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Edificio Centro Valores, local 2, Esquina de la Luneta, Caracas, Venezuela.

¡Liberen a Germán!

Antonio Pérez Esclarín

Boca amordazada secuestro
Liberen a los secuestrados

Todas las mañanas, los periódicos nos ofrecen un macabro balance de personas asesinadas como si se tratara de un fatídico parte de guerra. La violencia y la impunidad crecen silvestres, sin políticas eficaces que les pongan freno, y el “Amaos los unos a los otros” de Jesús, lo están traduciendo muchos en esta querida Venezuela, tan sacudida por múltiples formas de violencia, como “Armaos los unos contra los otros”.

Los poderosos, sin embargo, aumentan el número de guardaespaldas, policías, soldados y cuerpos de seguridad para proteger sus vidas y las de los suyos. A ellos, la inseguridad no les toca ni puede alcanzarlos y, en consecuencia, no les preocupa de verdad. Todos los demás, este pueblo tan aclamado en los discursos, quedamos en la intemperie, ligando a la buena suerte, pues hoy, en Venezuela, ser o no robado, atracado o asesinado es tan sólo cuestión de suerte.

En los últimos tiempos está aumentando de un modo vertiginoso el secuestro, una forma de violencia especialmente cruel e inhumana, pues no sólo trafica con las personas como si fueran una mera mercancía, sino que utiliza con un sadismo muy refinado el sufrimiento, los temores, la angustia y las dudas de familiares y amigos. ¿Puede haber algo más terrible que no saber si ese ser querido sigue vivo o no, si lo estarán maltratando o torturando, qué estará haciendo, cómo pasará las noches, dónde lo tendrán, si estará sufriendo alguna enfermedad, si volverá o no un día a casa? Y así pasan los días con las dudas y el sufrimiento devorando el corazón.

Lo peor es que nos estamos acostumbrando a estas noticias que leemos impotentes y atolondrados todos los días. Hasta que la noticia nos toca de cerca y entonces el dolor se enrosca en el corazón, y la sangre se acelera empujada por la impotencia y por la rabia. Recientemente, nos han matado en Fe y Alegría a varios alumnos y exalumnos. Y ahora, hace escasos días, nos secuestraron a Germán. Porque aunque a Germán García Velutini lo han asociado con el Banco Venezolano de Crédito por ser uno de sus directivos, es también uno de los nuestros, pertenece a la gran familia de Fe y Alegría: desde 1996, es decir, hace ya 13 años, Germán es miembro de la Junta Directiva de Fe y Alegría, donde se ha ganado un cariño muy especial a golpe de generosidad, sencillez y entrega.

El pasado 28 de febrero, miércoles de ceniza, Germán fue secuestrado por un grupo armado cuando salía de su trabajo. Ese mismo día había pasado la mañana trabajando en Fe y Alegría como lo hacía todos los miércoles. Por su sencillez y bondad, Germán no era hombre para rodearse de guardaespaldas ni para cuidar de su seguridad con medidas especiales.

Han sido varias las veces que coincidí con él en diversas reuniones de planificación de Fe y Alegría, y siempre me impactó su sencillez, su gran calidad humana, su tesón y fe en Venezuela y en su gente, su disposición a apoyar todo lo que se traduzca en bienestar de los más sencillos, su esfuerzo por colaborar en garantizar a todos una educación de calidad, por considerar que es el medio fundamental para el progreso humano y para prevenir esa violencia inhumana de la que ahora ha sido víctima.

Fe y Alegría viene trabajando desde hace muchos años con tesón y con pasión por una educación inclusiva en defensa de la justicia, la paz y la vida. Ahora levantamos nuestras súplicas y oraciones para que nos devuelvan a Germán, para que pueda regresar muy pronto sano y salvo a los brazos de sus familiares que lo esperan con angustia, y también a nuestros brazos que lo necesitan y que cada día soportan con mayor dolor su ya demasiado larga ausencia.

Exigimos a las autoridades competentes que agoten todos los recursos para la pronta liberación de Germán, y hacemos un llamado a la gran familia de Fe y Alegría y a la sociedad venezolana a pedir unidos el regreso de Germán y a acompañar espiritualmente a sus familiares. Compartimos también el dolor de todos los otros secuestrados y el de sus familiares, oramos por ellos, exigimos también su pronto regreso y nos comprometemos a seguir trabajando por una educación verdaderamente humanizadora, que levante cosechas de mujeres y hombres generosos y solidarios, donde el asesinato, el secuestro y todas las formas de violencia sean tan sólo tristes recuerdos del pasado.

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