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Llegó la hora del ajuste económico

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medidas-económicas-960x500Andrés Cañizález*

El segundo gobierno de Rafael Caldera (1994-99) logró postergar lo que diversos economistas consideraban a mitad de los años 90 como inevitable: un ajuste macroeconómico. En la edición de la revista SIC correspondiente a mayo de 1996, se analizaba el conjunto de medidas que había anunciado al país justamente el mes anterior, a mediados de abril. Caldera enfrentó, al inicio de su mandato, la crisis bancaria que exacerbó los desequilibrios fiscales, un asunto que no puede dejarse de lado.

En mayo de 1996 la revista SIC sintetizaba de este modo lo anunciado en abril: “El gobierno nacional acaba de poner en práctica un conjunto de medidas económicas cuyo efecto inmediato será el de disminuir el ingreso real de todos los venezolanos. De estas medidas los símbolos más visibles son el aumento en los precios de los combustibles en el mercado interno y el aumento de la tasa del impuesto al consumo suntuario y ventas al mayor, en el ámbito fiscal; la liberación, unificación y devaluación del tipo de cambio, en el ámbito cambiario y el aumento de las tasas de interés, en el ámbito monetario”.

Por su parte, Ramón Espinasa desmenuzaba las razones que obligaban a tomar medidas drásticas en el terreno económico. La inflación había tocado una cifra récord de 135 por ciento entre marzo de 1995 y marzo de 1996, lo cual hizo entender a muchos venezolanos que debía aplicarse algún tipo de medidas para evitar que la espiral inflacionaria siguiera en ascenso. Espinasa, sin embargo, apuntaba que en verdad el ajuste era necesario para revertir problemas estructurales de la economía que tenían vieja data.

“La economía y la calidad de vida de la población se han estado deteriorando desde hace cuando menos tres lustros. El salario real ha caído en un 63 por ciento en los últimos quince años (1980-95). La inversión privada, medida como fracción del ingreso territorial, fue apenas de 4,4 por ciento en 1995, comparada con un 18,1 por ciento en 1980 (…) Como contraparte de la caída del salario, la inversión y el producto interno, los indicadores de pobreza han crecido. El porcentaje de población en pobreza crítica ha crecido de 10 por ciento en 1985 a 47 por ciento en 1995. Este proceso de deterioro del ingreso estuvo  marcado por un nivel de inflación promedio anual de 32 por ciento en los últimos quince años (1980-95), comparado con promedios de 7,7 por ciento y de 1,1 por ciento en las décadas de los setenta y sesenta respectivamente”.

Esta larga cita corresponde al trabajo firmado por Espinasa. Sin duda la lectura de los problemas económicos de Venezuela, ubicando estos en una perspectiva de décadas o lustros ayuda a entender con cabalidad la profundidad de la crisis que vivía el sistema, que justamente precedieron al triunfo electoral de Hugo Chávez. El modelo se había agotado ya en los años 80 y los sucesos de El Caracazo convirtieron en tabú algunos temas, incluido el ajuste económico o el papel del Fondo Monetario Internacional.

Espinasa precisamente recuerda que en 1982 el mercado petrolero sufrió una caída importante, lo cual obviamente tuvo impacto en las finanzas de Venezuela, pero entonces (como en otros momentos) la respuesta oficial fue buscar más endeudamiento externo para mantener el nivel de gastos.  Venezuela vivió con el mismo esquema de no apretarse el cinturón la nueva caída del mercado petrolero en 1986. Las decisiones de política económica de no recortar gastos, sino de endeudarse o emitir dinero inorgánico, que en su momento tomaron los gobiernos de Luis Herrera Campins o Jaime Lusinchi, terminan siendo muy parecidos a lo hecho por Nicolás Maduro (2013-2016) en la primera parte de su gobierno de seis años.

Por su parte, en otro artículo igualmente publicado en mayo de 1996, Javier Peraza Celis, saludaba la decisión del gobierno de firmar acuerdos con entes multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial o el propio Fondo Monetario Internacional. Para Peraza Celis las medidas de ajuste debían constituir apenas el primer paso de una profunda reforma del modelo económico venezolano, y en esa tarea de largo plazo resultaba necesaria la experticia de los órganos internacionales. Sin embargo, dos años después, con el triunfo de Chávez, la transformación del modelo no sucedió en esa dirección, sino que al contrario se acentuó el estatismo y el rentismo.

*Miembro del Consejo de Redacción de SIC.

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