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Libertad a los cautivos: Caso Simonovis

Ivan Simonovis. Fuente: El Universal
Ivan Simonovis. Fuente: El Universal

Nota de la redacción- algunos simpatizantes del actual Gobierno con sensibilidad cristiana y numerosos promotores de los derechos humanos, consideran que ya es hora de reconsiderar la proclama del profeta Isaías, retomada por Jesús de Nazareth en su mensaje liberador en la Sinagoga cuando anunció:

El Espíritu del Señor DIOS está sobre mí,
porque me ha ungido el SEÑOR
para traer buenas nuevas a los afligidos;
me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón,
para proclamar libertad a los cautivos
y liberación a los prisioneros; (Isaías, 61.1)

Sin duda la fecha del 10 de diciembre, día de los Derechos Humanos, y la antesala de la Navidad son un momento propicio para la amnistía y la apertura para la concordia nacional. Nos sumamos a los llamados de la Conferencia Episcopal Venezolana y a las voces de reconocidos representantes nacionales:

Iglesia media por presos políticos
Por José Gregorio Martínez / Caracas / La Verdad

José Vicente Rangel exige al Gobierno amnistiar a Iván Simonovis

Palo y palo contra José Vicente por lo de Simonovis, pero la compasión en un revolucionario, es una exigencia ética

La voz de Simonovis

Por Oscar Medina | El Universal

Desde la precariedad de su prisión el comisario Iván Simonovis cuenta en un libro su historia y las vicisitudes y detalles poco conocidos del caso judicial por el cual lleva 9 años de encierro.

Con Oswaldo Martínez Ojeda tuvo una historia personal. Su primer caso en la Policía Técnica Judicial fue con este personaje. Era diciembre de 1982. Había un hombre asesinado dentro de un Ford Sierra. Testigos que vieron a alguien huyendo después de que sonaron los disparos. Resolver esto se convirtió en una obsesión. Identificó a un sospechoso: un criminal astuto y veterano. Lo buscó. Lo rastreó. Lo esperó. Y el día menos pensado el hombre se montó en la patrulla con absoluto descaro.

Así lo atrapó la primera vez. Como en una escena de película. En 1985 fue la segunda.

-¡Coño, Simonovis!, dijo al verse sorprendido paseando en un centro comercial.

En 1985 Martínez Ojeda sumaba al menos una docena de bancos robados y escapadas de varias cárceles. En 1992 participó junto con el célebre “Capitán Avendaño” en el asalto a la avioneta de Transvalcar en Puerto Ordaz en el que terminaron asesinados el piloto, el copiloto y los dos guardias que custodiaban dinero y oro. En 1995 la Interpol lo capturó en México y fue deportado a Venezuela. Lo mandaron a la cárcel de El Dorado y en 1998 escribió un mensaje en la pared de su celda vacía: “Chao, pronto tendrán noticias de mí”. Antes de irse, dejó varios muertos en el camino.
Creó la famosa Megabanda a la que se le atribuyen unos cuantos asaltos de alto riesgo y cuantioso botín y asesinó él mismo a dos inspectores del Cicpc en Calabozo. Fue detenido en 2001 y procesado en 2005 por robos y homicidios.

Simonovis cuenta lo que pasó: “… recibió la dulce condena de seis años, 22 días y 12 horas de prisión. Leyeron bien: ¡seis años! ¡no treinta! Fue trasladado a petición de sus abogados al estado Carabobo, porque en el Estado Bolívar la presión pública contra él ‘era muy fuerte’ ya que ahí cometió sus crímenes más atroces, así que en este nuevo penal, en Tocuyito, le permitieron trabajar la agricultura en un campo al aire libre y con todo el sol que quería. El 4 de junio de 2008, seis años después de su captura y tres después de su condena, le fue conmutado el resto de la pena a cumplir en confinamiento, otorgándole boleta de pre-libertad y ordenándole presentarse ante la primera autoridad del municipio en el cual iría a vivir. ¿Qué creen ustedes que hizo? Apenas salió a la calle desapareció y fundó una banda dedicada a secuestros en el Estado Carabobo”.

Entre el 22 de noviembre de 2004 y el 20 de febrero de 2013, el comisario Iván Simonovis permaneció encerrado en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia. Encerrado, sí, en un lugar que su esposa y abogada, María del Pilar Pertíñez describe así en el documento que recientemente presentó en el Vaticano: “un improvisado calabozo individual de 2 metros de largo por 2 metros de ancho, donde fue encerrado con candado entre las 10 de la noche y 6 de la mañana”. 8 años y 3 meses, durante los cuales apenas podía ver la luz del sol durante una hora cada 15 días e incluso más.
Simonovis acaba de cumplir 9 años preso y se esforzó porque la presentación de su libro El prisionero rojo coincidiera con la fecha. Allí, en primera persona, el comisario cuenta mucho más que la historia de un hombre encarcelado. Se trata de un libro concebido con inteligencia y que página a página va cumpliendo diversos objetivos: presentar el origen y la vida de su autor, dibujar su impresionante trayectoria profesional, entretener con episodios de sus días de policía, revelar algunos detalles desconocidos o poco difundidos de los días agitados de 2002 y, claro, exponer la larga cadena de hechos que él y su familia vienen denunciando como violaciones a los derechos humanos, al debido proceso y a cuanta norma y procedimiento legal exista ocurridos desde el momento en que lo detuvieron -sin orden de aprehensión formal- el 21 de noviembre de 2004.

“Iván empezó a escribir el libro en servilletas”, cuenta su esposa: “Después sí pudo hacerlo en hojas, a mano y para evitar que se las quitaran, todas las semanas me entregaba lo que tenía listo. Esa era la parte más difícil porque el Sebin es muy cerrado. Además Iván estaba sin Internet, sin archivos, así que tenía que comunicarse con su familia, con sus amigos, con antiguos compañeros para poner orden a las fechas y los detalles de lo que cuenta”.

Fue el editor Sergio Dahbar el único que le garantizó que el libro estaría listo el día que se cumplieran los 9 años de encierro. Y en eso contribuyeron amigos que ayudaron a transcribir y a darle estructura y hasta a aportar para el financiamiento de su publicación.
“Para nosotros es importante que se divulgue esta historia, es algo que no debe repetirse. Por una parte, como abogada, considero que debe quedar constancia de las cosas terribles que le han hecho y que su caso se estudie en el futuro dentro de la materia penal”, explica Pertíñez: “Y desde el punto de vista personal es un testimonio que demuestra el uso político de la justicia y el hecho de que cuando alguien está preso también lo está su familia”.

El domingo pasado Simonovis pudo ver el libro. Recluido en Ramo Verde, donde ahora le permiten un poco más de sol, recibió algunos ejemplares y hasta ahora, cuenta Pertíñez, no ha habido represalias: “Iván no dice nada de lo que pueda arrepentirse, solo da su testimonio como víctima del sistema judicial. Y la gente del oficialismo que lo lea sabrá que todo lo que dice es verdad”.

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