Animados por las palabras del Papa Francisco, quien siempre nos invita a “no perder la esperanza”, un grupo de egresados del programa Liderazgo para la Transformación CAF se encontraron el pasado 20 de enero en Barquisimeto, para constituir una red que ayude a incidir y generar mayor bienestar en las comunidades del estado Lara.
Dicho programa de formación se desarrolla en todo el país desde 2015, en alianza con la fundación Centro Gumilla, la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Fe y Alegría y el Instituto Iberoamericano de la Universidad de Salamanca, en España.
La actividad estuvo marcada por una espiritualidad profunda, y por la creatividad y motivación de quienes aspiran transformar e incidir positivamente en su realidad. Así lo afirmó Asdrúbal Morán, coordinador del programa a nivel regional, asegurando que se dieron pasos importantes para fortalecer la incidencia pública.
La invitación es a no perder la esperanza
Uno de los puntos en los que se hizo especial énfasis fue en el llamado a “no perder la esperanza” y que sí es posible pensar y ejecutar soluciones ante la situación de injusticia observada en Venezuela y en América Latina.
“Al analizar la realidad nacional o continental, los datos nos angustian y tienden a paralizarnos por la dimensión de los problemas económicos, políticos y sociales”, comenta Morán, sin embargo, seguirán apostando por la formación y la construcción de nuevos espacios.
Redes para la transformación
Un grupo importante de personas e instituciones optan por el trabajo colaborativo para dar respuesta a grandes retos que, por separado, no pueden abordarse, explica el coordinador regional del programa de formación. Son conjuntos de reflexión, que se encuentran para desarrollar estructuras de comunicación horizontales, que reúnen la diversidad de proyectos y experiencias.
Trabajar en red supone sentirse parte de un movimiento de gente con deseo de cambiar las realidades adversas del entorno, ir más allá de sus fronteras, abrirse a otras concepciones y otras formas de trabajo. Este proceso consolida el diálogo y la confianza entre los que comienzan a caminar juntos y como grupo, aspirando una mayor incidencia en lo público.
También en las redes se motiva a la coparticipación constante y responsable, buscando que las funciones y roles se roten según la necesidad de los momentos. Esta práctica hará de la red una organización inteligente, es decir, capaz de aprender en la cotidianidad del ejercicio.
“Crear una red no es un asunto fácil”, asegura Morán. Es decirle sí a la novedad, es comprometerse a reconocer al otro, es juntar voluntades dentro de la diferencia de criterios. Por eso, constituir una Red de Egresados que exprese identidad compartida es un buen indicio, un paso inicial a la transformación progresiva de los enfoques con los que nos acercamos al estudio y vinculación con la realidad.