerza de hacer todo y cualquier idiotez para sostener nuestras frágiles economías, llegaron ‘al límite de su credibilidad’…”

Si has leído mis notas sobre los bancos centrales sabes que lo que precede no es una novedad, como no fue novedad que la FED y el BCE (Banco Central Europeo) mantuviesen sus tasas de interés en cero, ni que el Bank of England derrame libras esterlinas como si hubiesen, o que el Bank of Japan le agregue relajo monetario al relajo monetario que mantiene desde 1999.

A pesar de la hiper abundancia de dinero barato, de capitales disponibles y de crédito a tasas negativas, la economía sigue viviendo en la llamada “nueva mediocridad” sin dar señales de recobrar el vigor de semental con el que sueñan los vendedores de ilusiones.

Saturando los mercados con dinero barato Janet Yellen en los EEUU, y Mario Draghi en Europa, esperaban dopar la economía mediante el consumo y la inversión. Desafortunadamente, el catecismo ortodoxo no funciona. Los hogares prefieren seguir ahorrando (a pesar de lo poco que renta el ahorro), y las empresas rehúsan invertir al constatar la debilidad de la demanda.

Hace ya algunos años, en una nota titulada “Sobre el crecimiento”, me permití señalar que a nadie se le ha ocurrido una idea mucho más sencilla, que consiste en redistribuir la riqueza. A mí sí se me ocurrió, pero servidor influye poco. Mi ocurrencia no tiene ni siquiera el mérito de la novedad: John Maynard Keynes, allá por 1936, lanzó la idea y sacó al planeta de la Gran Depresión. Pero ahora Keynes es caca, y por eso vemos lo que vemos.

Seguir leyendo en el siguiente vinculo:

 http://www.alainet.org/es/articulo/180473

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