Luisa Pernalete
De usted un recorrido por la zona comercial de su ciudad: un mono escolar, 22 millones – con los ceros menos o más que quera -, un cuaderno engrapado, un millón doscientos, un lápiz, de 200 mil en adelante, creyones, de 4 millones en adelante, zapatos, mejor no menciono lo que vi esta semana porque todavía no sé si leí bien. ¿Podrá una familia sin divisas verdes equipar a un escolar para septiembre? No metemos en este párrafo como solventar los obstáculos de desayunos, transporte…
Por lo anterior saludamos la iniciativa de Municipio Chacao: el alcalde ha dicho que las escuelas de su municipio no exigirán uniforme para los alumnos de sus escuelas. Que asista con ropa en buen estado. Eso se llama sensatez pedagógica.
Sabemos que las familias quieren que sus hijos vayan a la escuela; se de niños y adolescentes que les piden a sus padres que les inscriban, y, aunque suene a disco rayado, sin educación no hay ni presente ni futuro ni para los NNA ni para el país. Así que, insistamos con la campaña: Lo importante es que los estudiantes vengan a la escuela, con la franela que sea, con los zapatos de cualquier color, con el cuaderno que sólo le quedan unas hojas, con creyones, cero foami, sin creyones, ¡Que vengan!
Ello supone unos trabajos mentales previos para los equipos directivos, para los porteros, para los educadores, para las familias y para los niños, niñas y adolescentes.
Equipos directivos y educadores, nos tenemos que convencer que no podemos seguir haciendo nuestro trabajo en aula como antes. La creatividad se impone, el trabajo en equipo se impone, la sensatez pedagógica se impone. Los retos serán diarios, las inteligencias múltiples hay que desarrollarlas. Disciplina sí, pero sin rigidez. Aceptar la diversidad en la vestimenta. Y tal vez o más importante: enseñar a los estudiantes a respetar al otro, al que no traerá los zapatos negros, ni la franela de deporte. A prevenir y abordar inmediatamente el bullying. No tener uniforme puede incrementar las burlas a más pobre, al más débil, y eso hay que trabajarlo para prevenirlo y para enfrentarlo en cuanto aparezca, no mirar al otro lado. El respeto mutuo, los acuerdos de convivencia elaborados con los estudiantes, que valoren la importancia de esas normas, este será probablemente el mayor reto a enfrentar. Todo esto: prevenir, reducir y erradicar las burlas, promover el respeto, se puede hacer de manera creativa, entretenida. Aprender a convivir en paz no es imposible. Mucha sonrisa, muchos abrazos, muchos ejercicio de respiración profunda al comenzar el día, después del receso…Todo eso es gratis y hay que incorporarlo a la rutina escolar.
En esta dimensión de la reingeniería hay que meter a administrativos y a porteros, acostumbrados a la mirada que señala que “no trajiste la franela” para que tenga siempre la sonrisa, y el “¡Buen día, qué bueno que viniste!”. Tal vez mantener la insignia que se pueda pegar cada semana en cualquier franela, convendría, por razones de identidad institucional y de seguridad.
También con las familias hay que trabajar, que las madres sepan que sus hijos serán aceptados como vengan, que vean en nosotros una mano extendida y no una mano acusadora; que nos veamos del mismo lado de la cancha, como verdaderas “comadres” y no como jueces y enemigos. Ya bastante obstáculo tienen que saltar los padres y representantes – abuelas, tías, hermanas mayores – para que los útiles y el uniforme se conviertan en obstáculos mayores.
Hay otros actores importantes en esta campaña: los medios de comunicación y los ciber ciudadanos. Micros radiales, mensajes institucionales. Esta campaña tiene que ser de muchos, porque la crisis es muy grande y los niños no tienen la culpa, no pueden pagar la cuenta.